El conquense que estudió y apoyó el vascuence

Óscar Martínez Pérez
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El conquense que estudió y apoyó el vascuence

Lorenzo Hervás y Panduro, uno de los más grandes conquenses de la historia –horcajeño de nacimiento (1735/1809)–, fue pionero, además de genial y profundo conocedor y estudioso de todas las ramas del conocimiento y el saber en las que participó, como la Pedagogía, la Medicina, la Demografía, las ciencias del lenguaje y un larguísimo etcétera. El abate y jesuita fue reconocido en su época como filólogo y catalogador de las lenguas «en base a criterios gramaticales», siendo ponderado y valorado por toda la comunidad científica y culta como el estudioso mejor informado de la situación lingüística del planeta. 

Su paisano y biógrafo Fermín Caballero nos dijo sobre él que «se hallaba a la altura de los progresos de su época, que alcanzaba en ciencias lo que los sabios en Europa, y que estaba más avanzado que la generalidad de sus compatriotas escritores». Menéndez y Pelayo consideraba a Hervás como el que «supo más que otro hombre alguno del siglo XVIIII, y hasta adivinó y creó ciencias nuevas».

El horcajeño expuso sus ideas y teorías sobre la lengua vascuence en dos obras filológicas: Catalogo delle lingue, en italiano, Cesena, en 1784, y el Catálogo de las lenguas, publicada en Madrid, en español, entre 1800 y 1805, además de en Escuela española de sordomudos.

El interés y el estudio del conquense por la lengua que hablaban los vascongados le venían por sus motivaciones antropológicas y lingüísticas sobre España y sus orígenes. Pero también –como apunta Antonio Astorgano– posiblemente por el «espíritu reivindicativo de sus amigos fueristas vascongados». El sabio horcajeño, basaba su investigación en su teoría del sustrato, del que fue precursor, explicando que las lenguas siempre se mantienen inalteradas en lo fonético y lo sintáctico: «La pronunciación es la señal exterior indeleble del carácter distintivo de las naciones: ella, aún en los que hayan abandonado del todo su lengua primitiva, nos dice claramente su carácter. Demostraré la verdad de esta proposición con un ejemplo práctico entre los españoles: y este ejemplo solo, sobre el que ninguna reflexión han hecho los innumerables críticos que han disputado sobre la antigua lengua española, basta para demostrar que esta fue la vascongada que al presente se habla en Navarra y en los señoríos de Vizcaya».

Hervás y Panduro mantuvo una relación muy amistosa y erudita con todo lo vascongado, si bien no tanto como algunos de sus amigos vizcaínos, que en algunos casos exaltaban su regionalismo y foralismo profundamente, relacionándolos con la lengua primitiva y única… El abate conquense reflexionó sobre el primitivo lenguaje destacando que «el acento con que pronunciamos el español es vascongado. Póngase un libro de lengua española en manos de un inglés, sueco, alemán, francés, italiano,  que no sepan la lengua española… Estos ejemplos por sí solos demuestran que la lengua vascongada fue la antigua de España; pues si no lo hubiera sido, todos los españoles no convendrían con los vizcaínos y navarros en el acento. Estos ciertamente pronuncian ahora su idioma como lo pronunciaron los primeros pobladores de Vizcaya y Navarra: todos los españoles tenían antiguamente la misma pronunciación, en la que después con la entrada de los cartagineses, y con la dominación de los sarracenos introdujeron el acento gutural de la jota que no tiene el idioma vizcaíno».

La sensible y erudita relación mantenida por el sabio conquense con los lingüistas vizcaínos no cabe duda que ayudó mucho a que las teorías lingüísticas vascongadas no fuesen incompatibles con el patriotismo hacia España de todos, al no ser una lengua excluyente sobre el  idioma español. Hervás comprendió que los lingüistas vascos querían demostrar que su idioma era el más antiguo y por lo tanto el más auténtico de España, por ser la más antigua lengua ibérica introducida en la Piel de Toro nada menos que por Túbal siguiendo la creencia bíblica. Esta última boutade del erudito manchego entra en contradicción con su erudición, pero es evidente que algo le tenían que influir las tesis del vascoiberismo de Larramendi o Astarloa…

Antonio Astorgano, gran conocedor de la obra de sabio horcajeño, ha recopilado la correspondencia mantenida por el lingüista con sus colegas vascongados, relacionándolas con los textos publicados por los foralistas decimonónicos. En uno de estos textos Astarloa vinculaba la lengua vascuence con España en estos términos: «No, amados españoles, no; no es la lengua vascongada la lengua de los californios, no es el idioma de los bárbaros del Norte, no nació en las islas remotas del mar Pacífico, no os vino de los últimos e inhabitables términos del orbe. Es lengua vuestra, lengua de vuestra misma nación, lengua de vuestros más remotos abuelos. Miradla con cariño. No es fea, no bárbara, no inculta; al contrario, es hermosa sobre manera, es rica sin igual, es culta, es enérgica, es suave, es, finalmente, digna de una nación sabia como la vuestra».