La música y la fe como legado

Fernando J. Cabañas
-

En el 50 aniversario de la muerte de Restituto Navarro Gonzalo (1912-1975)

La música y la fe como legado

El 6 de marzo de 1975 Cuenca perdía a uno de sus hijos adoptivos más preclaro: Restituto Navarro Gonzalo. Su muerte dejó un vacío irremplazable en el corazón de la ciudad que tanto amó. Cincuenta años después, su recuerdo sigue vivo en todos aquellos que un día le conocieron, trataron y gozaron de su compañía.

Orígenes y formación (1912-1935). Nacido el 27 de mayo de 1912 en Gea de Albarracín, Navarro Gonzalo experimenta, cuando todavía no ha cumplido los dos años, el sufrimiento al ver fallecer a su padre y posteriormente a una hermana de escasos meses de vida. A raíz de ello, la familia (madre y tres hijos) inicia un periplo que les lleva inicialmente a Cella. Restituto pronto decide dedicar su vida al servicio de la Iglesia y a la música. Así, a los 11 años lo encontramos estudiando en la Escuela Seráfica que la Congregación de Religiosos Terciarios Capuchinos tiene establecida en Godella (Valencia). 

En 1925 marcha al Seminario Conciliar de Teruel siendo, a partir de entonces, cuando se inicia en el mundo de la música de la mano del P. Atanasio Jordá y de Ángel Mingote. Por cierto, que es en 1928 cuando publica, a sus 15 años, su primer artículo en Tesoro Sacro Musical, principal revista dedicada a la música religiosa española. 

La música y la fe como legadoLa música y la fe como legado

Y es en 1935 cuando, con dispensa papal por no contar con la edad requerida, es ordenado sacerdote en Teruel, por Fray Anselmo Polanco, obispo de la diócesis, antes de que a primeros de 1936 cante misa en Huélamo, localidad conquense adscrita en esos momentos a la diócesis turolense, donde residen su madre y hermanos.

Primeros pasos pastorales (1936-1947). Sus primeras responsabilidades religiosas lo llevan como coadjutor a Mosqueruela (1936). El estallido de la guerra civil, que le pilla en el bando republicano, le empuja a huir, camuflado como fotógrafo, al ver peligrar su vida por su condición sacerdotal, siendo nombrado capellán de la División 105 (Batallón 101) del cuerpo del ejército marroquí. Terminada la contienda se reincorpora en Mosqueruela, aunque poco después, concretamente en 1940, es destinado a Manzanera. Es entonces cuando inicia su formación musical en el conservatorio de Valencia bajo la dirección de Agustín Alamán y Manuel Palau. 

Es también por esta época cuando se inicia en la composición musical dando muestras de su genialidad al alzarse con varios reconocimientos. En Manzanera permanece hasta 1943, año en que es trasladado a Gúdar ya en calidad de cura ecónomo, acrecentando sus vínculos con la música al ser merecedor de nuevos encargos relevantes y premios.

La música y la fe como legadoLa música y la fe como legado

En 1947 gana la oposición convocada para organista de la catedral de Segorbe, abandonando tierras turolenses e introduciéndose ya de lleno en responsabilidades musicales, bien es cierto que en el entorno religioso, aunando así sus dos grandes pasiones: la música y la fe.

Llegada a Cuenca (1949). En 1949, ante la promoción a otra responsabilidad de su anterior titular, Rufo Fernández, la SICB de Cuenca convoca oposiciones para maestro de capilla, siendo ganada dicha plaza por Restituto, quien toma posesión de dicho cargo a mediados de septiembre de ese año. Es entonces cuando en el primer templo conquense se experimenta el renacimiento del esplendor musical que siempre le caracterizó. 

Así, junto al organista catedralicio Miguel Martínez Millán, brotan nuevas promociones de seises (antiguamente llamados infantes de coro), renace la Capilla de Música de la catedral, se crea la Schola Cantorum del Seminario Conciliar de San Julián (Restituto es su prefecto de música) y a fin de cuentas se recupera la solemnidad que desde siempre caracterizó a los pontificales, las ordenaciones sacerdotales, etc. celebrados en la ciudad.

Paralelamente, Restituto asume la capellanía del Colegio de las Siervas de San José, o Josefinas, de Cuenca, donde además dicta docencia en Latín y Religión. Además, dirige el Orfeón Conquense, asume crítica musical en el rotativo Ofensiva, dirige el Coro de la Sección Femenina de Cuenca o lleva a cabo labores diversas de investigación, en torno a la rica música popular conquense, aún hoy inéditas.

Labores musicológicas. El nacimiento de la Semana de Música Religiosa, a primeros de los años 60 del pasado siglo, le lleva, junto a Martínez Millán, a la recuperación del rico patrimonio musical religioso custodiado en el archivo de música catedralicio. Dichos esfuerzos encuentran a su vez un especial cobijo en la por entonces naciente colección de publicaciones del hoy desaparecido Instituto de Música Religiosa. Esta labor encontrará su máximo reconocimiento al serle concedido, en 1974, el Premio de Investigación González Palencia de los Premios Ciudad de Cuenca. 

El final (1975). Sin embargo, dicho reconocimiento ya no podrá recogerlo personalmente dado que una cruel y mortal enfermedad hará mella en él falleciendo el 6 de marzo de 1975, a los 62 años, siendo enterrado un día después en el cementerio que en San Isidro alberga los restos de los religiosos destinados en la catedral conquense.

Desaparecía así el más preclaro investigador musicológico conquense del momento, quien a lo largo de su corta pero intensa vida dio incansables muestras de amor por la música, la docencia, el folclore, la investigación, la fe, etc. siendo hoy todavía recordado –siempre fue conocido coloquialmente como don Restituto, e incluso simplemente como don Resti– por su buen hacer, inteligencia, incansable capacidad de trabajo… y bondad.