Los juglares que contaron historias y romances por pueblos y ciudades durante la Edad Media son los protagonistas de la última novela de Antonio Pérez Henares. Ayer la presentó en la capital con la misma pasión que si fuera un juglar para dar voz a la figura de El Cid y hacer hincapié en la estrecha relación de Álvar Fáñez con las tierras conquenses.
El juglar es el título de la última novela del escritor y periodista, de la que habló largo y tendido ante los asistentes que acudieron al Centro Cultural Aguirre. Durante el acto, que presentó el director de La Tribuna, Leo Cortijo, el periodista y escritor proclamó la necesidad de «tener raíces como persona y como sociedad», al tiempo que expresó su preocupación por «los que quieren borrar la historia». Y en este sentido es donde subrayó la importancia de los juglares, «que son los padres de nuestra lengua y a los que ni siquiera conocemos».
Pérez Henares, que recitó algunos romances que han llegado hasta nuestros días, afirmó que el Cantar de Mio Cid es «la piedra angular de la literatura española». Tras asegurar que «el Cantar y la historia tienen elementos comunes», definió el texto sobre el que gira El juglar como «una maravilla literaria, lírica, épica y que emociona».
La figura de El Cid está muy presente en toda la novela, que abarca tres siglos, a través de tres generaciones de juglares. En El juglar, el autor retrata al Cid como un personaje «cercano, de carne y hueso».
Además, asegura que a través de la figura de El Cid, «el Cantar fue un grito de guerra de Castilla con un gran potencial propagandístico», que llega a hasta nuestros días.
Aunque es una novela, Pérez Henares aporta su propia teoría sobre la autoría del Cantar de Mio Cid y apunta a la figura de Per Abbat, recordando que la primera lectura del Cantar fue en presencia del rey Alfonso VIII, en el monasterio cisterciense de Santa María de Huerta. En esta novela, Pérez Henares conjuga la historia de los juglares la de Rodrigo Díaz de Vivar y la de una Castilla que alumbró el Cantar del Mio Cid, que tiene como objetivo la llamada a la guerra en un momento en el que el reino castellano está pasando por un mal momento tras la derrota en la batalla de Alarcos (1195).