Una esencia de frasco pequeño

Leo Cortijo
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Cuenca, con sus cinco festejos, lo tiene prácticamente todo. Y ahí radica el milagro de concentrar tanto interés en tan pocos días: figuras, jóvenes revelación y corrida 'torista'. En muy pocas plazas de la magnitud de ésta ocurre algo similar

Una esencia de frasco pequeño - Foto: Javier Guijarro

Es muy difícil de conseguir lo que se consigue en Cuenca. De verdad. Para comprobarlo, basta con ojear, uno tras otro, los carteles de ferias similares a ciudades como ésta. Burgos, Huesca, Palencia, Soria, Almería, Huelva, Murcia… La lista es muy larga. Y más todavía si tenemos en cuenta a otros territorios de mayor envergadura a los que el San Julián conquense poco o nada tiene que envidiar. En todas esas ferias hay igual o menos festejos que aquí. En las que no falta el uno, falta el otro. Y en algunas de ellas no hay corrida torista. Cuenca, con sus cinco festejos, lo tiene prácticamente todo. Y ahí radica el milagro.

Del grupo de figuras están todas las que pueden estar: Morante, El Juli, Manzanares y Perera. Roca Rey lo estaba. Veremos a ver cómo suple la empresa su baja después de anunciar que no toreará en agosto por lesión. Talavante no viene porque sigue de retiro espiritual, aunque se le echa mucho de menos. Lo de José Tomás es caso aparte. Él elige dónde, cómo y cuándo. Anunciarlo en tu feria no está en la mano ni del propio empresario. En este capítulo de la zona alta me quiero detener en Ponce, pues habrá interés en ver al longevo maestro después de su milagrosa recuperación tras la gravísima cogida de Fallas, que le dejó cinco meses en el dique seco.

Tras los dos puertos de montaña claves de la temporada, Madrid y Sevilla, hay tres jóvenes que no deben faltar en ninguna feria. San Julián cuenta con ellos. Pablo Aguado torea como los ángeles y así encandiló a la Maestranza, que ya le ha puesto el cartel de sucesor de Morante. Él será el torero revelación de la temporada. Al tiempo. David de Miranda hizo lo propio en Las Ventas, con una puerta grande que le supo a gloria después de recorrer un calvario. La suya es una historia de superación única, pues tras una dramática cogida a punto estuvo de quedarse postrado para siempre en una cama. Román cierra el triunvirato. El valenciano de raíces conquenses es tan transparente en sus formas como con su muleta. Nunca se deja nada en el tintero, cada paseíllo es una final y verlo con los Santa Coloma es uno de los platos fuertes del ciclo.

Esa es la otra pata de la robusta mesa que sustenta el abono sanjulianero: la corrida torista. En pos de la variedad y del agrado de todos los aficionados, cualquier feria que se precie tiene que anunciar un festejo con una ganadería de un encaste distinto al habitual. San Julián enlaza tres años con esta dinámica y eso es de agradecer. La corrida de Pallarés es armónica y seria de hechuras. En la plaza tendrá que demostrar el comportamiento bravo, encastado y poderoso que se espera de un hierro así.

Luego viene el capítulo de las ausencias. Querido lector, ¿a quién echa de menos en la feria? Con su permiso, intento adelantarme y pruebo a responderle. Igual ha pensado en Emilio de Justo, Octavio Chacón o Pepe Moral para la de Pallarés. No estaría mal disparado el tiro, la verdad, pero los tres toreros tenían un compromiso previo en Sanlúcar de Barrameda. Posiblemente eche en falta a dos triunfadores de Madrid, como Paco Ureña y Antonio Ferrera. Es cierto, no están, pero no es porque la empresa no lo haya querido. Si no los ven en los carteles es por decisión propia. Más allá de éstos, pocos nombres me vienen a la cabeza...