El arquitecto Sureda Chappron y Cuenca

Óscar Martínez Pérez
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El arquitecto Sureda Chappron y Cuenca

Si paseamos por las añosas calles de la villa de Belmonte nos toparemos con una nominada Arquitecto Sureda (antes se llamó Hermanos Romeu) que desemboca en la Plaza Mayor de este municipio, donde se localiza el Ayuntamiento de la villa frayluisiana y la estatua de medio cuerpo de su hijo más ilustre, Fray Luis de León.

Lo cierto es que esta calle lleva pocos años llamándose así, y es que como todos recordamos, la emperatriz de los franceses, la española Eugenia de Montijo, encargó restaurar su fortaleza de La Mancha conquense al arquitecto franco-español Alejandro Sureda Chappron (Alexandre-Mathieu Sureda Chappron) quien, según unos historiadores, nació en 1815 en París y otros, en la española Palma de Mallorca. Fue hijo del español Bartolomé Sureda y Miserol y de la francesa Marie-Louise-Josephine Chappron, ambos inmortalizados por el  retrato del genial Goya. 

En 1850 Sureda regresó a España desde Francia y es aquí donde obtendrá el aprobado como maestro arquitecto, desarrollando su carrera como arquitecto segundo de los Reales Sitios, además de implementar sus competencias a Palacios y Sitios Reales hasta 1868 en que fue cesado tras la caída de Isabel II. Restituido por Alfonso XII, pasó a ser arquitecto del Ministerio de Fomento y director de la Revista de Arquitectura.

duque de riánsares. Alejandro Sureda tuvo una importante relación con el taranconero Fernando Muñoz, Duque de Riánsares (tan amante del arte y la arquitectura) y su esposa la reina María Cristina de Borbón, al realizar una importante cantidad de trabajos arquitectónicos para ellos en su residencia de Francia y más tarde en un palacio en Aranjuez (Palacio del Deleite), donde Sureda utilizó sus eclécticas técnicas con inspiración neogóticas y clasicistas, tan en boga en la Francia de su tiempo y que implementaría en sus trabajos españoles.

Sureda, que se convirtió de alguna manera en hombre de confianza del duque taranconero, siguió trabajando para don Fernando –poseedor de una considerable fortuna gracias a sus negocios ultramarinos–, esta vez en Tarancón donde trabajó decorando y supervisando la ampliación del palacio de los duques de Riansares que había iniciado el arquitecto Pascual y Colomer. En La Mancha conquense, muy cerca de Saelices, reconstruyó la que sería residencia veraniega de los Borbón-Muñoz en el Castillo de 'El Castillejo', hoy en ruinas. Sureda además también participó en 1858 en la construcción de la cripta donde fue enterrado Fernando Muñoz (Panteón donde fue inhumado en 1876) dentro de la  ermita de Nuestra Señora de Riánsares, siendo éste el primer trabajo realizado con fines funerarios en su carrera. Otro proyecto de Alejandro Sureda para edificar en terreno  taranconero fue el diseño que realizó para la construcción  de una cárcel para el partido judicial. 

Sureda también construyó en 1860 un palacio en la madrileña calle de Carretas para Fernando Muñoz, que este regalaría a su hermana Alejandra entonces camarera de la reina Isabel de España. Finalmente, en 1868 firma el proyecto para el balneario de Solán de Cabras, realizando la Memoria descriptiva y los planos del establecimiento de Baños del Real Sitio del Solán de Cabras. Proyecto que no se llevaría a cabo debido a los avatares políticos y a la privatización del balneario de la Serranía conquense.

Castillo de Belmonte. Paralelamente a los trabajos que realizó para la familia Borbón-Muñoz en tierras conquenses, Alejandro Sureda fue 'fichado' por la entonces emperatriz de Francia y esposa de Napoleón III, Eugenia de Montijo, para restaurar el Castillo de Belmonte, fortaleza de su propiedad situada en la localidad de La Mancha conquense. La elección de Alejandro Sureda para 'salvar' la fortaleza pétrea del Cerro de San Cristóbal fue debida a varios factores: el primero, el prestigio atesorado gracias a sus trabajos arquitectónicos realizados para la realeza y aristocracias francesas y españolas.

También influyó el consejo dado por Prospero Mérimée, amigo y buen conocedor de los proyectos similares de construcción y restauraciones arquitectónicas que se habían realizado en Francia bajo la influencia del genial arquitecto galo Viollet Le Duc y que Alejandro Sureda conocía en profundidad. Mérimée se tomó la molestia de viajar hasta Belmonte en una galera tirada por mulos y conocer de primera mano la situación del Castillo de los Pacheco. Al cabo de casi una semana de terrible estancia en la localidad conquense redactó varias cartas en donde daba su opinión sobre los costos de restauración del monumental castillo. 

Las reformas y trabajos de restauración de la fortaleza se iniciaron en 1857 siendo interrumpidos en 1872. La recuperación del castillo se acometió con una restauración 'en estilo', transformando la decoración interior con yeserías y alfarjes, realizando un trabajo profundo de las galerías del patio al estilo del «Quattrocento italiano, con arcos ligeramente apuntados en ladrillo». Se restauraron las escaleras, las techumbres y las estancias del castillo, todo en un estilo afrancesado. Alejandro Sureda fue criticado por algunos arquitectos y estudiosos de los castillos, pero parece unánime que la intervención del hispano-francés sirvió para salvar de su ruina total uno de los castillos más imponentes de España.