Afrontan con ilusión un proceso que incluye distintas fases hasta llegar al final. Lo primero es separar y distinguir cuáles de los zapatos y prendas donadas pueden tener una segunda vida. Después se inicia un periodo de higienización para acabar con los ácaros y olores, antes de dar paso al etiquetado. La vestimenta luce ya con luz propia y mucho más cuando pasan por la plancha. Como nuevas, vaya. El punto final llega cuando se expone en la tienda Ropacor de Cáritas Cuenca para proceder a su venta a precios simbólicos.
Los encargados de completar todo este recorrido son los alumnos del taller Reciclando desde la inclusión de la institución humanitaria. Es una formación que «permite conocer una profesión, aprender un oficio, pero especialmente formarse como persona, que es lo que más nos importa a nosotros», explica la monitora de este taller, Julia Cuenca.
Cada año se completan dos ediciones con una duración de seis meses cada una de ellas y un total de 480 horas, de lunes a viernes, con un horario de 9 a 13 horas. El primero de ellos se imparte de enero a julio y el otro en la segunda parte del año, siguiendo la misma tónica. Julia Cuenca apunta que «el balance es muy positivo porque los alumnos disfrutan con lo que hacen y adquieren conocimientos que previamente no conocían». A cambio, cada participante, recibe un título cuando completa la formación y también una cuantía económica mensual que asciende hasta los 200 euros, de los cuales 80 corresponden a una subvención del Gobierno regional y el resto de las ventas propias que se generan en Ropacor.
Prendas con segunda vida - Foto: Reyes MartínezJulia Cuenca incide en que «es un proyecto en clave de innovación y sostenibilidad económica donde se fomenta el consumo responsable y la solidaridad con las personas más vulnerables». De hecho, los alumnos del taller son personas que «se encuentran en situación vulnerable» y cada uno de ellos, con edades comprendidas de los 18 años en adelante, vive una situación personal o familiar distinta. Por lo que esta formación se convierte en una «gran oportunidad que ninguno desaprovecha». Mucho menos, al ser consciente de que, posteriormente, pueden hacer prácticas en «tres tiendas de la ciudad con las que tenemos convenio firmado para este año», añade la monitora. Al mismo tiempo que se desarrolla el taller Reciclando desde la inclusión, los alumnos adquieren conocimientos complementarios y una ayuda «que presta continuamente Cáritas Cuenca para ayudarles en sus vidas».
El volumen de trabajo se dispara ahora en verano, concretamente en agosto, porque «así lo percibimos». De hecho, Julia Cuenca apunta que «mucha gente regresa a los pueblos y comprueba que tiene mucha ropa que puede donar, o directamente, antes de guardar la ropa de invierno, decide donarla». Los montones de prendas y zapatos se acumulan en la parte baja de Cáritas Cuenca y toda aquella que no puede aprovecharse «se envía a Albacete para que pueda ser reciclada».
Alumnos. El taller Reciclando desde la inclusión tiene una gran aceptación entre todos los participantes. Edwar Anzola recalca que se trata de una formación que le gusta «mucho porque estamos aprendiendo mucho, como el proceso de etiquetado, que es el que prefiero yo». Este joven venezolano espera superar el taller y «encontrar trabajo después». Por su parte, Liseth Quintero incide en que «la selección de las prendas es la parte que más me gusta porque elijo las que está bien». También tiene que diferenciar los tejidos y decidir cuál puede tener una segunda vida para iniciar todo el proceso. Liseth agradece, además, «la gran oportunidad que se nos brinda».
Eso sí, para que funcione este proyecto que lleva ya en marcha desde hace 18 años, es necesario que la sociedad done la ropa y posteriormente funcione el punto de venta. Julia subraya que «comprando en nuestra tienda se apoya un proyecto con conciencia social y ecológica, y se contribuye a generar inclusión laboral y a cuidar el medio ambiente».