Editorial

Sánchez llega a Pekín en la crisis arancelaria más trascendental

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El viaje del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, a Vietnam y, sobre todo, a China llega en plena vorágine y volatilidad del comercio mundial a cuenta de los aranceles impuestos por los Estados Unidos de Trump a medio mundo, y especialmente agravados a la segunda economía del planeta. Será la tercera ocasión que los dos mandatarios se reunirán en los últimos tres años. Y el encuentro llega en un momento trascendental en las relaciones internacionales, con nuevas reglas en el comercio mundial y con el mandato de la Unión Europea para que el líder español testee las intenciones del gigante asiático sobre cómo afrontar la crisis de los mercados.

Sánchez aterrizará el mismo día en el que el Gobierno de Xi Jinping elevará el órdago arancelario propuesto hace unos días o lo mantiene a la vista del caos bursátil de las últimas jornadas, suavizadas ayer con leves subidas en todos los parqués. China no está siendo tan comedida como la Unión Europea y no tiene visos de rebajar las represalias a las intenciones de Trump de agravar hasta un 104% los productos chinos en suelo norteamericano. En este contexto de máxima preocupación diplomática, el presidente español llega a Pekín para fortalecer las relaciones bilaterales -como estaba agendado antes del boom arancelario- no solo las de Madrid, sino también las de Bruselas, para contar con una vía de escape en caso de que se tuerzan, aún más, las negociaciones con Washington. China, en cambio, no es un socio prioritario para el mercado de la UE, por las reticencias no solo por el déficit comercial, sino también por su complicada relación con la democracia y sus planteamientos en conflictos como Ucrania y Oriente Próximo, muy próximos a los de Rusia.

Sin embargo, Xi Jinping siempre ha mostrado cierta predilección por España, y sobre todo por Sánchez, por encontrar un interlocutor para tender puentes con la Unión Europea, aunque sea desde posiciones asimétricas. El presidente español deberá ser exquisito en las próximas horas por cómo es visto tanto por sus socios europeos como por Trump, no vaya a interpretarse este encuentro como un acercamiento a las negociaciones intransigentes de Pekín ante el 'hachazo' de Trump. Sí que se abre la oportunidad de que nuestro país juegue un papel relevante en un momento trascendental y en el que Sánchez deberá aprovechar, al mismo tiempo, para buscar el objetivo con el que nació este viaje: abrir nuevas vías de colaboración con la mirada puesta en que los productos españoles estén más presentes en ese gigante mercado y reducir el desequilibrio entre ambos países. Porque sí, Trump tiene razón al colocar a China como la más beneficiada del libre comercio mundial al imponer grandes restricciones al resto de países.