Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


A las cosas, por su nombre

31/01/2025

¿Por qué le llaman amor cuando quieren decir sexo? Lo que el PP califica de pragmatismo es una evidente falta de estrategia. No lo pueden explicar con criterios políticos ni siquiera sociales. El inesperado sí al decreto que Junts ha impuesto al Gobierno tampoco lo pueden justificar porque estemos ante un escenario nuevo abierto por el forajido más pelma de la historia de España. Les ha pillado con el pie cambiado, punto, algo que podrían haber evitado con una abstención en la primera votación y manteniendo esa misma dirección de voto cuando el decreto vuelva a pasar por el Congreso. Sólo así habrían conservado una cierta coherencia parlamentaria. El arte de la política es anticiparse y en Génova 13, de un tiempo a esta parte, no acostumbran a adelantarse a situaciones envenenadas, por muy previsibles que sean. La falta de cálculo les ha llevado a tener que decantarse ante el dilema de susto o muerte. Control de daños, le llaman en el argot de la política moderna, que sólo se interesa por el dominio del relato. ¡Claro que ha sido una encerrona del PSOE forzado por su socio más pedigüeño! Den por seguro que en Moncloa tenían ya preparada la campaña calificando a los de Feijóo de asustaviejas y enemigos de los pensionistas. El PP no ha entrado en la jugada y ante un remedio casero improvisado tendrán que arrastrar las consecuencias, con un VOX siempre dispuesto a pescar en el caladero que más alegrías le proporciona.
¿Por qué le llaman acuerdo cuando se trata de la enésima bajada de pantalones del PSOE ante un partido liderado por un delincuente? El decreto que está en el BOE es el que ha impuesto Junts con escasos matices para que no se revuelvan el resto de socios igual de imprescindibles que Puigdemont. No tenían la necesidad de buscar «votos debajo de las piedras», como repitió el fin de semana el presidente del Gobierno. Era tan sencillo como volver a ceder a las pretensiones de los que tienen el mando. Aunque lo negaban, se podía trocear y lo hemos comprobado todos, con lo que desde Moncloa y sus terminales engañaron a pensionistas, beneficiarios de las ayudas al transporte y a los valencianos afectados por la dana. Les contaron que, o iba todo en un batiburrillo imposible, o poco menos que el mundo se acababa, lo que tampoco es que levantara demasiada inquietud en los que cobran una prestación por jubilación. Lo de tomar por tontos a los pensionistas no cuela y están más que acostumbrados a que la palabra de Sánchez tenga menos valor que un billete de seis euros. Lo que anuncia suele terminar siendo justo lo contrario. 
Ahora llega el fin de semana en el que los sindicatos convocan una protesta contra la oposición. Nunca terminan de sorprendernos. Una manifestación preventiva contra quien no está en el Gobierno. Como todo es insólito, la mantienen a pesar de que se ha reconducido la aprobación del decreto. «Los sindicatos se manifiestan contra quien les da la gana», bramaba esta semana Unai Sordo, líder de CCOO, cuando le preguntaban por los motivos que les llevan a salir a la calle contra la derecha tras años callados ante las políticas del Ejecutivo. ¿Por qué le llaman un frente contra el dolor social cuando lo que realmente quieren reclamar es seguir recibiendo millonarias subvenciones públicas? Luego les jode que les llamen comegambas.