Icónicos nombres de la música saben bien lo que es tener entre las manos una guitarra de Vicente Carrillo Casas (Casasimarro, 1963). Este luthier representa la octava generación de una saga que está a punto de cumplir 300 años. Aunque Carrillo atesora importantes reconocimientos, entre ellos el Premio Nacional de Artesanía, siente que no es profeta en su tierra y lamenta la falta de reconocimiento que tiene la historia de la guitarra. Sus instrumentos llegan a todos los rincones del mundo y por su taller de Casasimarro han pasado grandes músicos.
¿Qué es lo que le llevó a ser luthier?
Pues como se suele decir, no es que fuera por imperativo legal, pero casi. En la familia somos ya casi ocho generaciones haciendo guitarras y casi que estaba cantado que tenía que seguir con la tradición, aunque al principio no lo tenía muy claro. Un día me cogió mi madre y me dijo que aquí hay que hacer algo: 'O a estudiar lo que quieras o al taller, tú verás lo que haces'. Esas fueron las palabras y eso fue lo que decidí hacer.
Son ya ocho generaciones, eso implica asumir también una responsabilidad. ¿Cómo lo lleva?
Cuando tomé la decisión yo quería, por lo menos, llegar al nivel de mi padre y retomar su paso porque murió muy joven, con 44 años. En aquellos años 60 y 70 tenía un mercado impresionante en todo el mundo de las guitarras. Y claro, yo quería retomar el camino que él dejó y, por lo menos, igualarlo. Creo que lo hemos superado.
¿Cómo definiría el sonido de sus guitarras?
El sonido es muy relativo. ¿Cómo defines un perfume? Es lo mismo. Es una cosa muy personal que cada guitarrista lo entiende. Lo que tratamos de hacer es transmitir al guitarrista lo que él demanda. Esto es un mundo en el que no es que haya tendencias, ni nada moderno. Hay innovaciones en lo que es la técnica de construcción de la guitarra, pero lo importante es el sonido. Es como un buen plato de un restaurante de tres estrellas si no tiene sabor o no tiene presencia. Aquí pasa lo mismo. Tienes que hacer un buen mueble con un buen sonido y que después al comensal le guste.
Si lo puede desvelar. ¿Cuál es el secreto para hacer ese buen mueble y que tenga buen sonido?
El tiempo. El tiempo es algo que tienes que tener en cuenta. Aquí no hay prisas para nada. No tenemos tiempos de montaje, ni de trabajo, ni de controles. Se trata de empezar a fabricar un instrumento y acabarlo bien, con la máxima perfección que se pueda. Luego toca presentarlo al guitarrista, que lo disfruten y que reconozca el trabajo que hacemos. Trabajamos con muchos guitarristas de todos los estilos y hasta ahora todos han dado el visto bueno a las guitarras.
Combina tradición y vanguardia en la elaboración de guitarras. ¿Qué ha aportado a la elaboración de las guitarras?
Hay técnicas de construcción que los guitarristas demandan. Hay una técnica innovadora que es la doble tapa, que se hace con un interior de nomex. El nomex es un material con el que se fabrican los chalecos antibalas. Es como un panal de abeja. Tuve la suerte de conocer al inventor de ese sistema y darle la suficiente confianza como para explicarme cómo se trabaja ese sistema. He tardado cuatro años en aprenderlo, en ganarme la confianza de esta persona, que poco a poco él también se fuera abriendo y me explicara cuál es la técnica de construcción.
¿Qué le ha aportado esta técnica?
Esa técnica es innovadora en el sonido de las guitarras. No sé si por el clima, por la construcción o qué. Lo que aportamos aquí es trabajar con ese sistema para obtener un sonido tradicional, un sonido a madera, un sonido español. Muchos de los luthiers que trabajan en ese sistema sacan un sonido artificial, un sonido que no es natural. No sé si será por la presión climática o el porqué. Nosotros conseguimos con ese sistema que sea el sonido de una guitarra tradicional, pero con la potencia, los armónicos y el brillo que ese sistema produce. Cuando ponemos algo y no es natural dentro de la madera el sonido se transforma, pero lo que hemos hecho ha sido respetar el sonido tradicional, de guitarra española, con ese sistema de innovador de trabajo.
¿Se siente especialmente orgulloso de alguna guitarra que haya elaborado?
Lo primero es sentirse orgulloso de tu trabajo, de lo que haces, del nivel al que ha llegado. Todas las guitarras son iguales y después se está orgulloso de quien la toca, que no es lo mismo. Todas las guitarras tienen una pequeña historia. Ocurre a veces que cuando traen alguna guitarra para reparar hay pequeños detalles de la madera, porque ninguna es igual. Más o menos recuerdas cuando la hiciste. Pero de lo que más orgulloso te sientes es de las manos que las tocan.
Y sus guitarras las tocan grandes guitarristas, empezando por Paco de Lucía...
Sí. Paco de Lucía, Tomatito, Vicente Amigo, el Niño Josele, Yamandu Costa, que es el guitarrista más virtuoso de la historia ahora mismo. Hacemos una guitarra con marca Yamandu Costa. Y hay muchos más, como Pablo Alborán, Mike Oldfield, Jorge Drexler, Elvis Costello o Keith Richards y Ronnie Wood, de los Rolling Stones, entre otros. Hay muchos guitarristas que han confiado en nuestras guitarras.
¿Cómo logra el reconocimiento de todos estos artistas?
El reconocimiento es poder personalizar un instrumento para ellos, que no todos los luthiers están dispuestos a hacerlo. Sobre todo, el sonido que nuestras guitarras sacan. Si al artista le preguntas cuáles son sus necesidades y las reflejas en la guitarra que ellos necesitan, eso lo dice todo. Luego está el boca a boca entre ellos. Por ejemplo, Jorge Drexler comentó con Elvis Costello y éste me pidió una guitarra. O con otro guitarrista brasileño también muy amigo de Yamandu Costa. Este a otro americano y así. Todo es una cadena que se va dando, pero la base tiene que ser buena para que estas personas confíen en ti y puedan recomendar.
¿Siempre quiso fabricar guitarras o también en algún momento se planteó tocar?
Tocar la guitarra no es como montar en bici, que sabes toda la vida. Yo me fui de Casasimarro prácticamente con 13 años a estudiar a Landete, luego a Albacete y después al servicio militar. Volví ya casi con 21 o 22 años. Hasta que me fui a Landete a hacer el bachiller íbamos a una academia de guitarra que había en el pueblo luego. Después dejas de tocarla, sabes cuatro acordes, pero lo que es una partitura no sé leerla. Tampoco es necesario para ser un buen guitarrero poder leer la partitura.
¿Qué significa para Casasimarro esta saga de luthiers, que funciona desde 1755?
Es historia. Es una historia que tiene ahora mismo Casasimarro y que no se reconoce. Posiblemente no, con seguridad, Casasimarro es de las poblaciones más antiguas de España que con continuidad, sin dejarlo un día, ha estado haciendo guitarras desde hace más de 280 años. El mismo Ayuntamiento de Casasimarro no lo reconoce. Siempre se dice que nadie es profeta en su tierra y es verdad, no digo ya solo el Ayuntamiento, digo la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. No se reconoce que Casasimarro es historia de la guitarra, no española sino a nivel mundial. Cuando nuestros antepasados fueron a Granada a un juicio, fueron a aprender hacer guitarras y trajeron lo que era la técnica de hacer guitarra, en Casasimarro no ha habido ni un día sin empezar a hacer guitarras. Ahora mismo es el taller más antiguo de del mundo.
¿La continuidad de esta saga de guitarreros está asegurada?
Nunca se sabe lo que va a ocurrir. Ahora mismo tengo ya 61 años y confío en que, si quieren, los trabajadores sigan para adelante. Lo que es el relevo generacional familiar ya digo de antemano que no. Cuando llegue la jubilación ya veremos lo que se hace.
¿Cómo cree que se corregiría esa situación esa falta de reconocimiento de la que habla?
Eso son las administraciones las que tienen que decirlo. Yo ya no puedo decir más. Como dice un refrán, 'tú puedes llevar el caballo al río, pero no puedes obligar a beber agua'. Aquí pasa lo mismo. Tú puedes decirlo, pero no puede obligar a nadie a que lo haga. Cuando muestren un interés, entonces nosotros lo apoyaremos. Sin embargo, no se muestra ningún interés por saber la historia que tenemos en Castilla-La Mancha o en Cuenca, por ejemplo. En Cuenca se reconoció la historia de Casasimarro en tiempos de Pedro Mercedes y de mi padre. La Diputación o el Gobierno Civil de Cuenca paseaban a mi padre y a Pedro Mercedes por todo el mundo, mostrando lo que era la artesanía de Cuenca. La provincia estaba orgullosa de la artesanía que tenía. Eran artesanías emblemáticas de Cuenca como las alfombras de Casasimarro, la cerámica de Pedro Mercedes o la guitarra de Vicente Carrillo. Entonces se reconocía mucho más que ahora y se apoyaba más la artesanía.
De todas maneras, tiene importantes reconocimientos, entre ellos un Premio Nacional de Artesanía...
Somos padre e hijo, que yo creo que somos los únicos en España que tenemos el Premio de Artesanía. A mi padre se lo dieron en 1970 y a mí en 2010. Que se reconozca no quiere decir que se apoye, son cosas distintas. Una cosa es que se reconozca el trabajo mío como guitarrero o el de mi padre en su día, pero lo que es la historia de guitarra de Casasimarro es lo que no se reconoce.
Hablaba de que la historia de guitarra de Casasimarro no está reconocida. Sin embargo, llegan a muchos rincones del mundo...
Como luthier, como guitarrero, a mí se me reconoce y se me respeta más fuera de España. En España, por supuesto, quien me conoce reconoce los instrumentos y todo lo que hay, pero a nivel profesional el trabajo nuestro se reconoce mucho más fuera de España que aquí. De hecho, el 90% la producción que tenemos sale fuera de España.
¿Cómo se adapta un luthier a las exigencias incluso a las peculiaridades que tienen los grandes artistas?
Primero, conociendo lo que ellos necesitan o cuál es su música y luego tratando de proponerles diseños nuevos, con maderas más exclusivas, medidas más cómodas que a ellos les hacen el poder digitalizar la guitarra mucho más cómodamente, técnicas que tienen para dar más o menos tensión a las cuerdas del instrumento. En definitiva, saber, todo lo que necesita para poder hacer un instrumento personalizado. Incluso luego es como tomar medidas con los zapatos, venir aquí y decir agarra la guitarra y que se siente cómodo cuando coge la guitarra.
¿Cuántos de estos grandes artistas de los que hemos hablado han pasado por Casasimarro?
Muchos y no se ha sabido. Aquí tenemos un pequeño rincón, en el taller donde hay una chimenea y un fuego. Yo les invito y vienen aquí, pasamos el día, comemos o charlamos. Mucha gente viene y no se entera nadie. Es gente pública y si los llevas a un sitio igual se sienten incómodos. Hay otros que son menos famosos en España, sí a nivel mundial, y que aquí, en el pueblo, tenemos la libertad de tomar una cerveza o algo. Dentro de poco vendrá a Casasimarro uno de los componentes de Maná, Sergio Vallín. Es un gran guitarrista, un enamorado de las guitarras, un coleccionista de guitarras y una persona entrañable.
Hablaba de ilusión y pasión por el trabajo. ¿Desde ese punto de vista considera que todavía está por elaborar la mejor guitarra?
Esto nunca se acaba. No es bueno ser ambicioso a la hora de hacer un instrumento perfecto porque el instrumento perfecto no existe. Siempre te queda el decir que es una guitarra que no se puede superar. No sé. Ojalá llegue ese día.