El 3 de febrero de 2006, el Teatro-Auditorio de Cuenca vivió una de esas jornadas memorables a la vez que inolvidables que sirven para jalonar la historia de un recinto escénico, de características modestas y por tanto alejado de los oropeles que parecen reservados a los grandes y famosos coliseos. Ese día se estrenó aquí, en Cuenca, Filomena Marturano, una comedia dramática original de Eduardo de Filippo, que ya había sido llevada al cine con la enorme Sofia Loren en el papel principal bajo la dirección de Vittorio de Sica y que en la pantalla se tituló Matrimonio a la italiana.
La obra había tenido ya un éxito enorme en Italia y en otros países donde se había representado pero faltaba la versión española, que ese año acometió el productor Juanjo Seoane, que en 2022 fue homenajeado en su Cantabria natal al cumplir 50 años en la profesión por «su papel imprescindible» en las artes escénicas españolas. Varias e importantes obras montadas por Seoane habíamos traído ya al Teatro-Auditorio de Cuenca cuando me propuso hacer un estreno nacional, algo que encierra siempre algunas complejidades; la primera, que el teatro tiene que permanecer cerrado durante varios días para preparar los ensayos y el montaje; la segunda, que el personal técnico debe igualmente estar dedicado en exclusiva a esas tareas y no a otra.
Como se suele decir, me lie la manta a la cabeza, acepté la propuesta y abrimos las puertas del teatro para la preparación y estreno de Filomena Marturano, lo que significó tener aquí, entre nosotros, casi conviviendo con ellos día tras día durante una semana, a Concha Velasco, Héctor Colomé (otro grandísimo actor, también fallecido), Lucio Romero, Selica Torcal y media docena más, bajo la dirección de Ángel Fernández Montesinos.
El día del estreno de 'Filomena Marturano' escribió esto en el libro de firmas del Auditorio - Foto: J.L.M.No hace falta que yo añada aquí nada sobre la personalidad, ciertamente alegre y vitalista, de Concha Velasco. A estas alturas, todo el mundo sabe ya cómo era esta mujer, en su vida y, sobre todo, en la escena, el tipo de actriz que se crece en cada actuación, volcando en ella entusiasmo y creatividad. El día del estreno, escribió en mi libro de firmas:
«Gracias, Cuenca. Gracias por la alegría de volver a empezar… aquí… con vosotros. Concha Velasco. ¡Filomena Marturano!
¡Ah! Gracias, José Luis, por creer en nosotros… sin vernos».
Su letra es grande, potente, muy expresiva. La alusión a «volver a empezar» se refiere a que habían pasado algunos años sin subir a los escenarios, desde Inés desabrochada, de Antonio Gala, y ahora, retornar a ese mundo mágico del teatro, aquí en Cuenca, fue para ella una gran alegría.
Filomena Marturano se representó dos días seguidos y recibió en Cuenca 1.066 espectadores, con la máxima recaudación de ese año, superando en algunos dígitos a Luz Casal y Luis Eduardo Aute.
La experiencia mereció la pena y, por supuesto, conocer tan de cerca a una mujer como Concha Velasco, también.