Afinales de 2022 y aprovechando que el fútbol seguía mirando hacia el Golfo Pérsico tras el último Mundial, la Saudi Pro League daba el mayor golpe de mano de su historia: un contrato espectacular, de cifras prohibitivas, casi obscenas, para llevarse a Cristiano Ronaldo. Fue el primer paso de los muchos que convirtieron a la Liga árabe en la mayor amenaza para el 'statu quo' europeo en la historia del fútbol. El portugués (unos 200 millones de dólares por temporada) dejó la puerta abierta a su espalda y por ella se colaron Neymar Júnior, Benzema, Ruben Neves, Sadio Mané, Firmino, Kanté, Bono, Milinkovic-Savic, Otavio, Mitrovic…
Un año después, por mucho que el CEO del Al-Hilal (el español Esteve Calzada) haya aprovechado las cámaras y los micrófonos presentes en la Supercopa para asegurar que «no es una burbuja», aquella exhibición de músculo va perdiendo categoría y el globo se desinfla.
De entrada, las audiencias internacionales de la Saudi Pro League tiene poco o nada que ver con las expectativas creadas con la llegada de tanta figura. La asistencia media a los estadios es del 31,5 por ciento (el club con más seguidores y el campo más grande de la Liga, el Al-Hilal, mete una media de 26.500 en un recinto con capacidad para 68.800).
La inversión, solo para la presente 23/24, fue la tercera del planeta: la Premier League gastó algo más de 2.810 millones de euros en fichajes, la Ligue 1 ascendió hasta los 964 (gracias, fundamentalmente, a los casi 370 invertidos por el Paris Saint-Germain) y la competición del Golfo Pérsico se colocó tercera con 949.
Todo se paga desde una única 'billetera': el PIF, el fondo soberano (propiedad de la familia real saudí) que costea cada inversión de los clubes más poderosos de la competición. Sin embargo, el mercado de invierno está dando mucho menos 'espectáculo' porque a comienzos de 2024 se conoció que dicho fondo de inversión pública ha impuesto «límites» para fichar en enero. «Límites»: la palabra que nunca había existido hasta ahora en el fútbol saudí. Así, las contrataciones (y sus correspondientes gastos) han quedado en manos de los equipos y sus tesorerías, y cada llegada «deberá ser financieramente autorizada a través de una serie de requisitos complejos».
Enfados
Exceptuando casos puntuales como los de Cristiano Ronaldo o Mitrovic (máximos goleadores del campeonato con 20 y 17 dianas, respectivamente), pocas figuras se han adaptado al juego, al ambiente, a la cultura… Solo en las últimas semanas se han conocido los malestares de algunos de sus jugadores más destacados. El más evidente, el de Karim Benzema: el astro francés, cuyo equipo (el Al-Ittihad) es séptimo en la tabla, 'desapareció' de Jeddah a finales de año -no se entrenó durante dos días con sus compañeros- en la víspera de un partido. «Desperdicia ocasiones muy fáciles y parece haber perdido las ganas de jugar al fútbol», señaló el periodista deportivo Abdel Karim Al-Jasser en la tele pública.
Roberto Firmino o Jordan Henderson han sido dos de los futbolistas que, según medios ingleses, han mostrado también su arrepentimiento por haberse marchado. Pero salir tiene su peaje. En el caso del excapitán del Liverpool, esa jaula de oro en la que está atrapado es evidente: Henderson cobra más de 40 millones de euros anuales y debería quedarse dos años en Arabia para disfrutar de las enormes ventajas fiscales que le ofrece su contrato. Incluso Gabri Veiga habría hablado con su entorno para tantear un regreso a Vigo. Son solo algunos de los nombres de futbolistas que acudieron tentados por el poder del 'petrodólar' y que se han dado cuenta de que ni es el fútbol ni el ambiente de Europa, de que vivir en el desierto no resulta atractivo y de que las costumbres y la cultura del país choca con las suyas.