En sus manos, todo cobra vida. Tan solo necesita un pincel y una paleta para dibujar todo aquello que invade su mente, ya sea real o ficticio. El resultado es tan asombroso como lo es también que nunca haya ocupado pupitre en una academia artística. Es puro talento innato y cada vez va a más. Claudia Molina, una pintora de 21 años, ha creado más de medio millar de obras que combinan realismo y fantasía, capturando la atención de miles de seguidores en redes sociales. Demuestra que la pasión y el arte pueden abrir puertas y conquistar corazones.
Desde muy pequeña, Claudia, más conocida por su nombre artístico Clau Canvas, mostró una inclinación natural por la pintura. «Me encanta desde siempre, cuando mis primos jugaban, yo prefería coger un folio y ponerme a dibujar», apunta. Sus primeros recuerdos están llenos de imágenes de ella con un pincel en la mano, creando mundos coloridos en cualquier superficie que encontrara. Papel, lienzo, madera, piedra o mesa, entre otros soportes tradicionales, no sorprenden, pero es que también explota su talento con su propia cara porque «veo lienzos en todas las partes», asegura entre risas.
Sin asistir a clases de arte, Claudia desarrolló su habilidad observando el mundo a su alrededor y experimentando con diferentes técnicas y materiales, como «acuarela, témperas, acrílico, diseño digital o carboncillo, por ejemplo, pero me decanto por la primera opción». Esta joven detalla, además, que «siempre he tenido una conexión profunda con el arte y es mi manera de expresarme o de plasmar mis emociones». Confiesa que no tiene «un estilo propio definido», pero tan solo basta con ver su estudio para comprobar que sí que lo tiene. El fin que intenta perseguir es que cada creación «tenga un trasfondo y que verdaderamente conecte con la gente».
Sus obras se caracterizan por contener una mezcla única de realismo y fantasía, algunas más abstractas que otras. Los cuadros transportan al espectador a mundos imaginarios llenos de detalles meticulosos, elementos surrealistas y personajes ficticios. También se apoya en series, películas o artistas famosos para inspirarse. Esta fusión ha capturado la imaginación de muchos, diferenciándola en un campo donde la originalidad es clave. Claudia explica que cada cuadro «parte de un paisaje, idea o de imaginación, pero todos siguen un criterio y sentido».
Al principio tenía «miedo» de exponerse, pero ha sabido aprovechar el poder de las redes sociales para compartir su arte con el mundo. Publica tanto el resultado final de sus obras a través de fotografías como vídeos del proceso de elaboración, permitiendo a sus seguidores ver cómo sus creaciones cobran vida. Hasta la fecha, cuenta con una comunidad de más de 55.000 seguidores, teniendo en cuenta que llega a 25.000 personas en Instagram, 18.000 en Tik Tok y otras 14.000 en YouTube. Lo más curioso es que al principio en su aventura digital decidió «no decirle nada a nadie sobre mi proyecto, incluso ni a mi familia», pese a que se grababa en su habitación, pero el éxito iba a hacer todo el ruido, siendo poco después imposible esconder su talento.
Visualizaciones. Estos vídeos se han vuelto virales con publicaciones que superan incluso el millón de visualizaciones, un impacto que aumenta su popularidad. Recuerda, especialmente, «un vídeo que hice pintando las Casas Colgadas se hizo viral e incluso la gente me reconocía y me paraba por la calle». Esta joven reconoce que las redes sociales «me permiten enseñar mi trabajo no solo a la gente de Cuenca, sino a todas las personas del mundo» y enfatiza que «lo hago también para inspirar a otras personas a que se animen a pintar y hacerles ver que son capaces». El público, que no pierde detalle de sus publicaciones periódicas, escribe, comenta y solicita encargos a esta joven. Tantos que a veces llegan «muchos a la vez». Intenta darle salida a todos y conquistar a cada uno.
Actualmente, Claudia está estudiando el tercer curso del Grado de Magisterio de Primaria en la Universidad de Castilla-La Mancha, concretamente aquí, en el campus universitario conquense. «Estudio porque quiero tener una formación» y también un seguro para afrontar el mercado laboral con garantías el día de mañana. Sin embargo, su verdadera vocación es dedicarse por completo a la pintura. «El día de mañana me gustaría dedicarme y vivir de ello, porque es mi gran pasión». Con el apoyo de su creciente base de seguidores y el reconocimiento que está ganando, además de iniciarse pronto en el mundo de la exposición, esta conquense está cada vez más cerca de hacer realidad su sueño. Tan solo es cuestión de tiempo que vuelva a encandilar con su próxima obra.