¡A correr!

Leo Cortijo
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Correr la vaca es una experiencia prácticamente única, tradicional de la idiosincrasia conquense y un rito al alcance de muy pocos que se inculca de generación en generación para su mejor conservación.

¡A correr! - Foto: Reyes Martínez

Las frenéticas carreras de los mozos delante de las vaquillas marcan el paso. Sin toro, no hay Fiesta; y sin vaquilla no habría San Mateo. Que nadie lo ponga en duda. La vaca es el centro de absolutamente todo. Ellas son las grandes protagonistas de la celebración que conmemora la reconquista de Cuenca por las tropas del Rey Alfonso VIII en el año 1177. Casi tan antiguas como el propio hecho histórico son las fiestas de San Mateo, en las que desde tiempos inmemoriales se corren vacas con la cornamenta sujeta por sogas de esparto y cáñamo. No en vano, las reses bravas simbolizan la victoria cristiana, representada por los sometidos cuernos de la vaca gracias a la cuerda en alusión a la conquista de la ciudad.

Correr la vaca es una experiencia prácticamente única, tradicional de la idiosincrasia conquense y que se inculca de generación en generación. Cuando hay una carrera delante de las astifinas astas –que este año portarán los hierros de Juan Vicente Mora y Pedro Miota– se siente algo indescriptible. Un buen corredor mateo es aquel que tiene respeto a la vaca y a los maromeros, pues a ellos hay que obedecerles en todo momento para saber por dónde hay que llevar al animal. Tanto para corredores como para maromeros, el escenario en el que se suceden las sueltas de vaquillas tiene unos condicionantes que lo hacen muy especial. A los corredores, el empedrado no les afecta demasiado, pero a la vaca sí, sobre todo a la hora de agarrarse y correr. Asimismo, las cuestas y los desniveles se notan e exceso y eso juega a su favor.

Las vacas reseñadas para estas fiestas se han seleccionado con mucho cuidado y siguiendo la apuesta de la variedad de reatas y familias para que haya diferentes opciones una vez que se corren por las calles. Los ingredientes fundamentales que se buscan en las vaquillas son la juventud y la fortaleza. La principal razón es aguantar el mayor tiempo posible sobre las cuestas empredradas del Casco Antiguo. Es muy importante que las vaquillas se muevan y resistan el empinado trazado.

Asimismo, el ganado se selecciona teniendo en cuenta la morfología de los animales. Es decir, además de lo que guardan dentro, lo que lucen por fuera. En este sentido, se busca trapío en las reses, o lo que es lo mismo, armonía en las formas desde la punta del pitón hasta el rabo. Lo que más buscan los corredores es que las caras de las vacas sean serias y ofensivas. De ahí sus cornamentas veletas y con los pitones mirando a lo más alto del cielo.