Los celos y el control son factores predominantes para ambos sexos, a menudo percibidos erróneamente, como muestra de amor y confianza. De hecho, para un 56,6% de los chicos y un 50,5% de las chicas los celos justifican algún tipo de violencia. Esta es una de las conclusiones que los profesores de la Universidad de Castilla-La Mancha José Sanchez Santamaría y Fátima López Garrido acaban de dar a conocer en una artículo publicado en The Conversation, una plataforma editorial que pone a disposición de medios de comunicación y lectores artículos divulgativos y análisis escritos por la comunidad académica e investigadora.
Para llegar a esta conclusión, el grupo de investigación coordinado por José Sánchez Santamaría, ha estudiado la combinación peligrosa que para las relaciones adolescentes suponen los celos y las redes sociales a través de un trabajo pionero en Cuenca, donde no había estudios de este tipo. El objetivo era conocer las actitudes y percepciones a través una muestra de jóvenes en relación con la violencia en pareja adolescente desde una perspectiva transcultural. La muestra está integrada por 394 adolescentes de 14 a 20 años, de cuatro institutos de Educación Secundaria de Cuenca, con una edad media de 15,73 años. De ellos, el 53,80% son chicas y el resto, un 46,20%, chicos.
De este estudio se desprende que otros factores como la infidelidad pueden justificarla, según el 13,2% de los chicos.El análisis concluye que dos de cada tres jóvenes (un 69,3% y un 63,7%) cambian su comportamiento para evitar peleas.
Por otro lado, la tolerancia hacia el control y los celos lleva a aceptar acciones como compartir contraseñas en redes sociales o revisar el móvil de la pareja. Dar las contraseñas de sus redes sociales es visto como un acto de amor para el 26,9% de los chicos y para el 16,9% de las chicas. Eso implica que alrededor de uno de cada tres jóvenes ve normal dar las contraseñas de sus redes sociales a su pareja. «Como adultos lo veríamos como una invasión, pero ellos lo ven como una muestra de amor, de confianza. Es algo –explica Sánchez– que tiene que ver con el rol, las creencias, los valores, con el papel que entienden que tienen que jugar».
Asimismo, el estudio concluye que mientras que los chicos suelen ver la violencia como un tema privado a resolver entre ellos, las chicas la perciben como un problema social que requiere la intervención de amigos, familiares, etc. Son ellas las que en un 17,9% consideran el machismo como responsable de la violencia.
Desde una perspectiva transcultural, el estudio estima que hay diferencias notables en la percepción de la violencia. Por ejemplo, los jóvenes con creencias religiosas son menos propensos a aceptar la violencia sexual que aquellos sin creencias religiosas, y consideran que las conductas asociadas con la violencia psicológica o verbal deben tratarse de manera privada.
El profesor de la UCLM y pedagogo, José Sánchez, explica que la violencia en la pareja adolescente puede afectar a cualquier joven. Se trata de un problema social con implicaciones negativas en la salud, el bienestar y en el desarrollo de la personalidad.
No obstante, aclara que los resultados de Cuenca no son extrapolables, aunque asegura que los datos son muy similares a estudios como del Observatorio Social de La Caixa, la encuesta de Violencia en Jóvenes del Ministerio de Igualdad o el estudio de Save de Children. Aunque no es representativo de todos los jóvenes, sí que está en línea a otros estudios, pero recalca que no se puede generalizar, porque la muestra es de 400 jóvenes, «en principio son más conscientes de los comportamientos machistas las chicas que los chicos». Además, subraya que los centros más interesados en el estudio fueron los concertados.
El coordinador del estudio asume que es un tema difícil de manejar en la sociedad porque «no podemos ver la violencia de la pareja adolescente como en la pareja adulta; no es igual y no tiene el mismo comportamiento».
Otras adicciones: alcohol, drogas y... bebidas energéticas. El profesor José Sánchez alerta de adicciones que afectan al comportamiento de los jóvenes que están relacionadas con nuevos consumos, en concreto con las bebidas energéticas. «Hasta ahora pensábamos que estaban en el alcohol, las drogas, pero en los nuevos consumos de esas bebidas, que no se ven como alcohólicas y los jovenes las toman, hay un riesgo». El Plan Nacional de Drogas ha estudiado el inicio del consumo de bebidas energéticas con el alcohol y las drogas, y la relación con el aumento de violencia en los chicos.