En un rincón soleado del CEIP La Paz se encuentra un huerto escolar que no solo embellece y colorea el patio, sino que también se ha convertido en un aula viva donde los alumnos aprenden lecciones valiosas sobre la naturaleza, la sostenibilidad y la colaboración. Es un espacio aprovechado a la perfección, cuidado al detalle y que viene a sustituir el hormigón al uso por un suelo productivo de todo tipo de verduras y frutas.
El huerto escolar es «una actividad muy motivadora para los alumnos, que rompe con la rutina del trabajo académico ordinario», tal y como explica el docente de Educación Física y coordinador del proyecto, Mariano Vera, que decidió emprender esta iniciativa hace dos cursos y bajo el título de Deshormigonando el patio del colegio.
Los estudiantes, con pala en mano, experimentan acciones como preparar y abonar el terreno, plantar y sembrar diferentes frutas y verduras, reconocer las distintas especies cultivadas y de sus necesidades y cuidados, así como las herramientas que se han de usar y las técnicas de cultivo que existen. También conocen cómo dar vida a una semilla y la necesidad de mantener un riego adecuado para alimentar a las plantas. Mariano detalla que esta plantación es «intensiva»y se trata de un sistema de producción de «regadío». Actualmente, existen seis bancales amplios, tres que había inicialmente más otros tres que se han ido ampliando, «con mucho esfuerzo y trabajo por parte de los chicos», añade Mariano. Esta labor da sus frutos y la cosecha se reparte entre todos los participantes.
Del Aula al Huerto - Foto: Manu ReinaEn el proyecto Deshormigonando el patio del colegio, aprobado rápidamente por la Inspección Educativa, participan los 400 alumnos del CEIP La Paz, desde más pequeños de tres años hasta los mayores de sexto de primaria. Los distintos grupos bajan al huerto cada tres semanas durante una sesión de 45 minutos, que suele coincidir con la asignatura de Conocimiento del Medio. La tutora de segundo, Andrea Abarca, señala que «los niños se ponen muy contentos cuando les toca bajar al huerto y sus caras de felicidad lo dicen todo» y recalca que se trata de una actividad que «no les cuesta nada y es una de las más motivantes para ellos». Además, la tutora recalca que el huerto es «un aprendizaje significativo, porque los alumnos aprenden haciendo y de una manera que les motive». Al fin y al cabo, «les encanta lo manipulativo». Todo ello hace que «sea una iniciativa estrella».
Es también una gran despensa porque se contabilizan más de 1.500 plantas cultivas de casi cerca medio centenar de especies diferentes. El alumno tiene la oportunidad de llenar la cesta con una amplia variedad de alimentos. Y para asegurar que la producción salga a flote, han instalado incluso un espantapájaros, que es el encargado de custodiar este tesoro ante la amenaza de los pájaros. Al principio «asustaba un poco a los más pequeños, pero rápidamente comprobaron que se trata de un espantapájaros elaborado con mi propia ropa», explica Mariano, que ha colocado distintos juguetes sonoros para hacer más especial la estancia de los pequeños agricultores.
Mariano explica que es necesario «deshormigonar parte de los centros educativos para brindar a los alumnos espacios libres, donde poder desarrollar una auténtica educación en valores y ambiental, orientada hacia una forma de vida activa y saludable, fuera del rígido entorno del aula y del libro de texto».
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El huerto escolar del CEIP La Paz es un ejemplo inspirador de cómo un pequeño proyecto puede tener un gran impacto en la educación y la comunidad. Al conectar a los estudiantes con la naturaleza y enseñarles valiosas lecciones sobre sostenibilidad y trabajo en equipo, este huerto está sembrando las semillas para un futuro más verde y consciente.