Los grandes movimientos de personas que huyen de sus países por situaciones de conflicto, persecución o inestabilidad social y política en un escenario global convulso están detrás del aumento de las peticiones de asilo. La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) cifra en 163.220 las solicitudes de protección internacional en España. De ellas, 700 solicitudes se hicieron en Cuenca, lo que significa una media de casi dos por día. El aumento de las peticiones es notable porque en 2014 Cuenca era una de las provincias de España con menos solicitudes, tan solo una. Pero una cosa son las peticiones y otra que se tramiten, entre otras cosas por las trabas burocráticas, como denuncia (CEAR).
Por eso la conmemoración ayer del Día Mundial de las Personas Refugiadas fue especial. La jornada sirvió para visibilizar la situación y conocer el papel que desempeñan organizaciones como Accem, Cáritas y Cruz Roja a favor de este colectivo.
Accem atendió el pasado año a 3.634 personas que solicitaron o tienen algún tipo de protección internacional en Castilla-La Mancha, 31 de ellas en Cuenca.
Los participantes de la cadena humana por Carretería portan mensajes de apoyo a las personas refugiadas - Foto: E. LeónEn el caso del Cruz Roja del total de 51.180 personas solicitantes de asilo acogidas en todo el territorio nacional, 165 fueron alojadas en diversos alojamientos de la provincia de Cuenca. De éstas, 59 participaron en el área de empleo, logrando que 24 de ellas accedieran al mercado laboral, lo que representa un 40%, ocho puntos por encima de la media nacional. Por su parte, Cáritas atiende a diez personas refugiadas en los centros residenciales de Cuenca.
Festiva reivindicación. La celebración del Día Mundial del Refugiado tuvo su punto de encuentro en la calle Carretería. Por tercer año consecutivo, Accem, Cáritas y Cruz Roja unieron sus fuerzas «para sensibilizar sobre la situación de las personas refugiadas» en un ambiente tan festivo como reivindicativo. Así lo proclamaron en la lectura de un manifiesto por parte de distintos integrantes de estas organizaciones. A continuación, se formó una larga cadena humana que recorrió en un viaje de ida y vuelta la calle Carretería. En esta cadena, cada participante lucía en el pecho distintos mensajes, simbolizando la solidaridad hacia las personas refugiadas. Entre los mensajes se podían leer algunos como No necesitáis una razón para ayudar a los demás; Incluir no es dejar entrar, es dar la bienvenida; 117,3 millones de personas han sido forzadas a abandonar su hogar o El mar no puede ser un cementerio personal.
"Salí de mi país para proteger mi vida"
La amenazas de narcotraficantes es lo que llevó a Gabriel, de 50 años de edad, a huir de Colombia y dejar allí a su familia. «Me dijeron que si no trabajaba para ellos y hacía lo que me decían me iban a matar», explica Gabriel a La Tribuna. Las amenazas comenzaron en julio del año pasado y en noviembre llegó a España huyendo de los narcotraficantes y temiendo por su vida. Tras pasar un mes en casa de un conocido se vio en la calle, donde tuvo que dormir varias noches. También lo hizo en la terminal T4 del aeropuerto de Barajas. A través de un amigo llegó al centro de acogida El Vivero, en Vallecas, un recurso destinado al acogimiento de personas solas solicitantes de protección internacional y ayuda humanitaria. Despues, ya de la mano de las organizaciones humanitarias, pasó un tiempo en un hotel de Parla, y luego llegó a Cuenca. A día de hoy trata de rehacer su vida en la capital con la ayuda de Cruz Roja. Asegura que el permiso de trabajo estará activo en un mes. Ha hecho cursos de formación, entre ellos de auxiliar de almacenes y pastoreo. Gabriel está muy agradecido a Cruz Roja por el apoyo que le ha prestado y tiene ya planes de futuro porque «aquí hay buenas oportunidades y, si consigo empleo, me quedo».