La selección de Turquía no ha sido históricamente una de las más exitosas, pero los escasos logros que ha cosechado en sus 100 años de existencia siempre han llegado de manera agónica: desde la mano inocente del italiano Franco Gemma, pasando por el gol de oro del Mundial de Corea, siguiendo por las remontadas en Austria y Suiza y acabando por la reciente y salvadora mano de Günok.
Tras estrenarse en la alta competición en los Juegos de París 1924, el conjunto de 'la luna y la estrella' tuvo que esperar 30 años para debutar en el Mundial. Y a él llegó de la forma más peculiar: Turquía se enfrentó a España.
En el partido de la primera vuelta, el combinado que entrenaba Luis Iribarren, que aún no podía contar con Ladislao Kubala ya que su nacionalización estaba en tramitación, superó con facilidad por 4-1 al otomano en el Santiago Bernabéu, entonces aún Nuevo Chamartín.
En el segundo choque, los turcos dieron la campanada y sorprendieron 1-0 en Estambul. El desempate se jugó en la localidad de Roma, y finalizó en tablas: 2-2.
Para dilucidar quién acudiría a Suiza 54, la FIFA decidió que un niño italiano, Franco Gemma, ejerciera de mano inocente. Turquía fue la agraciada en el sorteo y desde entonces siempre tiene la suerte de cara.