Editorial

Trump inicia su segundo mandato para abrir un nuevo orden mundial

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Donald Trump fue elegido ayer como el 47º presidente de los Estados Unidos de América bajo un frío polar en Washington D.C, que obligó a trasladar la tradicional ceremonia de toma de posesión de las escaleras a la rotonda del Capitolio, pero que no deslució el inicio de su segundo mandato para el que aspira a tirar la puerta de los actuales equilibrios democráticos y abrir un nuevo orden, tanto interno como mundial, con políticas más radicales. Sus primeras decisiones no son halagüeñas como la firma de órdenes ejecutivas relativas a dar un giro en política medioambiental enterrando el Green New Deal, el pacto para promover las energías limpias, o el programa de deportaciones y medidas más restrictivas en las fronteras; además carga contra las políticas inclusivas: «Habrá solo dos géneros, hombres y mujeres», y los tan temidos aranceles a productos made in China, Canadá o México, entre otras.

El mundo puso ayer los ojos en el regreso del mangante de la Casa Blanca para presenciar la transición del eslogan 'American First' -Primero Estados Unidos- del primer mandato al 'Make America great again' -Hacer a EE. UU. más grande- del que ya ha dado cuenta con sus aspiraciones imperialistas sobre Groenlandia, Canadá y el canal de Panamá, sin olvidar las barreras arancelarias a las que Unión Europea teme para sus productos agrícolas. Por más que Trump aspire a pacificar viejos conflictos, como el Oriente Próximo o Ucrania, para centrarse en la economía doméstica, cada decisión retumba de forma global, más si cabe con los asesores con los que se ha rodeado en la Casa Blanca, en especial, con Elon Musk. El líder republicano quiere alinear a través de la 'oligarquía tecnológica' a toda una corriente ultraderechista mundial, que ayer estuvo también presente en la toma de posesión, e interferir en otros estados por cauces lejanos del derecho internacional y los organismos globales como la ONU o la OTAN.

Al contrario que hace ocho años, el nuevo presidente de los Estados Unidos regresa con más poder en ambas cámaras y un apoyo popular disparado para romper las estructuras democráticas y tradicionales con decisiones basadas en el antisistema, las fake news, las teorías conspiranoicas y una política de seguridad e internacional desalineada con la historia propia de su partido. Es evidente que Trump no podrá cumplir muchas de las promesas descabelladas de su campaña electoral porque el sistema y la democracia estadounidense son muy garantistas. Sin embargo, en estos próximos cuatro años, Trump reformará toda la estructura federal y dejará su huella en la historia de la «edad de oro de EE UU. De momento, lo ha hecho por ser un autoritario y anti establishment con el apoyo democrático y popular. Está por ver hasta dónde llegan sus aspiraciones el ya comandante jefe del mayor ejército del mundo.