Con tesón, una enorme dedicación, rodeada de herramientas, planos y fragmentos de historia, Montserrat Soriano dedica sus días a una labor tan meticulosa como apasionante: la restauración de fuentes de agua. En el proyecto en el que se encuentra inmersa en estos momentosm no solo repara piedra, sino que devuelve vida a monumentos históricos, conservando el patrimonio cultural para las futuras generaciones.
Esta restauradora es la encargada y también la «afortunada» de hacer brillar o dotar de una imagen digna a seis fuentes emblemáticas de la capital. Concretamente, la de la Plaza Mayor, junto a las de La Canaleja, calle Julián Romero, calle Armas, Canónigos y Arenotas. Ésta última, precisamente, es en la que está centrando ahora todos sus esfuerzos. Son estructuras muy importantes para Cuenca porque poseen un carácter singular por su ubicación o historia. También se encargará de colocar una séptima en el barrio de la Fuente del Oro.
Las actuaciones que está llevando a cabo, con la ayuda de Guillermo Patiño, se enfocan en «limpiar los líquenes» y, posteriormente, en «consolidar la piedra con un producto para que no se deteriore más». El método es ejercer por medio de «limpieza en seco». Toma una pistola con compresor y a través de la fuerza regulada del aire, unido al uso de silicato de aluminio, «voy limpiando con cuidado todas las partes». Dependiendo del estado en el que se encuentre el soporte, «utilizo menor o mayor potencia, así como una variedad u otra de silicato, ya sea de nivel uno, dos o tres». Este material «permite limpiar y recuperar el estado original de la piedra». También es importante «dotar la zona con otro producto para evitar que vuelvan a aflorar los líquenes». Eso sí, en todo este proceso, «de lo que se trata es de no quitar ninguna piedra o elemento original».
Este proyecto de restauración de fuentes de agua, en el que se ven involucrados. además, un equipo de técnicos, arquitectos y arqueólogos, es una iniciativa que nace por encargo del Ayuntamiento de Cuenca. Arrancó el pasado mes de febrero y se tiene que culminar en un plazo de siete meses. A estas alturas, «casi todas están ya al cien por cien». El resultado genera una elevada expectación, sobretodo en la fuente de la de la Plaza Mayor, por su «extraordinaria ubicación e historia». En esta estructura hidráulica del corazón del Casco Antiguo, Montserrat, que agradece la oportunidad que se le ha brindado, no solo ha llevado a cabo una limpieza a fondo, sino que también ha restaurado «el escudo y prácticamente el cáliz entero».
En ella están puestas todas las esperanzas y detalla que preservar y restaurar el patrimonio es «necesario», con lo que cualquier actuación u obra que suponga una mejora, es «siempre una noticia positiva». Si se hace en Cuenca, que es ciudad Patrimonio de la Humanidad, «mucho mejor». Está afincada desde hace dos años en Cañamares y apunta que «la gente, realmente, no sabe cómo estaba cada fuente hasta que ve el cambio», y de hecho «se sorprenden mucho». Eso sí, recalca una y otra vez que es «obligación de todos que conservemos y velemos por nuestras fuentes, que cuidemos y respetemos el patrimonio». Es fundamental que «no tiremos basura en las fuentes y tampoco se hagan pintadas o grafitis». Monteserrat Soriano está a punto de acabar con este proyecto, que es un trabajo en el que «quería estar desde el primer momento porque me parece fascinante». Explica que «las fuentes tendrán ahora una imagen muy bonita». Su trabajo es un testimonio de cómo el arte, la historia y la pasión pueden converger para crear un legado duradero. Y así seguirá esforzándose porque también prepara su inminente salida a varios pueblos de la provincia para ponerse manos a la obra con otros tesoros.
El agua, tanto la que se acumula como la que cae al vacío, pondrán la guinda a estas estructuras. Y qué mejor para afrontar los meses calurosos que se vienen por delante.