Un viaje a lo largo de tres siglos, de la mano de tres generaciones de juglares, es la última propuesta literaria de Antonio Pérez Henares. El juglar (Ediciones Harper Collins) es el título de una novela en la que historia y ficción se funden para reivindicar el papel fundamental de los juglares en la transmisión de historias durante la Edad Media. Antes de la presentación de El juglar en Cuenca, mañana a las 18,30 horas en el Centro Cultural Aguirre, el autor explica en esta entrevista las líneas básicas de esta novela tan apegada a la tierra.
¿Cómo es el recorrido de tres siglos de la mano con tres juglares?
He disfrutado mucho porque me ha permitido recorrer serie de lugares míticos. En muchos de ellos la historia me iba saliendo al encuentro y hasta me cambia la novela. Yo quería seguir la ruta de unos juglares, que eran la clave de mi novela, por una razón. Esos juglares son los padres de nuestra lengua, que hoy hablan 600 millones de personas. Esta lengua es un romance del latín. Los que sabían escribir lo hacían el latín, pero el pueblo llano empezó a hablar las lenguas romances. Dice Gonzalo de Berceo: 'Quiero fer una prosa en román paladino, en la cual suele el pueblo fablar a su vecino'. Esos juglares empiezan a versificar, a ir cantando y contando por pueblos. Algunos no sabían leer ni escribir, pero si que eran unos maravillosos poetas. A lo mejor Homero también lo era… Eran unos genios de la literatura. Esa gente es la que lleva a una cumbre esa lengua que se va a hacer tan universal. Y dentro de esa lengua hay un cantar que emerge de una manera tremenda porque es una maravilla literaria, lírica, épica y emociona que es el Cantar de Mio Cid.
¿Cuál ha sido la mayor dificultad a la hora de escribir un libro que transcurre por tres siglos?
Entreverarlos unos con otros. Para eso los personajes de ficción eran esenciales. El juglar es ante todo una novela, no una historia novelada. Es la novela de esos tres juglares, de sus vidas, amores, desdichas, de sus caminatas y viajes, de la vida en suma en ese tiempo de unas gentes que iban a pie y si podían, a caballo, pero bajo el sol, la lluvia, la nieve… Recorrieron los caminos de Castilla y crearon una lengua que hoy hablan 600 millones de personas.
¿Es comparable el Cantar de Mio Cid con La Ilíada?
Sí. Aparte que también es la piedra angular de una lengua viva. Tan viva que es una de las más importantes del mundo. Quería rendir un homenaje a esas gentes porque, muchas veces, no conocemos ni sus nombres, aunque sí sus obras. Todavía hoy, en estas tierras, si empiezas a recitar un romance del siglo XII, hay gente que lo conoce. Como el de La loba parda, como el Romance del prisionero. De hecho, han resurgido. Los recuerdo bien, al final de siglo pasado, cuando los cantautores sacaron a la luz muchos romances.
¿Qué diferencia hay en esta novela con La tierra de Álvar Fáñez, El rey pequeño o Tierra vieja?
Este libro tiene un interés muy específico. Quiero contar la historia de unos juglares a lo largo de unos siglos y elaborar una teoría, que aparece al final en un epílogo, sobre quiénes fueron, de dónde eran, quiénes lo hicieron y proponer que el que firmó el más antiguo de los cantares, el de Mio Cid que se conserva fue Per Abbat. Pone la fecha de cuándo fue escrito el manuscrito, aunque el Cantar fue anterior. El Cantar comienza a construirse en la época de Rodrigo Díaz de Vivar, pero muere en 1099 y es en 1199 cuando tenemos certeza de que se lee por primera vez en el monasterio de Santa María de Huerta. Es en Soria, lindando con Aragón, cercano al Señorío de Molina, la tierra de Medinaceli, el común de la tierra de Atienza. El Cantar es una historia convertida en leyenda y la leyenda en cantar, pero cuando señala un sitio, si se va, aparece un hecho histórico. En Santa María de Huerta está enterrada una biznieta de Rodrigo Díaz de Vivar y lo escucha el Rey Alfonso VIII, el de las Navas, que es tataranieto de Rodrigo Díaz de Vivar, como lo era también su primo, Sancho VII el Fuerte.
¿Hay un Cid histórico y otro Cid legendario?
Sí. Así es. El Cid histórico te da unas sorpresas increíbles, como que no tuvo dos hijas, sino un hijo y dos hijas, que el hijo murió en la batalla de Consuegra combatiendo contra los almorávides cuando tenía veintitantos años. Sus hijas no se llamaron Sol y Elvira, sino Cristina y María. Una se casó con el conde de Barcelona y lo dice el Cantar. La otra se casó con un infante navarro, que su hijo, el nieto de El Cid, es el rey navarro García Ramírez El Restaurador. En Santa maría de Huerta, cuando se recita el Cantar, están el rey Alfonso VIII y su mujer. Leonor de Plantagenet, nuestra Leonor de Castilla, a la que Cuenca tanto le debe, entre otras cosas, su catedral normanda.
Siempre se ha hablado de la Edad Media como una época oscura, pero en este libro rompe una lanza por lo contrario y dice que es luminosa. ¿Por qué?
¿Por qué no vemos lo que dejaron? Si ves los grabados, cuadros de los juglares y juglaresa, de las tropillas que iban… ¿Es que no tenemos ahí las catedrales? ¿Qué nos hemos creído? ¿Que era un mundo de mugre, oscuro…? Era un mundo duro y había guerras, peste, hambruna… Pero también había música y color. Los colores de la Edad Media eran muy vivos y el juglar era el que anunciaba la fiesta cuando iba por las plazas, las ferias, los pueblos… A lo mejor iba buscando el condumio y que como decía Berceo, 'que al menos se me pague con un vaso de buen vino'. Algunos se elevaban de categoría e iban a las Cortes castellanas, que eran espectaculares. Los juglares de toda la Occitania venían porque la Occitania francesa tenía más que ver con la España cristiana que con el rey de Francia. Primero porque muchos de los nobles occitanos estaban emparentados con los reyes cristianos, y los reyes cristianos con ellos. El Camino de Santiago significó una autopista cultural de primer orden para Europa. Ahí están los romances y el Cantar. Y claro que la vida era dura, pero si un día se comía bien, se danzaba y como dice el refrán: 'De la panza sale la danza'. Tal vez ahora, tan ahítos de tantas cosas, no se sabe apreciar cuando es un momento para alegrarse.
Como periodista y escritor. ¿Hay mucho de esos juglares en usted?
Para sentirse juglar hay que tener un genio espectacular. Los versos del Cantar de Mio Cid son algo que… ¡válgame Dios! Hay que escribir mucho para llegar a su altura. Tienen una potencia, una emoción y una verdad impresionante. El Cid es muy de carne y hueso, al revés que otros grandes protagonistas de los cantares de gesta como el de los nibelungos o Rolando. El Cid es un hijosdalgo, está exiliado y que aparece en el Cantar llorando. Por eso, el Cid ha trascendido a la historia.
¿La figura de El Cid ha sido utilizada a lo largo de la historia?
Ha sido utilizado por las propagandas. Primero, las de su época. El Cid como cantar es un canto a la batalla de una Castilla que tras la derrota de Alarcos tenía que ganar sí o sí en las Navas o perecía. Tardaron años en prepararse para esa batalla. Es el grito de guerra de Castilla, que unida a Aragón y luego a Navarra se senfrenrañia al peligro mayor que corrió la cristiandad. Ahora dicen que El Cid es facha, como Pelayo. En la época de la República, al principio de la Guerra Civil, El Cid y Pelayo eran los héroes republicanos. No hay que olvidar que Franco fue quien trajo a los moros. Machado, por ejemplo, compara a las milicianas con las mesnadas cidianas en la batalla del Jarama en 1938. Luego Franco gana y le pone la camisa azul. Pero El Cid, no es ni una cosa ni otra. Era un personaje de su época. Cuando dicen que es mercenario… ¡Qué estupidez! Jamás rompió su juramento de vasallaje a su señor natural, que era el Rey Alfonso VI. Aquí ya se sabe que te miden con lo ojos del siglo XXI hasta el homo habilis.
¿Se debería escuchar en la España de hoy más a los juglares?
Me han preguntado alguna vez por algún juglar y creo que hay alguien que se lo hubiera pasado muy bien en ese tiempo, Joaquín Sabina. Sus canciones son muy de raíz popular y es un extraordinario poeta. ¡Ya le hubiera gustado a muchos poetas tener la capacidad emocional y lírica de Sabina! Hay otros, que son buenísimos, pero con el que me iría de juglar sería con Joaquín Sabina.
Como novelista le gusta siempre pisar el terreno sobre el que escribe. ¿Qué lugares le han causado una especial ilusión en 'El Juglar'?
Incluso hay algún personaje que ha salido de ahí. Al llegar a la fortaleza de Gormaz, miré a la almenas y quería ver un halcón en el cielo. Ahí nació el personaje de la halconera. En Castrojeriz, el castillo burgales, y abajo el Camino de Santiago. Toda la ciudad se funda a la sombra de ese castillo y a la orilla de ese camino. Ahí, nace el personaje de la señora de Castrojeriz. Y luego, hay muchos paisajes de Guadalajara, Segovia, Ávila. Los paisajes del Camino, desde Soria hacia La Rioja. El sitio que me impactó es Santa María de Huerta. Si todo allí está lleno de El Cid. Me lo he pasado muy bien.
¿Qué papel tiene la mujer en la Edad Media?
Había juglares y juglaresas. Aparecen en todos los grabados. En los juglares había categorías. Iban con ellos trotaderas, danzaderas que cantaban o bailaban. En los desfiles de los juglars, cuando iba a una ciudad como León, por ejemplo, cuando se coronona a Alfonso VII como emperador, también aparecen. También las hay en las Cortes, en los castillos. Hay una escena increíble que se produce en Toledo, cuando el rey Alfonso VII está cercando la fortaleza de Oreja, un ejército almorávide cerca a su vez Toledo, y entonces la emperatriz Berenguela, que se había quedado allí, sale a lo lato del alcázar toledano rodeada de todas sus damas y van tocando instrumentos y cantando. Se hace el silencio en el campamento musulmán, Berenguela se dirige a ellos y les dice: ¿Qué hacéis aquí?, si queréis combatir están nuestros hombres en Oreja, que van a tomas vuestro castillo. Y por ejemplo, hay un romance espectacular, que es el de la infanta Urraca, en el que dice que cuando Fernando I reparte su reino ella le interpela como primogénita porque a su hermano Sancho le da Castilla, León a Alfonso y a mí, que soy la mayor déjasme desheredada, pues si esto hiciérais, yo me echaré a los caminos y este mi cuerpo gentil entregaré a los cristianos por gracia y a los moros por dinero. Y le dio Zamora.
¿Si tuviera que elegir con quién se queda, Álvar Fáñez o El Cid?
Contestaría lo que se dice en el Cantar de Almería, cuando bajaron con Alfonso VII a tomar la ciudad. El juglar que hizo ese cantar dice que si se preguntara quién fue primero, Álvar o Rodrigo, la respuesta es que si se lo preguntaran a Álvar diría que Rodrigo, y si se lo preguntaran a Rodrigo, diría que Alvar. Esa fue la respuesta del juglar.