En lo artístico está más que satisfecho. En lo numérico está contento pero considera que la respuesta del público, por el nivel de la cartelería anunciada, siendo «buena», debería haber sido un poquito mejor. Maximino Pérez hace balance de lo que él etiqueta como la Champions del toreo, y ya piensa en la formulación de la del año que viene. 

¿Todavía le dura en el paladar el regusto de la tarde de Rehuelga? Llevábamos tiempo sin ver una tarde de este peso tan importante...

[Risas] Ya no solo es que se llevara mucho tiempo sin ver una tarde así en Cuenca... es que no se ha visto una tarde así en casi ninguna plaza en los últimos años. Ver una corrida de Santa Coloma con las figuras y ver embestir así a dos toros de forma extraordinaria y a otros dos más con opciones… Quizá estemos demasiado en caliente todavía para valorar realmente el acontecimiento histórico que pudo ser. Estos festejos son los que marcan el sentido y la relevancia de una plaza y el por qué de la tauromaquia.

¿No tiene la sensación de que fue una tarde que quedará en el poso y de que no fue una tarde más?

No, claro que no fue una tarde más... Pero tampoco lo fue la de José Vázquez, porque hubo dos toros extraordinarios, ni la de Victoriano, que sin saltar ningún toro cumbre tuvo interés. Pero es verdad que lo del lunes fue excepcional. El cartel levantó una expectación enorme entre los aficionados y eso se correspondió con lo que vimos en el ruedo porque pasaron cosas muy importantes. Al margen de las orejas, del indulto o del no indulto, que me da exactamente igual, en las dos últimas décadas podemos contar con los dedos de una mano, en cualquier plaza del mundo, los acontecimientos de este calado. 

De las dos primeras tardes de la feria, en las que se vieron cosas pero sin la rotundidad de la tercera, ¿con qué se queda?

Me quedo con muchas cosas, pero sobre todo con Tomás Rufo. Un torero fresco que debutaba en la feria y que dio el do de pecho. La primera oreja se le escapa por la espada y luego le monta un lío grandísimo a un buen toro. También con las dos faenas de Manzanares, que son de cuatro orejas y que la espada le priva de ello raramente porque en eso es un filón. Por su puesto la rotundidad de Roca Rey con una corrida potable de Victoriano del Río, junto a Ventura, que es inenarrable... un crack todos los días que torea.

A nivel ganadero la feria ha subido el listón de los últimos años… Falta hacía recobrar esas sensaciones.

Progresivamente hemos ido subiendo el toro desde la primera a la última tarde de la feria. Puede haber un toro que sea la excepción, pero el ciclo en su conjunto ha estado muy bien presentado para ser de segunda categoría, incluso algunos toros estaban un punto por encima. La corrida de José Vázquez fue impecable, la de Rehuelga tuvo un nivel extraordinario y la de Victoriano quizá fue más al límite, pero dentro del nivel que hemos lidiado otros años. Lo difícil es conjugar el juego de los toros con la presentación de los mismos, y lo hemos conseguido. Estoy satisfecho en este apartado. Siendo una feria que ha sido muy buena a nivel artístico, todavía nos hemos dejado siete u ocho orejas por culpa de la espada.

¿Cómo valora la respuesta a nivel de público? ¿Esperaba algo más por el nivel de la cartelería?

La respuesta del público no es la que yo esperaba en un principio, pero ha sido buena. El abono ha funcionado muy bien, prácticamente tenemos los mismos abonados después de tres años y con una pandemia de por medio, y tengo que estar satisfecho. Pero luego la entrada suelta no ha funcionado al nivel que yo creía. Han sido tres muy buenas entradas en la feria de a pie, ojo, pero han faltado unas 1.000 personas por día. Sobre todo tras ver la expectación que se leía en los días previos en las redes y en los medios especializados.

Es complicado de saber, pero ¿a qué achaca esa falta de tirón final?

Lo achaco a diversos factores. Primero a la situación sanitaria, porque todavía hay una parte que aún le tiene miedo a la pandemia. Luego hay una parte importante de gente que ya nota los efectos de la crisis que apuntan que puede venir este otoño y son conscientes de que sus bolsillos no están como antes. Por último, a eso hay que ponerle el añadido del tiempo, y es que esta feria ha hecho muchísimo calor, y eso frena bastante la venta de las entradas de sol, que ha costado mucho venderlas. 

Es difícil dar en la tecla con los gustos de todo el mundo, pero ¿no cree que este año lo ha conseguido?

La gente quiere ver a las figuras en carteles de máxima expectación. No hay más. Una cosa es el gran público, otra son los aficionados y otra el público ocasional… Hay muchos tipos de público en esto del toro, y por eso nosotros, cuando invertimos en marketing y publicidad, dirigimos el foco hacia otros públicos, como por ejemplo los jóvenes. Esa es una de las noticias relevantes de la feria: la asistencia de público joven. Ha habido muchísima gente joven en los tendidos y eso es una satisfacción y una grata noticia porque eso, sin duda, es futuro.

En su balance final, ¿qué lecciones saca de cara al año que viene?

En el apartado a corregir, algunos errores humanos que hemos tenido a nivel interno, que no se ven de cara al gran público, y que pasa por coordinar algunas cosas dentro del organigrama de empresa. En lo artístico no puedo destacar casi nada malo porque todo ha sido muy positivo. En lo tocante al marketing y la publicidad, quizá vayamos a cambiar dinámicas para ver si tenemos más repercusión sobre todo en el cliente no habitual, que es el que queremos localizar y que vea que somos un evento cordial y divertido, que no solo son dos horas de una corrida de toros, sino que hay un antes, un durante y un después donde la gente se lo pasa bien y se marcha a casa libre de problemas tras haber desconectado.

¿Un apartado a mantener es la estructura de cuatro festejos?

Con los cuatro festejos creo que estamos muy bien. Si hubieran venido esas mil personas por día que te digo que han faltado me plantearía hacer un quinto el año que viene, igual que hemos hecho en ferias anteriores... Pero la verdad es que tampoco ayuda la situación económica que parece que viene. Hay que andar con pies de plomo y ser coherentes, y con ese panorama aumentar un festejo no creo que sea la mejor opción porque de esa forma aprietas el bolsillo del aficionado y especialmente del abonado.