ADN de ascenso

Manu Reina
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Los hermanos Iván y Héctor Rubio saborean de nuevo la gloria y juntos son un ejemplo tanto fuera como dentro del campo para la Balompédica

ADN de ascenso - Foto: Manu Reina

Por sus venas corre la misma sangre. Son hermanos, capitanes y aman los mismos colores, el blanco y el negro. Iván y Héctor Rubio son un ejemplo, tanto dentro como fuera del campo, para la Balompédica. Una vez más saborean la gloria con otro ascenso. Pero, es cierto, ambos se han comido tanto los dulces como los amargos, porque no siempre el fútbol es sinónimo de alegría.

Estos dos hermanos, señas de identidad del pasado, presente y futuro del Conquense, viven «un momento muy feliz» y se sienten «muy orgullosos» de la temporada que ha firmado el club de sus amores, con «un vestuario increíble». No solo se alegran por los éxitos en el terreno de juego, sino también por el rumbo prometedor de la entidad, después de dejarse todo el aliento no solo con el balón, sino también en las oficinas o pilotando las categorías inferiores. 

Han compartido posición durante muchos minutos, pero también han tenido que verse con «mucho orgullo» el uno al otro desde el banquillo. Y es que comparten la misma demarcación. Incluso en varias ocasiones la tablilla del cuarto árbitro anunciaba el cambio entre ellos. Iván define a su hermano como «un jugador que posee una gran inteligencia con el balón», mientras que Héctor habla de su chache mayor como una figura «indispensable en el Conquense, que siempre se deja todo lo que tiene». 

Tanto uno como otro no olvidan que para llegar a la gloria también han tocado fondo, porque «no todo es bonito, ni mucho menos». De hecho, «hemos sufrido mucho durante los últimos años, donde no veíamos al club donde, como mínimo, se merece». Ahora es tiempo de disfrutar. Ambos jugarán en Segunda RFEF y se marcan el objetivo de «disfrutar de un año muy bonito, junto a la afición, para seguir soñando en grande», sentencia el mayor de los Rubio.