Lo más sorprendente, desde que el pasado 9 de junio se cerró la coalición de partidos integrados en el Movimiento Sumar, es el escaso ruido que ha provocado hasta el momento ese conglomerado prendido con alfileres, que tiene al menos la voluntad de llegar a las elecciones del 23-J sin pegarse tiros en los pies, alejándose de guerras culturales, de las insidias personales y de propuestas estrambóticas. Podemos, ha asimilado la defenestración de la ministra de Igualdad, Irene Montero, y de su portavoz parlamentario, Pablo Echenique, y desde ese momento solo se ha escuchado la voz de su secretaria general y ministra de Asuntos Sociales, Ione Belarra en plena sintonía con Yolanda Díaz, sin una frase más alta que otra, y con la asunción del partido morado de su posición secundaria en el proyecto de Yolanda Díaz tras sus malos resultados en las elecciones territoriales.
Que una quincena de partidos se haya puesto de acuerdo para reunificar la izquierda y mejorar las expectativas electorales en los próximos comicios, no quiere decir que los problemas no vayan a aflorar más pronto que tarde, o que cada uno de los partidos renuncie a defender sus intereses políticos o nacionales. Dos dirigentes de En Comú Podem, su cabeza de lista por Barcelona, Aina Vidal y Ada Colau, han recordado que en este partido hay partidarios de la celebración de un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Las alarmas saltaron ante la posibilidad de que los partidos de la derecha hayan encontrado un leitmotiv potente, -como los acuerdos de Sánchez con EH Bildu en el 28-M, para situar la campaña electoral en terreno favorable, sacudirse el guirigay por los pactos con Vox y llevar el debate hacia un punto de los que mueven los sentimientos de los votantes conservadores y devolver a la palestra los indultos y la reforma del Código Penal.
La reacción de los dirigentes de la campaña de Sumar ha sido inmediata para situar el asunto en sus justos términos. Si se trata de votar, se haría sobre los acuerdos alcanzados en la mesa de diálogo entre el Gobierno de la nación y la Generalitat. Que el jefe del Ejecutivo insista en que cualquier acuerdo sobre Cataluña se hará sobre el principio de respeto a la ley y la Constitución es desdeñado por quienes manifiestan su desconfianza hacia la decisión última de Pedro Sánchez, al que consideran proclive a esa consulta que siempre ha negado y que ni su partido le dejaría realizar. Las causas por las que Cataluña y el procés han dejado de ser uno de los problemas que más preocupan a los españoles están claras, y las consecuencias en la división del movimiento independentista, también. Cuestión de credibilidad, por tanto. Pero entre la contingencia de los pactos entre el PP y VOX y el imposible futurible de un referéndum de autodeterminación hay una distancia sideral.
La candidata de Sumar a la presidencia del Gobierno, Yolanda Díaz, y su equipo de campaña están empeñados en sofocar los conatos de ruido interno, el que ha jugado en contra de las expectativas de la izquierda, para que se hable solo de sus propuestas sobre "las cosas de comer" para mejorar la vida de los ciudadanos, y de los otros dos asuntos en los que los partidos de la derecha se encuentran en rumbo de colisión y de coalición, el feminismo y las propuestas ambientalistas.
Sin ruido de Podemos, desdeñada la trampa de los debates a tres tendida por el PP y estabilizado el frente catalán, Yolanda Díaz desgrana propuestas para su público objetivo, sin estridencias.