Hoy hace 850 años del acto solemne de donación del castillo y la villa de Uclés por el rey Alfonso VIII a la Orden de Santiago, a quien según el documento donó «todas sus tierras, viñas, prados, pastizales, arroyos, molinos, pesquerías, portazgos, entradas y salidas…». El acto contó con la presencia de los prelados y nobles del reino, junto con Alfonso VIII y su esposa Leonor de Plantagenet.
El rey entregó dicho castillo fronterizo y roquero a los caballeros de Santiago, para que defendiesen aquella comarca y la de Huete de los ataques musulmanes. La donación se hizo al Maestre de la Orden de Santiago, don Pedro Fernández de Fuentencalada. Fue en Arévalo, tal día como hoy, 9 de enero, pero del año 1174. La Orden se había creado en 1170, y aunque había sido aprobada por el Papa Alejandro III, faltaba su confirmación, que se materializaría más tarde, en 1175.
La copia del documento de donación se conserva en el Archivo Histórico Nacional, formando parte del Tumbo Menor de Castilla, junto con el resto de documentos del archivo de la Orden de Santiago de Uclés, desde 1872. En dicho documento se representan a los reyes, el maestre, un freire, el castillo de Uclés y una bandera o pendón rojo de forma cuadrada desplegado. En él aparece Santiago Apóstol montado sobre un caballo blanco, con una espada en su mano derecha y una cruz en la izquierda. Se trata de la bandera que el arzobispo de Santiago de Compostela había entregado a los primeros caballeros de la Orden.
La necesidad de mantener la frontera fuertemente defendida hacía necesario que las tierras fronterizas estuvieran en manos de nobles poderosos o de la propia corona. Porque el avance de la reconquista y la lucha contra el Islam, exigía garantía de ocupación y no retroceso. Por eso la corona encomienda estas tierras a quienes tiene capacidad de defenderlas: las órdenes militares. El procedimiento a seguir, una vez liberado el territorio de los musulmanes, es la repoblación, puesto que eran lugares prácticamente despoblados.
Con el fin de atraer pobladores a los territorios conquistados, se concedía a cada colono una cierta cantidad de tierra para labrar, y solar para hacer su casa, de esa forma se fueron creando pequeños núcleos de población. La gran despoblación existente en el territorio entre el Záncara y el Tajo exigía una política repobladora primordial y específica.
Las órdenes se distribuyen en la península en un amplio territorio que estaba localizado al sur del Sistema Central, en una franja que va desde Portugal hasta la costa mediterránea. En el centro el dominio era calatravo, el oeste estaba ocupado por la orden de Alcántara con una amplia presencia santiaguista, y al este, el predominio era de la Orden de Santiago. Un territorio que, a finales del siglo XV, se cifraba en unos seis millones de hectáreas y que en el siglo XVII llega a suponer el 10% del conjunto del territorio de España.
Funciones. La Orden de Santiago administró la justicia en su territorio, recaudó en beneficio propio los tributos, salvaguardó el orden público y exigió la prestación de un servicio militar a sus vasallos. Así, se constituyó un territorio casi independiente, si bien el monarca se reservaba la percepción de diversos tributos. La situación jurídica de los vasallos de la Orden se fijó mediante la recepción de manos del rey o de los maestres de distintos textos, cartas-pueblas o fueros, donde se concedían privilegios, corrigiendo diversos malos usos, con el fin de repoblar el territorio. El maestre don Pedro Fernández dio fuero a la villa de Uclés el año de 1179, aunque el primero de la comarca fue el de Belinchón, otorgado en el año 1171.
Las villas y lugares dependientes de Uclés gozaban de una serie de privilegios que emanaban de la propia pertenencia a la Orden. Los privilegios eran poder pastar y abrevar con los ganados, arar y labrar las tierras de los términos de la Orden, exenciones fiscales, amparo de justicia y ventajas de diversa índole.
La estructura en la que se organizó el territorio partía por un lado del 'concejo', que se dividía en 'barrios o collaciones', por encima estaba el 'alfoz', que eran agrupaciones de pueblos o aldeas, las agrupaciones de pueblos formaban una 'encomienda' y varias encomiendas formaban el 'común'. Los comunes, eran asociaciones de pueblos de una misma jurisdicción con unos mismos fines fiscales y ganaderos, por encima de todos ellos estaba la 'provincia'.
La repoblación de este extenso alfoz de Uclés se llevó a cabo durante el último tercio del siglo XII y la primera mitad del siglo XIII. Por el este, el alfoz de Uclés se extendía hasta el Cigüela, donde la instalación de molinos en su cauce y el regadío de sus orillas favorecieron una pronta colonización agrícola. A finales del siglo XII el maestre de la Orden de Santiago dio facultad de repoblar este territorio a Pedro Naharro, y así surge Fuente de Pedro Naharro, siendo desde entonces aldea de la villa de Uclés, hasta que S.M. el emperador Carlos V la eximió de dicha villa y la hizo villa independiente, dándole jurisdicción propia y otorgándole su Privilegio Real hacia 1535.
A mediados del siglo XIII el término de Uclés estaba divido en tres sexmos. El 'sexmo' era una especie de distrito rural de carácter administrativo y fiscal, en contraposición al de collación que se refería al distrito urbano, cada sexmo a su vez, abarcaba un número determinado de aldeas. Los sexmos eran Saelices y sus aldeas: San Felices y Cabeza de Griego; Riánsares y sus aldeas: El Acebrón, Fuente de Pedro Naharro y Torrubia del Campo; y por último Tribaldos con las aldeas de: Almendros y Villarrubio. Algunos de estos primeros asentamientos se mantienen y otros como Riánsares, a cinco kilómetros de Tarancón, que era cabeza de sexmo a mediados del siglo XIII, quedó despoblado y dejó de mencionarse entre los siglos XV-XVI, para convertirse en Tarancón que fue aldea de Uclés hasta 1537, fecha en la que obtuvo el privilegio de villazgo.
Llegado el siglo XIV cambia la configuración territorial de la Orden de Santiago en la provincia de Castilla. Es a mediados del siglo XIV cuando surge la denominación de 'La Mancha', haciéndose referencia con este término a la ausencia de un potencial humano notable, que dentro de los términos santiaguistas contrastaba de una forma evidente con la zona de Ocaña-Uclés al norte y el Campo de Montiel al sur, mucho más habitados. Este topónimo adquirirá carta de naturaleza institucional en 1353, al crearse el 'Común de La Mancha'.
En los siglos sucesivos, el término conseguirá alcanzar un predicamento territorial más amplio, dándose a conocer a través de El Quijote. Así, esta provincia dividió sus territorios en tres comunes: el Común de Montiel, el Común de Uclés, y el Común de La Mancha, todos ellos situadas entre los ríos Cigüela y Guadiana.
El Común de Uclés lo formaban municipios conquenses, integrados al principio (en el siglo XV) por Uclés y diez de sus aldeas (hoy municipios, salvo La Moraleja): El Acebrón, Almendros, Fuente de Pedro Naharro, La Moraleja, Rozalén, Saelices, Tarancón, Torrubia, Tribaldos y Villarrubio. Posteriormente, en el siglo XVI, se incorporarían Pozorrubio de Santiago y Horcajo de Santiago, procedentes del Común de La Mancha. Pueblos que hoy siguen existiendo, aunque lo que en el siglo XII era un gran territorio de repoblación, hoy se ha convertido en territorio de gran despoblación.
Por otro lado y dentro del doble aspecto de los caballeros como monjes y guerreros, existió un territorio eclesiástico, el Priorato de Uclés, que lo formaban parroquias, ermitas y conventos, y que extendía su jurisdicción en pueblos más allá de El Toboso. Aunque curiosamente la villa de Uclés dependía del Obispado de Cuenca y Tarancón en lo civil era aldea de Uclés y en lo eclesiástico del Obispado de Cuenca. Este priorato existió hasta el siglo XIX.
Legado. Muchos pueblos llevan el nombre de Santiago: Horcajo de Santiago, Villamayor de Santiago, Pozorrubio de Santiago... Otros pueblos sin llevar el nombre de Santiago, muestran en sus símbolos municipales la cruz roja en forma de espada, que representa a la Orden, como Almonacid del Marquesado, El Hito, El Acebrón o Tarancón, que tiene un escudo sobre pergamino dorado, donde una cruz de Santiago abraza al propio escudo.
Sin olvidar las fiestas religiosas y populares, jornadas lúdicas o populares, de antigua tradición o de reciente creación, que tienen su origen en la huella de la Orden de Santiago, como el Vítor de Horcajo de Santiago, las fiestas de moros y cristianos de muchos pueblos, la Alvarada de Cañete, las jornadas de los Tercios de Huélamo, las Jornadas de la Orden de Santiago en Uclés y, por supuesto, San Mateo en la capital.
En resumen, un territorio extenso que va más allá de la provincia y que merece recordar cómo y cuándo surgió un acontecimiento que nos acerca a los orígenes y que ha de ser recordado y divulgado entre las nuevas generaciones, que deben saber que lo que hoy es un territorio despoblado y vacío, fue el origen de una gran repoblación que se produjo hace 850 años, gracias a la donación de Uclés por parte de Alfonso VIII y Leonor a la Orden de Santiago y a su llegada al municipio.