El Palacio de Fuensalida ha acogido la tercera toma de posesión de Emiliano García Page como presidente de Castilla-La Mancha, la segunda consecutiva con mayoría absoluta. En un acto institucional en el que ha estado acompañado por la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, y por la portavoz del Gobierno y ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez, y por una amplia representación de la sociedad civil.
García-Page ha jurado por su «conciencia y honor cumplir» con el mandato constitucional y con la región que presidirá durante los próximos cuatro años. Ha recalcado en varias ocasiones que será presidente de Castilla-La Mancha durante toda la legislatura, espantando los fantasmas de un posible salto a la política nacional. «Estoy contento de poder estar cuatro años más al servicio de mi país, pero desde aquí», ha dicho.
Como los viejos rockeros, Page no cambia y hacía referencia a aquella mítica canción de Los Tequila 'Que el tiempo no te cambie'. «Tratará de seguir» fiel a su estilo, ha expresado que está curado «de espantos» y que en sus años en política «no ha cambiado mi forma de ser».
Se ha emocionado al recordar que «es la primera toma de posesión en la que no viven mis padres». Seguidamente, ha construido un discurso que reforzaba sus palabras, muchas veces críticas con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de ser coherente con sus actos: «me puedo equivocar, pero uno tiene que ser coherente y mantener su posición. Puede y debe adaptarla, pero escuchando mucho».
Ha agradecido a todo el mundo presente y también pidió perdón, sobre todo a aquellas personas «que no se han sentido bien atendidas a lo largo de estos años». «Hay que tener la seguridad de que muchos problemas se quedan sin arreglar o no son atendidos», ha dicho ante las críticas de ser continuista.
«Hago un acto de defensa de lo que representamos, porque es un acto de defensa de esta tierra», ha dicho en referencia al juramento constitucional. Ha dedicado gran parte de su intervención a reflexionar sobre lo que supuso firmar el acta constituyente de 1978 y dar el paso de «un país que estaba centralizado» a un gobierno «de las autonomías».
«Tengo claro para que están las autonomías y para que no», ha dicho Page, las comunidades autónomas «son aceleradores impresionantes» de los servicios públicos y las autonomías están para ser «cooperantes y solidarias». «Las autonomías no están para trocear España, sobre todo las que la trocean fiscalmente», ha sentenciado.
Volvió a mencionar uno de sus grandes momentos del discurso de investidura de hace un par de días: «la riqueza es importante crearla, sobre todo es importante compartirla: crecer y compartir». «Las autonomías que somos leales al espíritu del 78 tenemos un papel que jugar y es impedir que se establezca un diálogo bilateral», ha apuntado.
El pacto constitucional «obliga» a los presidentes autonómicos a mostrar un compromiso por ese «debate multilateral» en el que cada cual muestre sus intereses. Page no ha perdido la oportunidad tampoco de tirar de las orejas al expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, que -sin mencionarlo- ha dicho que «va a tener muchos problemas por no hacer lo que estoy haciendo hoy, jurar la Constitución».