Alumnos dentro y fuera de la pista

Manuel Pérez
-

El programa Aulas Itinerantes del Ministerio de Educación garantiza la escolarización de los niños de 16 circos españoles durante este curso • En el Circo Quirós estudian nueve alumnos de entre 8 y 18 años

 
El circo es escuela de payasos, malabaristas y funambulistas, pero también lo es para futuros médicos, profesores o periodistas gracias al programa Aulas Itinerantes del Ministerio de Educación, que permite desde 1986 la escolarización de los niños que viajan en ellos.
El aula itinerante del Circo Quirós, que visita estos días la capital conquense, es una de las 16 escuelas de circo que recorren este curso el país garantizando una formación reglada a los menores que, por la movilidad de sus padres, no pueden matricularse en un centro ordinario.
En ella estudian actualmente un total de nueve alumnos de los niveles de Primaria y Secundaria y, en un caso, de Educación de Adultos. Todos ellos están bajo las riendas de Pedro Rascón, un docente natural de Jaén que lleva cinco años trabajando para el Ministerio con este programa, y que asegura sentirse «enganchado» al mundo circense. 
En lo reglado, las diferencias entre el aula de la escuela de un circo y la de un colegio ordinario son pocas. El horario es de nueve de la mañana a dos de la tarde, el programa curricular es el que define el Ministerio de Educación para cada etapa educativa y los periodos de descanso (recreos, vacaciones de verano, Navidad y Semana Santa) son idénticos.
Las variaciones se encuentran en la práctica ya que, según explica Rascón, el funcionamiento de un aula itinerante se asemeja más a una escuela rural que a un colegio «de ladrillo». En ella, el docente tiene que compartir el tiempo lectivo entre todos los alumnos con la premisa de que «cada uno tenga algo que hacer en todo momento». Así, mientras trabaja Matemáticas con Marco y Dayron, de segundo de Primaria, supervisa el trabajo de Alejandro, Diandra y Junior, que cursan primero de ESO a través de la plataforma on line del Centro de Innovación y Desarrollo de la Educación a Distancia (Cidead). 
Las ventajas e inconvenientes de un aula unitaria de circo se equilibran en la balanza. Según apunta Rascón, como positivo tiene una educación individualizada en la que las dificultades se detectan y cubren con rapidez, el mayor conocimiento del alumnado, el adelanto sobre el programa curricular en etapas como Primaria, y el contacto directo con el profesor prácticamente las 24 horas del día. El docente apunta además que los alumnos son más maduros, ya que desde su infancia comparten más tiempo con los adultos; y tienen la oportunidad de conocer muchas ciudades gracias a las actividades extraescolares de carácter cultural que organiza en horario de tarde. 
En lo negativo, resta la limitada sociabilización -los alumnos, especialmente los que en algún momento han estado matriculados en un centro ordinario, echan de menos tener contacto con un mayor número de alumnos-, y el mayor fracaso escolar en Secundaria. 
 
Abandono. La tasa de fracaso escolar en las aulas itinerantes es más alta que en los centros ordinarios, algo que se produce, según explica el maestro, porque a partir de Secundaria los jóvenes se sienten más atraídos por las artes circenses -muchos empiezan a ensayarlas o a participar en algún número con sus familiares-,  que por los estudios, «a los que no ven utilidad a un corto plazo de tiempo». Además, los contenidos entrañan mayor complejidad, y se imparten a través de una plataforma digital, aunque con el apoyo del profesor. 
Rascón resalta que él, como otros muchos compañeros de las aulas itinerantes, intentan inculcar a sus alumnos la importancia de una buena formación para garantizarse un futuro. «Especialmente en tiempos difíciles para todos, incluido el circo, que se enfrenta a una menor afluencia de público, a la oposición de los grupos contrario al trabajo con animales y a la normativa de algunas ciudades que impiden estos espectáculos».
Pero la vocación se lleva en la sangre y, en muchos casos, los jóvenes no renuncian a adquirir una destreza artística con la que ganarse la vida. Y es que, la magia del circo engancha y hace que todo sea posible. Incluso que maestro y alumnos intercambien sus papeles, si de lo que se trata es de conseguir que Rascón aprenda los números de malabares que ellos clavan sobre la pista.