Supervisan hasta el último detalle para que no haya ningún error durante el despegue del pequeño cohete, y mucho menos durante el salto del satélite con paracaídas. Todos cuidan y revisan cada una de las piezas que dan forma al pequeño objeto que ponen en órbita con mucho esfuerzo y dedicación. Además, cada uno asume su rol y la responsabilidad que ello conlleva. Al fin y al cabo, forman un gran equipo y el primer premio que acaban de recibir de manos de la Agencia Espacial Europea es una prueba de ello.
Los protagonistas son los estudiantes del IES San José de Cuenca, Noé Hernández, Álvaro Caja, Miguel García, Nicolás de Dios y Hugo Cantero que, junto la supervisión de su profesor Javier García, han conquistado el primero premio en el concurso regional del desafío CanSat, que promueve la organización internacional dedicada a la exploración espacial.
Los conquenses, cuyo nombre de equipo es Project Jahre, fueron los mejores entre once grupos de diferentes colegios de Castilla-La Mancha. El satélite que crearon, que tiene un tamaño de una lata de refresco, es el mejor de todos por diferentes cuestiones y el jurado de la Agencia Espacial Europea así lo consideró. «Estamos muy satisfechos por ganar y también por lo bien que hemos trabajado de forma conjunta como equipo», señala Noé Hernández.
Estos alumnos tuvieron que dar forma a un satélite desde cero. En apenas un «mes y medio pudimos construirlo», señala Álvaro Caja. Se pusieron manos a la obra a principios de marzo y apenas unos días antes de la celebración de la jornada de vuelo y competición en el aeródromo de Sotos pudieron terminarlo, concretamente hace una semana. El resultado exitoso tras ver cómo su obra volaba con eficacia a una altura de 700 metros.
El desafió CanSat consiste en que los estudiantes sean capaces de adaptar todos los subsistemas principales que se encuentran en un satélite, como la energía, los sensores y un sistema de comunicación. Tenían que integrar también en un espacio tan reducido un transmisor, un receptor de cámara, el contenedor y el propio paracaídas. «Es complicado, pero hicimos un gran trabajo», explica Miguel García.
En el periodo de un mes y medio tuvieron que cumplir además con otras fases que también conforman el desafío CanSat, como darle un enfoque científico al proyecto, trabajar con profesionalidad, establecer y llevar a cabo un plan de financiación y otro de difusión tanto en redes sociales como en página web. «El jurado tuvo en cuenta todos los aspectos, donde también valoraron cómo tratábamos la información», añade Miguel García. Tal es así que consiguieron que su satélite retransmitiera todos los datos a un ordenador para ejecutar un exhaustivo que seguimiento.
Financiación. CaixaBank fue la entidad bancaria que no dudó en ningún momento en financiar este proyecto, al igual que hizo con otros dos grupos de IES San José de Cuenca que también participaron en el concurso. El dinero recibido permitió a los chicos dar forma a sus creatividad y poner en práctica todo lo aprendido en la asignatura de Tecnología e Ingeniería.
Estos estudiantes lo tenían todo medido. Sabían que era importante la fase donde el satélite salta del cohete junto al resto de satélites participantes. Tenían que medir todos los detalles. Tal es así que llevaron al aeródromo de Sotos varios paracaídas y usaron el que más le convenía según la velocidad del viento del momento. Nicolás de Dios afirma que «tuvimos en cuenta todos los factores porque la meteorología juega un papel esencial». Incluso tuvieron que hacer simulacros antes del concurso para ver que el objeto creado «no bajaba demasiado rápido ni demasiado lento, que es una de las bases del desafío», recalca Hugo Cantero.
El docente Javier García reconoce que es «una enorme satisfacción ver el trabajo bien hecho» y subraya que le llena de emoción al comprobar cómo sus alumnos «se implican en el concurso y llevan a cabo todo lo que les enseño». Además, García anima a más alumnos a que participen en estos desafíos porque «permiten aprender muchos conocimientos».