Al despuntar el siglo XIX, y a consecuencia de un rayo que produjo el hundimiento de la torre de las campanas (también conocida como torre del Giraldo), la Catedral de Cuenca sufrió gravísimos desperfectos. El arquitecto/arqueólogo Vicente Lampérez fue el encargado hacia 1905 de comenzar a reconstruir partes del templo conquense, en un estilo neogótico inspirado en las tendencias arquitectónicas del inefable francés Le Duc.
Lampérez falleció en 1923 después de muchos años de estar al frente de los trabajos de restauración y rehabilitación del mayor templo de la diócesis conquense. A partir de este momento, se encargó al arquitecto Modesto López Otero la continuación de las obras iniciadas por su maestro Lampérez y Romea. El arquitecto vallisoletano aceptó el encargo fundamentalmente por haber sido discípulo de don Vicente, y querer ver finalizadas las actuaciones que su profesor había aplicado con gran esfuerzo, profesionalidad y sensibilidad sobre la hermosa Basílica con la que se identificó de forma total.
prestigioso arquitecto. Agustín Aguirre, discípulo y compañero del genial arquitecto Modesto López, definió en una nota necrológica de homenaje a su maestro y amigo de la siguiente forma: «Tenaz, hábil e inteligente en la resolución de los múltiples y complejos problemas que se planteaban… En todas ellas aparece la huella de su profunda formación clásica y talento creador. Sería interminable el enumerar y evocar todas las obras y méritos, que son un modelo de corrección y prestigio profesional. Dotado de un gran temperamento de artista, los croquis y dibujos que se conservan de él revelan una gran soltura y vigor plástico».
Modesto López Otero, antes de aceptar el encargo para la Catedral conquense, estudió con detenimiento el proyecto y las acciones llevadas a cabo por su antecesor, llegando a la conclusión de que se tenía que respetar todo el trabajo realizado anteriormente y no aplicar ningún tipo de modificación. López Otero respetó el estilo propuesto y aplicado por Lampérez; aunque en su opinión los criterios de restauración no eran los más adecuados debido al estilo que se había 'inventado' y que muy poco tenía de 'castellano', como era el entonces denominado estilo 'anglonormando' inspirado en el de la Catedral de Coutances.
El trabajo a realizar a partir de 1923 fue ingente ya que no se había avanzado en demasía en lo referente a las obras propiamente dichas. Hasta entonces se había estudiado muy bien la historia y transformación de la Catedral, y poco en la restauración y rehabilitación.
Los trabajos iniciados por don Vicente consistieron en el reparado y terminado el cuerpo primero de fachada en la parte exterior y en la parte interior los derivados del hundimiento de la torre del Giraldo.
López Otero formuló un plan de obra y una serie de capítulos pendientes de realización, además del fundamental plan de financiación económica para la obra catedralicia. Tres fueron los presupuestos implementados por el arquitecto, cada uno de los cuales sumaba 50.000 pesetas, que como ocurre en toda obra serían ampliados por el aumento del precio de los materiales de construcción. Los trabajos que implementó el nuevo encargado de las obras fueron finalizar los arcos de la fachada y del rosetón central, el acabado del interior de las naves laterales, el cerramiento de las bóvedas de crucería y de los hastiales laterales.
Otro plan fue presentado con posterioridad en 1932, con un proyecto centrado en los elementos del interior de la Catedral, que no debió ser aprobado. López Otero continuó trabajando en ella hasta el estallido de la guerra civil.