La vendimia se presenta con buenas perspectivas de cosecha y un problema que se ha convertido en estructural con el paso de los años: la falta de mano de obra. Un contratiempo que no sólo pone en jaque al sector vitivinícola, sino al campo en general. La consecuencia directa de este escenario de dificultad para contratar temporeros, unida a la búsqueda de una mayor rentabilidad, está propiciando una rápida transformación de los viñedos de vaso a espaldera, sustituyendo las tradicionales cuadrillas de vendimiadores, flanqueadas por tractores y remolques, por máquinas recolectoras.
Hay en zonas de Castilla-La Mancha donde la vendimia tradicional ya es minoritaria. Manzanares (Ciudad Real) es un ejemplo de ello, en Jesús del Perdón-Bodegas Yuntero, el 80 por ciento de los socios (más de un millar) trabaja ya en viñedos en espaldera. Además, subraya su presidente, Felipe Rodríguez, la presencia en la zona de otros cultivos importantes, como el melón, la sandía y la cebolla, hace que muchos temporeros vayan enlazando campañas y haya menos problemas a la hora encontrar mano de obra.
El factor económico es la otra gran pieza que completa el puzle. Los costes de producción, disparados en los últimos años, y el precio de la uva, más bajo del deseado, hacen que el viticultor busque una mayor rentabilidad con la espaldera y la vendimia mecanizada. El ejemplo que pone Felipe Rodríguez es revelador: «Recoger con máquina una hectárea con 15.000 kilos de uvas cuesta una media de 300 euros, mientras que de la forma tradicional se necesitarían 15 jornales y el gasto se elevaría a unos 1.200 euros». Cuatro veces más. Los sueldos oscilan esta campaña entre 60 y 70 euros al día , más la Seguridad Social.
El escenario es similar en Virgen de las Viñas (Tomelloso), otra de las cooperativas más importantes del país: más del 75 por ciento de sus 3.000 socios echará mano de las máquinas para vendimiar esta campaña. Así lo resalta su presidente, Rafael Torres, que augura que, «en unos cuantos años, ya no quedarán viñedos en vaso», a excepción de las pequeñas parcelas que proliferan en algunas zonas de la región, como el norte de la provincia de Toledo, en la Denominación de Méntrida.
A pesar de esta circunstancia, son muchos los viticultores que le trasladan las dificultades que están encontrando para contratar temporeros. «Y lo mismo ocurre para conducir los tractores y manejar las máquinas vendimiadoras, e incluso para trabajar en la bodega», enfatiza Torres, que considera que «el problema de la falta de mano de obra se ha acentuado este año».
Modernización. En Asaja también existe preocupación por la falta de mano de obra en el campo, «un problema que irá cada vez a más, si las explotaciones agrarias no se modernizan y se adaptan a la realidad actual», afirma el secretario general de Asaja en la región, Florencio Rodríguez. A su juicio, la solución pasa por la reestructuración y reconversión, en este caso, del viñedo, en una apuesta por la espaldera y la mecanización.
Rodríguez recuerda que la dificultad para encontrar temporeros es un problema que se viene arrastrando desde hace años y que esta campaña, además, se agrava por el incremento previsto de la producción, alrededor de un 20 por ciento más que en 2023. «La mayoría de la mano de obra contratada son trabajadores inmigrantes que vienen de otras campañas agrícolas», apostilla.