Cualquiera puede aportar su granito de arena para un fin solidario. Es un gesto humano que seguramente no cambie el rumbo del mundo, pero sí la vida de personas que no tienen recursos suficientes como para salir adelante. Es tender la mano para que otras tengan al menos una oportunidad, un sustento o una luz al final del túnel. Esa es la filosofía que defiende y define a la perfección a Freddy Santos, el promotor de la ONG Ciudades de Viento.
Este toledano, amante y maestro del tenis afincado desde hace muchos años en el municipio conquense de Palomera, dio forma hace siete años a una organización sin ánimo de lucro «artesanal y casera». Así será siempre porque «nunca será otra cosa». Freddy, que ha dedicado gran parte de su vida a estar cerca de los más desfavorecidos, inició esta etapa solidaria a raíz de impartir tres talleres de raqueta, dos en Uganda y otro en India. En uno de sus viajes pretendía transportar una silla de ruedas, pero la agencia de vuelo le cobraba más por ello que lo que la propia silla costaba en sí. Este imprevisto le dio alas para dar forma a una ONG, porque todo sería mucho más sencillo para sortear trabas económicas y burocráticas. Así, surgió Ciudades de Viento. Esta alma caritativa optó por esta denominación porque «los campos de refugiados son ciudades que realmente no existen, que están hechos de cartón o lonas». Con ese recuerdo fundó la ONG, junto a otras personas, aunque tan solo fue una medida temporal al ser necesario constituir una junta directiva. Ya que es realmente él quién gestiona todo.
Hasta la fecha, ha promovido tres iniciativas propias. La primera de ellas se desarrolló en la frontera entre Uganda y el Congo con la compañía y participación de la tenista española Carla Suárez. En este viaje de dos semanas vivieron la «cruda realidad» del campo de refugiados Kwiangaly, pero lograron esbozar alegrías en los rostros de muchos niños y mayores con cargamentos de material deportivo. Freddy ya había estado previamente en este mismo lugar.
Alma caritativa - Foto: Freddy SantosEl segundo proyecto no tuvo un final feliz, pero hizo todo lo que estuvo en sus manos. Recaudó fondos para sufragar los gastos de la operación de una niña que padecía un tumor. «La intervención salió bien, pero por desgracia la pequeña falleció unos años después». El dinero restante de lo recaudado se donó a distintas asociaciones y organizaciones. Incluso fletó la estancia de una joven ugandesa en Cuenca para que entrenara en sus instalaciones del club Nuevo Tenis Cuenca durante dos meses.
El tercer fin solidario se produjo hace escasos meses y aún está inmerso en ello. Freddy recaudó dinero para costear una operación de trasplante de hígado a Slima Haniel, hijo de Fortunate, el chófer al que había conocido durante sus viajes. «Era nuestro guía y vigilante en todo momento, y nos acompañaba siempre». La operación salió bien en India, «aunque tuvimos momentos muy duros». Gran parte de la recaudación llegó gracias a una raqueta donada por Carlos Alcaraz, que adquirió finalmente un norteamericano por 10.000 dólares. Ahora Slima sobrevive y crece rodeado de los suyos, especialmente de su madre donante. No obstante, este solidario conquense prefiere mantenerse en alerta para controlar el «posoperatorio». El dinero que tiene en la cuenta bancaria de Ciudades del Viento está guardado porque «me gustaría estar ahí en la retaguardia por si surge un imprevisto o hay que hacer alguna revisión».
Además de estos tres proyectos propios, Freddy ha enviado dinero a distintas organizaciones para diversas causas, como por ejemplo ayudar a mujeres de Kabul (Afganistán) o las familias afectadas por el volcán de La Palma, entre otras. Sí es cierto que este conquense, que perdió poco a poco la vergüenza de pedir dinero para otras personas, prefiere llevar a cabo sus propias donaciones y campañas para «ponerles cara directamente». Lo hace con ese afán también «exploratorio» de un mundo que necesita ayuda. Usa además el tenis como gran bandera. Estas no serán sus únicas acciones solidarias porque este alma caritativa seguirá apostando por un mundo mejor.