Un viaje cervantino repleto de emociones

Manu Reina
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Museos, historia, devoción y gastronomía convierten a San Clemente en un notable destino de la provincia

Un viaje cervantino repleto de emociones - Foto: Ayto San Clemente

Hay destinos que merecen mucho la pena visitar. Y San Clemente es uno de ellos. Es para tomar nota. Este enclave manchego, con un paisaje característico de esta tierra y con descripciones célebres en El Quijote, ofrece un abanico de color extraordinario en cada estación del año. El verde de sus viñas, el rojo de sus amapolas, el amarillo del girasol o la sombra de pino piñonero cautivan a cualquier visitante. Las vistas son inigualables y las fotografías inmortalizan un viaje inolvidable a este municipio conquense por donde atraviesa el río Rus y que cuenta con una buena comunicación por carretera.

San Clemente fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1980 y desde 1992 cuenta con dos edificios declarados Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Monumento: El antiguo Ayuntamiento y la Parroquia de Santiago Apóstol. Tienes que detener el paso en tu viaje para disfrutar de estos increíbles monumentos, cuyas historias te asombrarán. Por cierto, el municipio también posee el puente romano mejor conservado de la provincia. 

Además, este destino cervantino abre las puertas de sus tres grandes museos. El primero de ellos, el Museo Etnográfico, está situado en una torre vigía de época medieval, por lo que suele gustar mucho a los niños, mientras que los adultos disfrutan más de las herramientas y aperos de labranza. El segundo, el Museo de Obra Gráfica, es una sede de la Fundación Antonio Pérez, con centro en Cuenca. Es uno de los pocos museos españoles dedicados exclusivamente a la obra gráfica y su colección recoge piezas desde mediados del siglo XX hasta la actualidad. Por último, el Museo de Artes Decorativas Navideñas, que contempla una muestra permanente que sintetiza el excelente trabajo que la Asociación de Belenistas de Cuenca viene realizando desde años atrás.

Otra de las joyas de la corona es el paraje de Rus, que se sitúa a siete kilómetros de la localidad. La ermita, de estilo neocláisco, fue construida sobre los antiguos restos de un castillo árabe y sus orígenes parecen remontarse al siglo XVII. Emerge en dimensiones no grandes pero bien proporcionadas. 

Fervor. Más de 15.000 personas visitan cada año San Clemente en la Venida de la Virgen de Rus. En concreto, la romería de la Virgen de Rus consta de dos fechas en las que se intercambian las imágenes de dos vírgenes portadas a hombros. En la Venida de la Virgen, la primera cita, siempre el domingo siguiente al Domingo de Resurrección, los portadores trasladan de San Clemente a Rus a la Virgen de los Remedios, que descansa todo el año en la localidad. Los nueve kilómetros que separan los dos parajes se recorren corriendo entre vítores y cánticos. Pasados 40 días, el primer lunes siguiente, se celebra cada año el Día de Rus, una celebración que realiza a la inversa el intercambio de imágenes. 

Ambas esperarán un año, al igual que los sanclementinos, hasta que llegue de nuevo la primavera y su romería más arraigada y fervorosa. Tienes que tener también en cuenta que el Domingo de Resurrección, como pistoletazo de salida de cada primavera, se celebra en la localidad la famosa subasta de las andas con una gran aportación económica.

El viaje a San Clemente está repleto de emociones y anima a descubrir su larga historia. Y es que para conocer su presente es necesario también viajar al pasado. Además, durante el transcurso del viaje, no olvides saborear la gastronómica manchega, con especial gusto al cordero, a las migas de pastor o las gachas. También tienes la posibilidad de volver a casa con grandes vinos, quesos, embutidos y dulces artesanales bajo el brazo. Está claro que San Clemente merece mucho la pena visitar.