El Ayuntamiento de la capital de España ha concedido la Medalla de Honor de la ciudad de Madrid al periodista y escritor conquense, Raúl del Pozo. Madrid reconoce a nuestro hombre de Mariana entre otras cosas por ser «madrileño de Cuenca, maestro de cronistas y apasionado de Madrid, ciudad en la que ha residido la mayor parte de su vida y cuyas escenas sociales e intelectuales ha retratado de manera intensa».
Raúl del Pozo que nació durante la Guerra Civil en La Torre, Mariana, una aldea de nuestra Serranía conquense, se ha dedicado al periodismo y a las letras desde sus inicios, en el conquense Ofensiva y hasta hoy en el diario madrileño El Mundo. Del Pozo es un excepcional periodista que recorrió las plazas de corresponsal periodístico más destacadas de casi toda Europa como Moscú, Lisboa, Londres y la americana Buenos Aires… Nuestro paisano ha puesto su rúbrica como destacado columnista en Pueblo, Mundo Obrero, La Calle, Interviú, El Independiente, Diario 16, Tiempo… También ha colaborado en TVE y RNE, COPE y Onda Cero.
El reconocimiento y premio concedido por el Ayuntamiento madrileño no nos hace olvidar que Raúl, como conquense que nació en la Navidad de nuestra última contienda civil, vivió y se formó en Cuenca hasta los veintitantos años, escribiendo en la revista Perfil de su Instituto Alfonso VIII, y en el semanario local Ofensiva del que dijo: «En Ofensiva es donde me hice adicto a la tinta de imprenta y donde conocí a los linotipistas y los cajistas, fogoneros de las ideas. Si el idioma es la patria de un escritor, el periódico local es su patria chica». En Cuenca, en la imprenta provincial, publicó su primera novela corta Hay gorriones en la tumba de Judas.
Gran columnista y narrador. Su gran amigo, el también periodista y escritor conquense Florencio Martínez Ruiz, como prestigioso crítico literario de ABC y de otras publicaciones españolas le dedicó muchos artículos y notas sobre su genial estilo de columnista y excepcional escritor de novelas… Dejó escrito su compañero de aventuras y desventuras en el periodismo madrileño que para Del Pozo «su dios era el reportaje y la crónica y su profeta el artículo en el que ha alcanzado nombradía y caché literario. De todos modos en esta hora de su vuelta al género narrativo hay que aludir a algunos intentos primerizos, pero adorables por lo que suponían de fervor juvenil, como su novela corta Hay gorriones en la tumba de Judas seguida luego de otros intentos ya conseguidos como Ataúd de terciopelo. El crítico literario publicó en la prensa conquense de los 90 varios artículos y reportajes con motivo de la publicación y presentación de sus novelas a nivel nacional con títulos, entre otros, como: Raúl del Pozo hace explotar una bomba en el mercado literario, con motivo de la aparición de la novela Noche de Tahúres en la que el periodista se revela como un gran novelista de éxito; 1995: El año admirable para el novelista Raúl del Pozo, donde se destaca el fichaje por parte de Planeta del escritor conquense y su máxima proyección literaria; La gran prueba de Raúl del Pozo en el Grand National de la novela, reportaje que habla de la posición que ocupa Del Pozo en la literatura española con mayúsculas y de su visita a Cuenca para presentar su novela Los Reyes de la ciudad; igual que otra nota periodística titulada Raúl del Pozo: en noviembre llegan Los Reyes de la Ciudad y Raúl del Pozo: La sociedad se salva del diluvio en un arca de papel, en donde se dice: «De Raúl del Pozo se puede aliñar una receta cortazariana, para abocetarlo en cuatro frases. Pero no es necesario. Nuestro hombre de Mariana reúne en mano el Colt del vaquero, la onda del pastor trashumante y un acordeón de París. Lo suyo no es la mesa de redacción, porque para él, como declara en el prólogo de este libro A Bambi no le gustan los miércoles, el periodismo es una aventura. Y quizá por eso cada artículo, cada crónica, resultan una excursión fascinante. Como Sartre hace años, regentando una escuela en una aldea de Guadalajara, supo que su religión era la lectura, que su dios era el libro y el artículo de periódico su profeta…»
Leer a Raúl del Pozo más que vértigo nos produce éxtasis. De su pluma nacen y se hace recuento de historias de artistas, escritores, periodistas, políticos, empresarios y banqueros, jueces, gente de la moda, toreros, deportistas y figuras históricas. A Del Pozo se le ha dado también muy bien reseñar a los muertos en sus obituarios, en donde retrata a través de semblanzas y bocetos el alma y la vida de los personajes, como la de Hemingway, José Pla, Norman Mailer o Tom Wolfe, sin olvidar la del propio Martínez Ruiz, pues los reúne a todos en su periodismo realista e imaginario, metafísico y desgarrado…
Antonio Astorga, en un artículo publicado en ABC, dijo de nuestro paisano que era uno de los pocos pensadores íntegros de izquierdas que quedan en este país: «Es el rojo levítico, heredero de la Cuenca periodística, criado en la platina ardiente del maestro Florencio Martínez Ruiz».