Para gustos, los sabores. Uno puede pedir una sola opción, aunque también existe la posibilidad de poner a prueba el paladar con una explosión de uno y otro, tantos como uno desee o sea capaz de comer. Hay de fresa, nata, menta, turrón, chocolate, café, pistacho o mango, entre un largo etcétera. Uno pierde la cuenta hasta el punto de dar la sensación de que cada temporada crece la variedad y la tarea de elegir es cada vez más difícil. Quizás sea más sencillo decantarse por la tarrina o el cono.
Y es que está claro que con la llegada de las altas temperaturas, uno de los mayores placeres es disfrutar de un delicioso helado. Este postre no solo es un alivio refrescante ante el calor, sino que también ofrece una experiencia sensorial que combina sabor y frescura, convirtiéndose en el compañero ideal para los días soleados. En la capital ya son muchos los que han probado bocado en estas últimas semanas y, a partir del verano, prácticamente la inmensa mayoría de los conquenses se darán este gusto.
Lola Vilaplana, Carmen Forcada, José Luis Guerra y África Chamón han tomado asiento ya en varias ocasiones para disfrutar de este manjar. La primera se decanta por la tarrina de «menta y leche merengada». «Es el que más me gusta y el que suelo pedir, casi siempre», añade. Es una delicia y también «un postre idóneo para sentarte en una terraza a descansar y tomar un respiro», sin olvidar que se trata de «una opción muy recomendable para combatir el calor».
Carmen Forcada es más del de «turrón» pero sigue los mismos pasos en la tarrina, y es que «suelo pedírmela pequeña o rara vez mediana». Es cuestión de gustos y también de hasta qué punto puedo uno saciarse. Si bien es cierto que es importante «cuidar la dieta y no atiborrarse» porque contiene «muchas calorías». El exceso en el número de helados puede echar por tierra cualquier dieta u operación bikini. Aunque, al menos, una vez al año, no hace daño.
Sin embargo, África Chamón no tiene dudas a la hora de elegir el «cono» por la simple razón de que «me resulta más agradable». «Me parece mucho mejor tocar el cono y saber que tienes el helado en la mano, es una sensación mía», apunta. En esta variedad también hay distintos conos, aunque ella prefiere el tradicional, el de barquillo. África no sabría decantarse por uno u otro sabor porque «todos están muy buenos».
Por su parte, José Luis Guerra vuelve de nuevo a la tarrina. Lo tiene claro. Tanto que «me como varios a lo largo del verano», ya que se trata de un alimento «refrescante y nutritivo». Es un postre «muy dulce y si eres un goloso, es una toda una delicia», subraya.
En la variedad está el gusto. Isabel González, heladera de la Heladería Remo, explica que los más pequeños se decantan en mayor medida por los sabores de «crema de cielo, oreo o kinder bueno», mientras que los más mayores se lanzan a por el de «piñonata o ron con pasas». Esos son los más codiciados. La mayoría suele pedir «tarrina, que es lo más gusta, aunque también hay personas que se lleven el cono». Al fin y al cabo, «depende del gusto de cada persona y también de su curiosidad, porque hay gente que tiene muy claro qué va a pedir, mientras que otros siempre buscan probar nuevos sabores».
La variedad de sabores de helado es prácticamente infinita, permitiendo a cada persona encontrar su favorito o descubrir nuevas combinaciones que sorprendan y deleiten el paladar. Desde los sabores más clásicos hasta los más innovadores y exóticos, el mundo del helado está lleno de posibilidades deliciosas. Que cada uno elija su preferido. Queda mucho verano...