Últimos retoques

Manu Reina
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La hermandad del Beso de Judas culmina los pequeños detalles y prepara con delicadeza su paso antes de que más de tres centenares de hermanos procesionen el Miércoles Santo

Últimos retoques - Foto: Manu Reina

La ciudad desprende ya un evidente olor a cera ante la inminente celebración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. La cuenta atrás para la llegada de la Semana Santa empieza a despertar los nervios en la mayoría de nazarenos porque esperan y desean con ahínco e ilusión poder procesionar. El deseo unánime es sacar el paso por las calles de la capital y por supuesto hacerlo a la perfección. Que así sea, se debe en parte, al gran trabajo de todo un año que realizan ciertas personas en cada cofradía para que la talla o imagen acapare las miradas de todos durante la procesión por su gran belleza.

Y es que siempre se cuida hasta el más mínimo detalle porque «no puede fallar absolutamente nada», tal y como recalca la camarera del Beso de Judas, María Jesús San José. En estos días previos falta echar el resto. Ella acude periódicamente a la iglesia de San Esteban para supervisar, cuidar, limpiar y mimar la talla de su hermandad. Es un «trabajo de todo el año para que el Beso de Judas brille con luz propia». De forma temporal, «acudo para limpiar la talla, aunque no es preciso hacerlo de forma constante porque se mantiene bien, y también para revisar que está todo bien», apunta. Las camareras de las cofradías representan un ancla de estabilidad y devoción. Su servicio va más allá de lo superficial, trascendiendo hacia lo espiritual y lo cultural. Son guardianas de una tradición centenaria, cuya labor silenciosa pero significativa, enriquece y fortalece el tejido de la hermandad. En cada gesto, en cada servicio, se refleja el amor y la dedicación hacia una causa mayor, manteniendo viva la llama de la fe y la tradición. María Jesús San José ejerce este cargo con «mucha ilusión». Tiene siempre unos paños en mano y los ha pasado incontables veces tanto por las andas como por la talla para sacar esa imagen reluciente. 

A estas alturas, prácticamente quedan los últimos retoques, que se llevarán a cabo durante esta semana previa al Miércoles Santo, que es el día señalado para ver procesionar al Beso de Judas. El momento más esperado por sus 800 hermanos llegará justo a las 19 horas, que es el horario de la procesión, aunque por la mañana sí hay que tener ya «todo preparado» y no valen las excusas. María Jesús, acompañada de las Hermanas Mayores, Ana Belén Guijarro y Mónica Alcocer, acudirá ese mismo miércoles junto a más fieles de la hermandad a la iglesia San Esteban a «preparar las andas, las almohadillas o los banzos». Los estandartes también tienen que lucir bien. Los trabajos se desarrollarán de 9,30 a 13 horas, más o menos, porque el tiempo pasa rápido «y podemos tirarnos cuatro o cinco horas para dejar todo listo», apunta Ana Belén. 

Durante el transcurso de la mañana «se te ponen los pelos de punta de los pies a la cabeza», reconoce María Jesús, porque «siempre hay muchos nervios para que salga todo bien y ya estás pensando en lo que se viene por la tarde». Mónica subraya las palabras de la camarera e incide en que «tenemos que estar muy atentas para que no falte nada» y asegura que «en esas horas empiezas a notar el hormigueo por los nervios».

Deseo. Las tres coinciden en un deseo popular, que no es otro que «no llueva por favor». No queda otra que «confiar» y «mirar al cielo constantemente para ver qué puede ocurrir, aunque ya no depende de nosotras, evidentemente», señalan. Pero la esperanza es lo último que se pierde y ellas tienen la fe de que no va a llover. 

Otra de las acciones que se lleva a cabo con antelación es encarar el paso justo en dirección hacia la puerta de la iglesia con el fin de ahorrar tiempo y evitar que por la tarde se pierdan minutos muy valiosos. A las 18 horas están citados los banceros para portar las andas y salir por las puertas para iniciar el ascenso al Casco. En ese momento, se produce una explosión de emoción que «es muy difícil de explicar con palabras». Si antes era necesario que no faltara nada, justo en la salida es preciso que «esté todo bajo control». 

Así, gracias al trabajo de un grupo de fieles del Beso de Judas, que es algo que se traducen en la mayoría de hermandades, el resto de hermanos desfilan con su venerado paso en su máximo resplandor. El año pasado salieron 350 en esta hermandad, si se tiene en cuenta enseres, banceros y aquellos que forman fila. La previsión es que se vuelva a repetir esta cifra para este año.