El historietista Paco Roca (Valencia, 1969), uno de los grandes referentes de la novela gráfica española, ha dejado su particular sello en un mural que lleva el título de El árbol del saber y que se inaugura hoy en el vestíbulo del edificio de Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades.
Roca explica las claves que se esconden detrás de esta obra, que surge por su especial vinculación con el Centro de Estudios para la Promoción de la Lectura y la Literatura Infantil (Cepli), y espera que el mural «forme parte de la vida diaria de las personas y perdure en el tiempo». Entre otros reconocimientos, el dibujante valenciano atesora el Premio Nacional de Ilustración, el Premio Nacional del Cómic y un Goya por Arrugas.
¿Qué supone la realización de este mural para un artista de su trayectoria?
Tengo una relación especial con el Cepli. Desde hace muchos años vengo por aquí a dar charlas, participar en las diferentes jornadas que organiza la universidad... Y ya he llegado a tener una relación de amistad con muchos docentes. La posibilidad de pintar un mural era como sellar esa unión, un dibujo que estará presente siempre en la universidad.
¿Hay muchas diferencias entre dibujar un cómic y una obra así?
Hacer un cómic es un trabajo largo y solitario, te pasas años trabajando solo en el estudio y en resultado se disfruta en soledad. Un mural es más rápido de hacer, suele hacerse en un mes. Una parte sí se realiza en soledad y en mi estudio, que es el diseño. Y otra la realizo junto a Martín Forés en el lugar donde se pintará el mural. Es un proceso vivo, intercambiamos ideas, la pared te sugiere cambios... Siempre hay publico que pasa por allí, que opina... Incluso, en este mural, se unió a nosotros un antiguo estudiante de Bellas Artes para echarnos una mano.
¿Qué mensaje transmite en 'El árbol del saber'?
Se trataba de contar en los tres pisos que ocupa el mural la historia del saber y de la escritura. Empezamos en la planta baja con la plantación de esa semilla que hará crecer ese árbol del saber. Acompaña la escena una pintura rupestre. El mural asciende y nos encontramos con la escritura jeroglífica, un monje iluminando un libro... Y acabamos en el piso superior con la explosión democrática del saber: la imprenta y la era digital.
¿Cree que el mural se convertirá en una imagen emblemática?
Es algo en lo que confías. Hay una larga tradición de murales en las universidades. Generaciones de estudiantes y profesores conviven con esa imagen a diario, y acaba formando parte de la universidad. Es una de las cosas bonitas de un mural, formar parte de la vida diaria de las personas y que perdure en el tiempo.
¿Cómo surgió la oportunidad de realizar esta obra en la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades?
Como decía mi relación con la universidad ya viene de años atrás. En alguna de esas visitas hemos hablado de la posibilidad de 'humanizar' el edificio de la facultad. Y un mural era una buena solución, le dimos vueltas a dónde y qué podría ser ese mural.
¿Ha tenido alguna dificultad especial a la hora de elaborarlo?
Todos los murales tienen una dificultad técnica a la hora de ser pasadas del papel a la pared. En este caso la escalera que hay junto al mural lo dificultaba todo, no teníamos una buena visión del conjunto y también hacía difícil pintar determinadas partes. Siempre es un reto, pero creo que el resultado ha sido fiel a lo que teníamos en mente.
¿Cuánto tiempo le ha llevado pintarlo?
Ha sido alrededor de un mes, y tuvimos que pintarlo en dos partes. La idea inicial era más sencilla, pero una vez allí fuimos enriqueciendo el mural y nos llevó más tiempo del que pensamos en un momento.
¿Ha colaborado con alguien en este mural?
Todos los murales que hago que no son plotters sino tienen que ser pintados los hago con Martín Forés. Él es un muralista con mucha experiencia, se lo ve todo hecho, no pone problemas con nada. Una vez yo tengo el diseño del mural él lo calca en la pared, entonces yo lo repaso para que no pierda mi estilo. Después Martín se encarga de pintarlo, y yo voy por detrás retocando la línea para que se mantenga mi dibujo.
¿Cuál es la 'marca de la casa' o el sello personal que lleva este mural?
Mis murales suelen ser narrativos, te cuentan una historia. Intento siempre buscar una visión optimista del tema a tratar... Y, como detalle final, Martín y yo ya tenemos una figura recurrente que es pintar un gato. Lo hicimos a petición de un niño en el primer mural que pintamos juntos y lo hemos mantenido en todos.
¿De qué manera se siente responsable de la evolución del cómic en España?
He participado en el cambio que ha habido en el cómic en los últimos veinte años. En la época en la que empecé los lectores de cómic eran gente que siempre había leído cómics, era un publico en su mayoría masculino. Ahora eso ha cambiado totalmente, seguimos teniendo esos lectores, pero tenemos además un público variado que en su mayoría nunca había leído cómics más allá del Mortadelo. Creo que esto ha sido gracias al formato de la novela gráfica, un tipo de cómic más cercano a la novela que es más asequible por temas y por formato a un público generalista.
¿Qué retos tiene por delante?
Me gustaría seguir haciendo murales, es algo divertido de hacer. Y por otro lado, sigo haciendo mis cómics en mi estudio, siempre hay nuevas ideas de nuevas historias que te llevan a enfrentarte a nuevos retos. Por ejemplo, ahora estoy con una miniserie para DC Cómics.