Carolina Muñoz es el ejemplo de que se puede superar la violencia de género. Va a cumplir un año residiendo en una casa de acogida de Cuenca capital tras dos casos de agresiones físicas y verbales por parte de dos parejas diferentes en la provincia de Toledo. Ambas experiencias fueron posteriores a su divorcio. Anima a todas las mujeres a poner freno a las agresiones y a no soportarlas. Afirma convencida que se puede salir y recuperar una vida que la violencia machista destroza reduciendo la autoestima al mínimo.
El episodio que puso fin a su vivencia como víctima de violencia de género contó con la complicidad de las Fuerzas de Seguridad. «Ya me había pegado más veces. Lo que pasa que ese día ya fue cuando la Policía me encontró. Me ayudaron muchísimo y fueron quienes me informaron que había casas de acogida donde podría empezar de nuevo». Carolina llevaba unos tres años conviviendo con su último agresor con quien compartió un calvario progresivo de vejaciones que culminaron con un intento de asfixia con una almohada. «Gracias a una vecina estoy viva. Porque se quedó la puerta abierta y lo vio. Los malos tratos eran continuos. Siempre eran por celos aunque también por drogas. Y eran malos tratos físicos y psicológicos. Muchas veces pensamos solo en los físicos pero los otros son muy duros».
Cambio. Tras los penosos momentos vividos, advierte que el agresor sufre un auténtico proceso degenerativo. «Al principio es el hombre perfecto. Te dan cariño, se portan superbién... Luego se transforman». ¿Por qué se aguantan los malos tratos? Carolina se encoge de hombros con resignación. «No lo sé. Es una pregunta difícil. Posiblemente, porque no somos conscientes. En mi caso, creo que se aguantaban porque eran como algo normal. Luego te das cuenta de que no es normal, ni mucho menos. También pensamos que no me va a volver a pegar pero luego, lo típico, de 'perdóname, que cambio'... pero pasa el tiempo y todo va a peor».
En su caso, fue la Policía quien le ayudó a dar el paso y poner punto final. «Ellos fueron los que me dijeron, 'si no vas a poner denuncia, la vamos a poner nosotros'». En otra ocasión, fue una amiga suya la que presenció «cuando me tiró un cenicero y la que dijo, ahora voy a llamar yo a la Guardia Civil».
Vistos los antecedentes, reconoce que en las actuales circunstancias le resulta «complicado» pensar en una relación sentimental. «Ahora no necesito una pareja. Tengo amigos que me han ayudado mucho en Cuenca. Ahora cuando conozco a un hombre voy con mucho cuidado". La dependencia emocional es uno de los condicionantes que 'vincula' a la víctima con el maltratador. «Antes quería tener pareja. Era como el estado natural»
Actualmente, se encuentra en pleno proceso de salida del túnel. «Estoy buscando piso y me quiero quedar aquí en Cuenca. Es una ciudad muy tranquila y se vive bastante bien. Tengo mi trabajo, que es lo más importante para poder seguir adelante». Carolina recomienda a las víctimas «que no se resignen a sufrir. Hay muchos sitios donde te pueden ayudar: policía, Centro de la Mujer, Cruz Roja... hay muchos recursos y funcionan».