«La Sociedad tiene por objeto proporcionar a sus asociados mayores facilidades en toda clase de negocios económicos, bancarios y facilitar el desarrollo de la industria, del comercio y de riqueza agropecuaria». Así estaba redactado el artículo 2º de la Sociedad Anónima Mercantil con el nombre de Banco de Cuenca.
Siete fueron los propietarios conquenses, con alto poder adquisitivo, que el 23 de marzo del año 1920 comparecieron ante el abogado y notario coruñés Pedro Castiñeiras Teijeiro, con residencia en la ciudad de Cuenca, para la firma de creación de esta sociedad de crédito.
Por el orden que figuran en la escritura de constitución eran los siguientes:
Emilio Moya Sánchez, propietario, corredor de comercio, fue diputado provincial y quien puede ser considerado el impulsor y principal promotor para la creación del Banco de Cuenca.
El personaje más importante fue Pedro José Cobo Jiménez (n. 1854) gran propietario, mayor contribuyente de la capital donde fue concejal y actuó en varias ocasiones en funciones de alcalde, diputado provincial, gobernador civil interino, diputado, senador, representante de la Compañía Arrendataria de Tabacos de Cuenca y otros cargos más. Una semana antes de constituirse el Banco de Cuenca, el Ayuntamiento de la capital le dedicó una calle con el nombre de José Cobo, que hasta esta fecha era conocida por calle Herreros. Durante la República se llamó calle Capitán García Hernández hasta que el año 1943 fue de nuevo dedicada a este importante personaje en su época. Su nombre, desde entonces, está en el callejero conquense.
José Jouve Aparicio, también propietario, fue concejal del Ayuntamiento de Cuenca.
Federico Olmedilla García (n. Pinarejo) terrateniente, ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, era muy apreciado en su pueblo de nacimiento por su generosidad y ayudas que proporcionó a sus paisanos. Fue nombrado hijo predilecto y falleció siendo ingeniero jefe en Albacete el año 1934.
Salvador Bautista Blanco, propietario, vecino de Olmedilla de Alarcón, fue vicepresidente de la Diputación Provincial.
Juan del Olmo Vela, abogado, diputado, vicepresidente y presidente de la Diputación Provincial, cargos que ostentó en tiempos de la Monarquía, Directorio Militar y República.
Formerio Montoya Viana, propietario, vecino de Huete. En el año 1927 se anunciaba en prensa como agente oficial de Ford, más antiguo de la provincia y quizás de España.
Ante el notario Castiñeiras, fueron testigos instrumentales Trifón Martínez y Victoriano López González que presenciaron el acto de la lectura, consentimiento, firma y autorización de la escritura pública.
En algún sector de la prensa conquense se leía que no se haría política, algo difícil de cumplir –me parece– con la trayectoria de algunos miembros fundadores. Estaba previsto que el Banco de Cuenca comenzase a funcionar el 24 de mayo de 1920, fecha que no se pudo cumplir. El capital social inicial del Banco de Cuenca era de dos millones de pesetas, formado con los pagos efectuados por los socios, emitiéndose acciones de 500 pesetas. Se fijaba una duración de 50 años prorrogable y su campo de actuación podía extenderse a cualquier lugar de España y extranjero.
El domicilio social provisional fue en la calle Mariano Catalina 31 (Carretería), propiedad de Emilio Moya, que tenía su residencia habitual en el 4º piso. Después estuvo en la calle Quince de Julio, números 12 y 14 (actual de las Torres). Este edificio posteriormente se utilizó para Dispensario Antituberculoso Infantil y en la actualidad está dedicado a oficinas de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
El Consejo de Administración del Banco de Cuenca, con una duración de 5 años prorrogables, estaba formado por:
Presidente (después también director general): José Cobo Jiménez.
Vicepresidente: Salvador Bautista Cano.
Secretario: Juan del Olmo Vela.
Vocales: José Jouve Aparicio, Formerio Montoya Viana y Federico Olmedilla García.
Director gerente: Emilio Moya Sánchez.
Entre las obligaciones estaba que todos los meses se publicara el balance y el de los libros el último día de cada año, con memoria de las operaciones realizadas en ese periodo de tiempo ,que sería puesto a disposición de la Junta General.
En el artículo 37º se especificaba la forma de distribuir los beneficios, después del descuento de gastos que eran así:
10% máximo para obras de beneficencia.
10% para fondos de reserva.
10% para el Consejo de Administración.
70% destinado a dividendo activo de todas las suscripciones en circulación por partes iguales, como retribución a su capital.
Se anunciaba en la prensa el Banco de Cuenca, donde especificaba el capital social, nombres de cargos en el Consejo de Administración, operaciones que realizaba y el abono de intereses por cuentas.
No había transcurrido un mes cuando el Banco Zaragozano inauguraba en la calle Mariano Catalina (Carretería) su oficina provisional. Su sede social estaba en la capital aragonesa y sucursales solamente en Ateca, Sádaba y Santo Domingo de la Calzada. Sería el 31 de mayo de 1922 cuando inaugurase en Cuenca su sede definitiva en la misma calle, un notable edificio de su propiedad.
Puede considerarse la década de los años 20 del pasado siglo de advenimiento a Cuenca de importantes establecimientos bancarios, pues, al recién creado Banco de Cuenca y apertura de la sucursal del Banco Zaragozano, se añadió el Banco Hispano Americano. Se inauguró el 15 de febrero de 1927 en la calle Cervantes 2, después estuvo en este edificio una fábrica de harinas y telefónica, siendo la última ubicación del banco la planta baja del Hotel Iberia.