La recuperación del Balneario de Yémeda será una realidad después de que el último Pleno de la Diputación Provincial aprobase una modificación de créditos por un importe de 480.000 euros, que serán destinados a la primera fase de recuperación de esta joya natural que fue abandonada en 1978. Las obras empezarán a principios de abril y se alargarán durante 18 meses.
La idea de recuperar este balneario del siglo XIX, junto a una fuente mineral conocida como Fuente Podrida, de la que emanan aguas sulfurosas con múltiples valores terapéuticos, surgió cuando el propietario del balneario, Antonio Felipe Bonilla, decidió cederlo al Ayuntamiento. El empeño del alcalde de esta pequeña población de apenas 22 habitantes, Manuel Martínez Escribano, fue fundamental para contactar con la institucional provincial e iniciar una primera fase en que se consolidará la antigua Hospedería y se limpiará la vegetación del entorno. «Hace muchos años que no se ha limpiado el río y hay que sanear la cascada y la presa, que está lodada», dice el primer edil.
Martínez Escribano también pretende mantener contactos con la Junta de Comunidades y con la Confederación Hidrográfica del Júcar para que se sumen al proyecto. «Creemos que además de ser bueno para el pueblo sería bueno incluso para toda la región, gracias a las aguas medicinales que posee».
Acciones posteriores. Una segunda fase en el balneario contempla la actuación en el torreón y posteriormente se dotaría a los edificios de mobiliario.
El Ayuntamiento gestionaría las instalaciones para tratar de generar riqueza y asentar población en este pequeño municipio. «Sabemos que el pueblo es pequeño, pero creemos que el entorno es precioso y se trata de recuperar lo que tenemos. Que sea un lugar acogedor, que la gente venga y la población se regenere, porque si no el pueblo se quedará vacío», indica Martínez Escribano, que agradece a la Diputación la inversión económica y la predisposición del propietario, con orígenes en la capital conquense, de ceder el terreno al Consistorio.
La Expo de París de 1878 premió a los baños. La Exposición Universal de París en 1878 premió al balneario de Yémeda por la calidad de sus aguas, «tomadas en bebida a un vaso por mañana y tarde, que producen en el organismo un estímulo o excitación general, que se traduce por los diversos movimientos o conjunto de fenómenos que se verifican en los aparatos digestivos y génito-urinario, en los sistemas nervioso y circulatorio, y en el tegumento externo o piel», publicó un noticia de la época. Las aguas también son saludables para la alopecia, la sarna y enfermedades parasitarias, cicatrices dolorosas o en las demartosis escrofulosas y sifilíticas, amén de las enfermedades del aparato digestivo, bronquios, reúma, anemia y un largo etcétera.
La tarifa del baño general frío era de 0,75 céntimos, mientras que uno caliente tenía un coste de 1 peseta. Asimismo, los que vivían fuera del establecimiento pagaban un real más sobre los precios establecidos. Cada habitación estaba amueblada y la comida era independiente de la estancia, costando 10 reales. El establecimiento también vendía artículos de primera necesidad.