La controversia en torno a la pornografía está más de actualidad que nunca, entre otras cosas por los efectos perversos del consumo de porno entre menores y la relación con el aumento de las agresiones sexuales. Por eso son tan oportunas como valientes las reflexiones de Ana Valero, profesora de Derecho Constitucional de la Universidad de Castilla La Mancha y autora del ensayo La libertad de la pornografia. Además es directora del Curso de Verano de la UCLM que lleva por título Pornografía y Derechos, organizado en el marco del Proyecto de Investigación La pornografía como un asunto constitucional, que tendrá lugar en Cuenca los días 16 y 17 de octubre.
El debate sobre la pornografía está en la calle. ¿Es por eso oportuno un curso como Pornografía y derechos?
Sí. El tema está de mucha actualidad. Recientemente se está hablando de la hipótesis de que el aumento de agresiones sexuales de menores, tan exponencial en los últimos tiempos, tenga algo que ver con el consumo de pornografía en edades cada vez más tempranas. En ese marco también llevamos a cabo un proyecto de investigación que lleva por título La Pornografía como asunto constitucional financiado por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y que está integrado por 22 investigadores de distintas universidad tanto nacionales como extranjeras, y dentro del proyecto hemos considerado interesante organizar este curso.
¿Qué puede aportar este curso?
Nos planteamos preguntas como qué es la pornografía, si es libertad de expresión, si es libertad artística por parte del pornógrafo, si la actividad de difusión y de creación pornográfica está amparada por la libertad de expresión o la libertad artística... También nos planteamos si quien consume pornografía, cuando hablamos de personas adultas, si está sufriendo su libertad sexual, y si ese consumo podría producir daños y limitar sus derechos a la libertad de expresión. Si esos daños se producen sobre los jóvenes o si se producen sobre las mujeres adultas. También se analizará el nexo causal entre el consumo de pornografía y una serie de daños en la juventud como la adicción, la falta de autoestima en comparación con los cuerpos o el incremento de las agresiones sexuales, porque no hay una educación afectiva-sexual real en la escuela que esté cubriendo este aspecto. En fin, buscamos respuesta a todas estas preguntas.
¿Qué límites hay entre la pornografía y la libertad?
En el ensayo La libertad de la pornografia lo que me planteo como jurista es si la creación de pornografía, ahora y a lo largo de la historia, ha sido un derecho fundamental. La conclusión es que sí. Ahora hablamos de pornografía digital pero la pornografía a lo largo de la humanidad ha sido muchas cosas distintas. En la página web del proyecto de investigación encontramos ilustraciones de sexo explícito de pinturas encontradas en Pompeya, por tanto la representación del desnudo y de la sexualidad humana, a través del arte, ha estado presente siempre en la historia de la humanidad y ha sido objeto de censura por contradecir las normas de la moral hegemónica de cada en cada momento histórico.
¿Qué es pornografía?
Como decía, depende mucho del momento histórico y de la subjetividad de quien observa una obra, una creación que pueda considerarse pornográfica.Si bien, la moral ahora no sería un bien jurídico a proteger frente a las creaciones pornográficas, sí que me planteo en el libro si las creaciones pornográficas tienen como límite no vulnerar derechos de terceras personas. Y distingo entre personas adultas y personas menores de edad o jóvenes cuyo proceso de madurez a todos los niveles está en proceso de formación. Y también cómo la incidencia de este consumo puede ser distinta en el caso de las personas adultas y de los jóvenes. En las personas adultas, el feminismo está dividido en dos en muchos aspectos y uno de ellos es la pornografía. Hay una escisión clara entre un feminismo abolicionista y un feminismo que se llama prosex. El feminismo más clásico, que se manifiesta en contra de la ley Trans o la prostitución también se manifiesta en contra de la pornografía. Su criterio es que debería ser prohibida legalmente porque hace daño a todas las mujeres. Es la postura de feministas tan respetadas como Amelia Varcárcel o Rosa Cobo.
¿Y usted cree que habría que prohibirla?
No. Yo creo que no, que es libertad de expresión y que la prohibición no es la solución. Hay que controlar el acceso de los menores a la pornografía a través de internet porque el daño es claro. En el caso de las personas adultas, como expongo en el libro, no he conseguido entablar esa relación que dicen las abolicionistas entre consumo de pornografía e incremento de agresiones contra las mujeres. Creo que la solución es contrarrestar ese discurso tan violento contra la mujer que encontramos en la pornografía mainstream, o de consumo mayoritario.
El uso de las redes sociales e internet suponen un punto de inflexión en el modo de consumir pornografía, en especial en el acceso de menores a esos contenido, no?
Claro. La pornografía ha encontrado en distintos formatos a lo largo de la historia su canal. Cuando apareció la fotografía había postales de mujeres desnudas, la de escenas estrictamente sexuales eran habituales a principios de los años 20. Hay escenas de sexo en todo el arte oriental, incluso aquí, en los capitales de las iglesias medievales. Pero con la aparición de internet hay un antes y un después en la pornografía. Con el cine se convierte en un fenómeno de masas y con internet podemos decir que es el momento en el que más pornografía se consume y donde menos productoras de cine para adultos hay. Con la aparición de internet, el formato es digital y con producciones que no se sabe muy bien de donde vienen, o que provienen de una industrial mundial en países con paraísos fiscales o entramados financieros muy opacos. Es importante tenerlo en cuenta.
¿Existe relación entre el consumo de pornografía y el aumento de las agresiones sexuales?
Sí. Hay ese nexo causal, que entre las personas adultas no se puede establecer, pero entre los jóvenes, sí. Según los últimos datos de la Fiscalía General del Estado se han casi triplicado el incremento de agresiones sexuales y los informes más recientes como los de Save the Children o de la Universidad de Islas Baleares hablan de edades cada vez más tempranas de acceso a contenidos pornográficos. Hay que tener en cuenta que no hay una educación afectiva-sexual y las personas jóvenes que no tienen aún la capacidad de distinguir entre realidad y ficción quieren llevar a la práctica lo que ven en teléfonos móviles y ordenadores sin ningún tipo de control.
¿Se puede hablar de una pornografía buena y una mala?
No puedo decir que hay una buena y una mala, lo que puedo decir es que hay dos tipos de pornografía. Una es la pornografía mainstream, o de consumo mayoritario, y otra pornografía en la que hay otro tipo de mensajes sobre lo que es la sexualidad entre las personas.
Habla de la importancia que tiene la educación...
Un problema que tenemos en este país es que cuando se habla de educación sexual la derecha mediática, política y educativa empieza a reivindicar que es cosa de los padres, que es un derecho de los padres. Pero es que no hay una educación afectiva-sexual que atienda el tema del consentimiento. Debería existir una asignatura obligatoria de educación afectiva-sexual y autónoma del resto de asignaturas del currículo educativo obligatorio. La educación integral de los menores requeriría una educación en el ámbito de la sexualidad.
¿Qué lleva a una profesora de Derecho Constitucional a un tema como la pornografía?
Fue un interés personal porque he trabajado sobre la libertad de expresión, el discurso del odio. etc. En Estados Unidos se ha trabajado mucho sobre este asunto y hasta la fecha, en España, no había un trabajo sobre este asunto bajo una perspectiva jurídica. Y estamos hablando de derechos fundamentales, de bienes jurídicos y de protección constitucional que están en juego cuando hablamos de pornografía.