La intensa transformación tecnológica en las últimas décadas, el progresivo cambio de modelo productivo con un cada vez mayor peso medioambiental, la incidencia de la despoblación y el descenso de la rentabilidad, entre otros muchos factores, están dando un vuelco al sector agropecuario, que ve cómo se reduce paulatinamente el número de explotaciones, lo que está teniendo consecuencias directas en otros sectores productivos ligados a la actividad agrícola y ganadera.
Entre éstos, sin duda, se encuentra el sector de los hidrocarburos, que en la provincia de Cuenca ha experimentado en el recién finalizado 2023 una notable caída del consumo del gasóleo agrícola hasta las 90.773 toneladas, un 14,1% menos que en 2022, cuando se alcanzaron las 105.676 t, y un 18,7% por debajo de las 111.657 contabilizadas en 2021.
Pero, por si esto fuera poco, las cifras de 2023 sitúan el consumo de gasóleo B en Cuenca como el más bajo de los últimos nueve años y a niveles de hace una década, cuando en 2014 se redujo a 87.132 toneladas.
La demanda de gasóleo agrícola dibuja una pequeña pirámide en los últimos diez años en Cuenca. - Foto: Elaboración propiaEn este periodo, el consumo de este carburante bonificado para el campo describe una clara pirámide, con un constante crecimiento de 2014 a 2020, cuando alcanza el máximo histórico de 114.031 toneladas, y, a partir de ahí, entra en barrena con un descenso del 20,4 por ciento en tan solo tres años.
De hecho, en esta última década, durante seis años consecutivos, de 2017 a 2022, se superan las 100.000 toneladas vendidas de diésel agrícola y tan solo quedan por debajo de esta barrera los cuatro restantes, es decir, 2014, 2015, 2016 y 2023.
reacciones. Muchos son los factores que intervienen en esta caída en picado de las ventas, tanto a juicio del sector primario como de los distribuidores de gasóleo, si bien coinciden en hablar de la concatenación de malas cosechas como una de las cuestiones que se sitúan detrás de esta evolución a la baja.
La demanda de gasóleo B cae un 20,4% en Cuenca en los últimos tres años. - Foto: Reyes MartínezDe hecho, así lo manifiestan a La Tribuna tanto desde Asaja Cuenca como desde la Asociación Conquense de Distribuidores de Gasóleos (Discongas), quienes tienen claro que la menor producción por los efectos de la sequía ha traído consigo una menor utilización de las cosechadoras en la recolección, lo que se ha hecho notar en las ventas del gasóleo agrícola en los últimos años.
Una situación que, en opinión del presidente de Discongas, Alberto Medina, va más allá y, a su juicio, también tiene mucho que decir el abandono de tierras de cultivo por otros usos no agrícolas, como las energías renovables, así como, tal y como apunta el distribuidor de carburantes, Miguel Celdrán, por el efecto de la despoblación. El caso es que el número de profesionales del sector primario desciende, lo que, para ellos, unido a una falta de renovación generacional y la consiguiente concentración de las explotaciones en menos manos, se traduce en una notable reducción de la demanda del gasóleo agrícola. Y por si esto fuera poco, a ello se suma el alto precio del producto y la mecanización de la producción con maquinaria más grande y con menor consumo.