Imaginando a San Julián por España

Pilar García Salmerón
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Exterior e interior de la iglesia en el Poblado de San Julián de la provincia de Jaén.

Sin contar las obras de la provincia de Burgos, al menos en ocho puntos de la geografía nacional, la presencia de San Julián se ha materializado en la intitulación de instituciones, dedicación de parroquias, patronazgos, obras artísticas, y hasta dando nombre a una población de la provincia de Jaén.  

Comencemos por lo acaecido en el siglo XVII, cuando el reconocido pintor conquense, Cristóbal García Salmerón (1603-1673) autor del apostolado de la sala capitular de la catedral, fue designado por el cabildo conquense para imaginar dos figuras del Santo, destinadas a Málaga y Lorca.  En 1637 la ciudad de Málaga fue asolada por la peste, con una virulencia tal, que las crónicas cifran en catorce mil los muertos en tan solo en cuatro meses. Los fieles vinculaban esta calamidad a los pecados cometidos, por lo que se decidió invocar la protección de los santos más venerados entre los malagueños, y el de otros como San Julián con fama de milagrosos, atribuyéndose a este último el final de la epidemia. Por este motivo, el presidente de la Real Chancillería de la vecina ciudad de Granada, Juan Bautista Valenzuela y Velázquez, insigne eclesiástico natural de Cuenca, quiso regalar a Málaga una pintura del Santo, cuya ejecución encargó al cabildo catedralicio conquense, desde donde se enviaría a Málaga al año siguiente, y que todavía hoy puede contemplarse en la catedral malagueña. La estima de los malagueños por el santo obispo puede palparse, además, en el edificio de la iglesia-hospital de San Julián, una antigua institución caritativa fundada por los Reyes Católicos que, desde 1680 y tras una nueva ola pandémica de peste, la Hermandad rectora decidió poner bajo el patronazgo de San Julián. En este edificio se guardaba una obra del pintor de mayor calado de la ciudad, Juan Niño de Guevara, quien en 1685 imaginó la aparición de la Virgen a San Julián, un cuadro que actualmente se encuentra en paradero desconocido. En la portada del edificio se puede contemplar una imagen de piedra del Santo y algunos cuadros en su interior. 

Una década después, nuevamente García Salmerón sería seleccionado por el cabildo para inmortalizar la figura del Santo en una obra destinada a Lorca. Hacia el año 1647 se produjo una terrible epidemia de peste bubónica en esta localidad, una plaga que, dada su persistencia, inclinó a sus vecinos a buscar una solución basada en la intervención milagrosa de un santo. Por ello, los lorquianos se encomiendan a San Julián, y solicitan al cabildo de Cuenca, se sirva enviarles un retrato del Santo. Un mes después, y a la espera de realizar el retrato, el cabildo responde a la petición, haciendo llegar un trozo de la túnica que había vestido el cuerpo incorrupto del Santo durante más de trescientos años hasta que, en 1642 durante la visita del rey Felipe IV, fue abierto su sepulcro y cortado un pedazo del ropaje en presencia del monarca. La pintura no llegaría a Lorca hasta 1650, trasladada por un capellán del cabildo conquense. Con tal motivo se celebró una procesión multitudinaria, en la que se trasladaron tanto el cuadro como la pequeña reliquia hasta la Iglesia Colegial de San Patricio. Esta obra, destruida en la Guerra, fue repuesta por una copia de la original.

Exterior e interior de la iglesia en el Poblado de San Julián de la provincia de Jaén. Exterior e interior de la iglesia en el Poblado de San Julián de la provincia de Jaén. En pleno casco histórico de Madrid, en la plaza de Ramales, cercana al Palacio Real, en una de las hornacinas del transepto alto de la iglesia de Santiago, se encuentra una pintura que representa el tránsito de San Julián, imaginado por Francisco Bayeu (1734-1795), artista muy ligado a la Corte, con obra en varios palacios, en la basílica del Pilar y en la Catedral de Toledo. Se trata de una composición semejante a la realizada unos años antes por Francisco de Goya, cuñado de Bayeu, para la iglesia de Valdemoro, en la provincia de Madrid, ya comentada en el artículo publicado el 4 de febrero.  

A estas obras hay que sumar la magnífica escultura de San Julián incluida en el retablo de la capilla de san Eufrasio de la catedral de Jaén, realizada por Juan Adán a finales del XVIII, y encargada por el entonces obispo de Jaén, D. Agustín Rubín de Ceballos, que había sido canónigo de la catedral conquense.

Destacar, también, la presencia del Santo como titular de dos parroquias: una, en la localidad jienense de Marmolejo, de la que es copatrono junto a la Virgen de la Paz, y otra, en el barrio de San Julián de la ciudad de Teruel, donde en 1976 se erigió una parroquia dedicada al Santo, cuyo templo, inaugurado en 1989, alberga una imagen moderna y original del prelado tejiendo cestillas. 

Por último, apuntar que el santo patrono de la diócesis de Cuenca da nombre a un pequeño pueblecito jienense. En 1951, a siete kilómetros de Marmolejo, se creó por el Instituto Nacional de Colonización un poblado nuevo, al que se denominó San Julián. En su proyecto inicial agrupaba a 59 dependencias agrícolas más 9 aisladas, cuatro viviendas de comerciantes, iglesia, escuela, viviendas para maestros y ayuntamiento, inmuebles destinados a albergar a unos 810 colonos. Todo perfectamente urbanizado bajo dos ejes que se cruzaban en la plaza que presidía la iglesia, de la que se ofrecen dos fotografías, en las que puede observarse un moderno retablo dedicado al Santo. Además, se construyó una ermita en honor a San Julián, en la que se celebra una romería el 5 de septiembre, festividad del Santo,  y día de las fiestas patronales de Marmolejo.