Adrián y John Mario son solo dos ejemplos más de personas que por distintas situaciones y factores, no necesariamente vinculados al mundo de las adicciones o a la salud mental, se han visto, casi sin darse cuenta, viviendo en la calle, sin un techo en el que refugiarse y desarrollar su proyecto de vida.
Por suerte, como ellos mismos confiesan, se encontraron con Cáritas que, en un primer momento, a través del Centro de Acogida de Urgencia, y, después, de su centro residencial, les ha permitido retomar las riendas de su vida y encarar su futuro con mucha más esperanza e ilusión.
Y es que, como ellos mismos aseguran, en Cáritas no solo han encontrado un techo, sino también un hogar e, incluso, una familia; un lugar donde se sienten «queridos, protegidos y valorados».
Pero hasta ese momento, no dudan en subrayar lo mal que lo han pasado en la calle y lo que han tenido que afrontar. Una situación de la que, según ponen de manifiesto, nadie está exento. De hecho, aseveran que «cualquier persona en un momento determinado nos podemos ver en una situación de calle».
El joven conquense Adrián, por ejemplo, explica que se vio viviendo en la calle, tras tener que irse de casa por «mala convivencia» y, después de mucho buscar, no encontrar ni trabajo estable ni una vivienda, donde emprender su nueva etapa. Confiesa que «es una cosa bastante dura de vivir», pero, por suerte, todo cambió cuando Cáritas se cruzó en su vida.
Al colombiano John Mario, por su parte, no le valió ser bailarín profesional, campeón mundial de salsa y, además, modelo para verse un día viviendo en la calle y no encontrar la forma de dar un giro a su vida. Algo que sí pudo hacer cuando acudió a Cáritas, donde, a pesar de los «miedos» iniciales, «me he sentido protegido y donde realmente siento que tengo una familia».
Y es que, según dice, «para mí, es importante que se preocupen de mí, me valoren y me quieran como soy, y eso lo he encontrado aquí, en Cáritas».
Es por ello que estos dos jóvenes ven ahora el futuro con otros ojos y tienen muy claras sus metas.
Así, por ejemplo, Adrián, que es escritor, quiere dejar huella, pero luchando por la salud mental, que considera muy importante, pero que casi nadie valora, además de formar una familia y un proyecto de vida.
John Mario es más ambicioso y, además de verse «como un artista y modelo que va a llegar muy lejos», quiere abrir su propia agencia de modelos y una escuela de baile.