En un lugar emblemático, frente a la iglesia de San Esteban, entre la Casa Caballer, el jardincillo y la escultura al soldado de la Guerra de África que levantara el recordado Luis Marco Pérez, el Libro con mayúsculas se dio cita entre amigos, libreros, escritores y lectores. Fue una mañana soleada, alegre y divertida, por cuanto cientos de madrugadores, curiosos y sencillos visitantes, compartieron un momento donde la palabra pudo sentirse encontrada y feliz.
Las instituciones no quisieron perdérselo, y el alcalde Darío Dolz; el diputado del área de Cultura, Miguel Ángel Valero; la coordinadora de Cultura de la Junta de Comunidades en Cuenca, Yolanda Rozalés y la subdelegada del Gobierno de España, Mari Luz Fernández, estuvieron presentes para afianzar lo que supone un apoyo a la cultura, el sentimiento de leer y reforzar los parámetros de un ciudad en deseo de desarrollo.
Por eso, la Asociación de Libreros, con su presidente Julián –librería Lorca– y CEOE Cepyme (Diego y Heli) organizaron un evento en el que año tras año promocionan al libro en su contenido mediático y didáctico. Las librerías de Cuenca quisieron estar presentes y entre sus exposiciones, libros de aquí y de allá, promociones de venta, cuentos y actividades, música y entretenimiento provocaban un día especial.
Y tampoco quisieron faltar los reconocimientos. Moderando el acto y dando su sencillo, pero interesante pregón de apertura el escritor y periodista Alberto Val, abría con acertadas palabras lo que iba a ser un momento intenso de acierto y presencia.
Por eso, allí nos encontramos José Ángel García, Pepe Monreal, Olga Muñoz, José Vicente Ávila, Jesús Huerta y Fernando Evangelio, sin olvidarnos del presentador y de un servidor, para recibir un reconocimiento a nuestra colaboración como presentadores y pregoneros de unos años en los que el Día del Libro en Cuenca tuvo esa dimensión simbólica de creer, sentir y hacer que la palabra en toda su dimensión pueda tener su día en el que se reflexione sobre su gran papel para mejorar una sociedad que tanto lo necesita.
Un agradecimiento especial, por mi parte, a los organizadores de este entrañable acto, a los que nos quisieron obsequiar con esa atención, siempre deseada y sentida, porque para mí, en especial, son los momentos en los que uno se siente diferente y feliz al ver que tu labor cultural se siente gratificada por los demás. Gracias amigos.