Yanguas tilda de "escarnio" la inauguración de los Juegos

Redacción
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Para Yanguas, los creyentes han debido sentirse indignados por la "la zafia y grotesca escenificación del misterio central de nuestra fe, la Sagrada Eucaristía".

Yanguas tilda de "escarnio" la inauguración de los Juegos - Foto: Reyes Martinez

El obispo de Cuenca, José María Yanguas,  ha "repudiado" la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París al entender que ha supuesto un "escarnio y befa de la fe de los cristianos".

Así se ha expresado el obispo en un comunicado publicado en la página web del Obispado, en el que Yanguas ha considerado  "inadmisible" que se aprovechase la presencia "en directo" de cientos de miles de espectadores, y de otros muchos millones de seguidores por televisión para "hacer escarnio y befa de la fe de los cristianos".

Para Yanguas, los creyentes han debido sentirse indignados por la "la zafia y grotesca escenificación del misterio central de nuestra fe, la Sagrada Eucaristía".

Con todo, el obispo ha aclarado que no entra a juzgar la calidad del espectáculo, "pues de un espectáculo se trató ciertamente".

Para el obispo, la ceremonia ha supuesto "una absoluta falta de respeto que alguien podría calificar benévolamente de gratuita, aunque de gratuita no tuviese seguramente nada".

"Pareció, más bien, un acto de propaganda, uno más, de la ideología de género que se quiere imponer a todos (como frecuentemente ha recordado el Papa), aunque se encuentre en las antípodas de la fe cristiana, y de la que se quiere hacer un trágala, por la fuerza de leyes insensatas y de una propaganda bien y ricamente orquestada y dirigida", ha sentenciado.

Por todo ello, el obispo ha invitado a los fieles diocesanos a reparar generosamente por la ofensa hecha "a Dios Nuestro Señor", a la vez que ha reclamado para los cristianos el mismo respeto que merecen todas las demás religiones y creencias y, en general, todas las personas.

El obispo de Cuenca, José María Yanguas Sanz, presentó en 2022 su renuncia a continuar como obispo de la Diócesis, de la que es prelado desde el año 2006,  al cumplir 75 años, edad de jubilación eclesiástica, aunque el relevo todavía no se ha hecho efectivo.