Sara T. Nalle, investigadora y pintora de la ciudad

Luz González
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Sara T. Nalle, investigadora y pintora de la ciudad

Sara es una de las extranjeras que lleva más tiempo afincada en Cuenca. Tiene su casa en el casco antiguo y, aunque no reside todo el año en la ciudad, los domingos por la mañana la podéis ver en el Paseo del Arte. En este lugar expone sus cuadros, paisajes urbanos, del río, de los pueblos colindantes… sobre todo de Algarra, otro enclave conquense de su preferencia donde pasa parte de sus estancias en España. El resto del tiempo vuelve a Nueva York, donde desarrolló su carrera profesional como catedrática de historia en la William Paterson University.

Su romance con Cuenca surgió en su juventud, cuando en una excursión organizada por su universidad conoció a Ángeles Gasset, otra enamorada de nuestra ciudad que le ha correspondido poniendo su nombre a una de sus calles. Vino a España en un programa de estudios de su universidad, la Bryn Mawr, de Pensilvania, que tenía estrechos vínculos con profesores españoles, entre ellos Tierno Galván. 

En Bryn Mawr terminó su doble grado de Historia y Filología Española, que luego completó con un doctorado en la Universidad Johns Hopkins en Historia de Europea Moderna, especializándose en la de España.  Cuando tuvo que buscar un tema para su tesis doctoral, se decidió por nuestra ciudad. Además del paisaje urbano y la naturaleza privilegiada del entorno, influyó la existencia de los archivos de la Inquisición, un tema de investigación muy de moda en aquella época. Más que el tema concreto de la Inquisición, a Sara le interesaba utilizar sus archivos para investigar la influencia que tenía en aquella época la Iglesia sobre la sociedad, desde el rey hasta el último campesino. Su director de tesis, Richard Kagan, la animó con el tema y le sugirió el título: Dios en La Mancha, que sería el de su libro de mayor éxito.

Antes de conocer a Sara, conocí esta obra suya, God in La Mancha, publicada en inglés en 1992, premiada como el mejor libro que trata del siglo XVI en Europa en todos los aspectos: historia, arte y sociedad. (Roland Bainton Book Prize, Sixteenth Century Studies Conference, for best book on any aspect of the period 1400-1650). Por desgracia, la traducción de este libro, realizada por la propia autora, ha tardado casi treinta años en ser publicada. A pesar de haber obtenido uno de los premios internacionales más reconocidos en el mundo académico y gozar de gran éxito entre los expertos en la materia, sobre todo en el mundo anglosajón, Dios en la Mancha, la reforma religiosa y el pueblo de Cuenca, 1500 - 1650, no salió a la luz en España hasta agosto de 2023, en la editorial Aldebarán. 

La biografía de Sara es tan interesante como sus libros, y me temo que es igualmente desconocida por nuestros paisanos, un desconocimiento que tiene que ver con la escasa y tardía publicación de sus obras en español. La mayoría de sus artículos todavía siguen sin ser traducidos, aunque los temas sean tan cercanos a la sociedad española, en especial, a la conquense como la Guerra de las Comunidades, la situación de los conversos conquenses, el exilio de algunos de ellos, la alfabetización y la historia de la imprenta, o la historia de la familia vista a través de la dote y las arras. 

El primer libro de la autora traducido al español, Loco por Dios, Bartolomé Sánchez, el mesías secreto de Cardenete, editado por la Fundación Cultura Ciudad de Cuenca en 2009, trata de un personaje de este pueblo conquense que, convencido de que era el mesías prometido en la Biblia, desafió a las autoridades religiosas de la comarca. Apareció en inglés en el 2001 con el mismo título, Mad for God: Bartolomé Sánchez, the Secret Messiah of Cardenete. La biografía de este individuo que acabó en las cárceles de la Inquisición, le sirve a su autora para mostrar las conexiones entre el radicalismo religioso, la rebeldía y la percepción de la locura. 

Durante un tiempo, a principios de su carrera, pensó que Cuenca sería su lugar de residencia permanente. Durante los años de investigación para su tesis, pasó largas temporadas aquí y barajó la posibilidad de ganarse la vida dando clases de inglés en esta ciudad en la que tenía su casa. Sin embargo, cambió de planes cuando consiguió su cátedra en la Universidad de Nueva York. Desde entonces, cada año, vuelve al paisaje conquense como las aves, en primavera y en otoño, cuando la naturaleza está en todo su esplendor.