El destino es impredecible y nadie sabe lo que la vida tiene preparado para cada uno. Por suerte, para Rafael Luján Chumillas la vida le llevó hasta Tarancón, donde ha encontrado un hogar, una familia y más de 800 hermanos.
Rafael nació en Cuenca, pero a día de hoy afirma sentirse «taranconero de pura cepa» y es que, a pesar de no haber nacido en esta ciudad, ha llegado a involucrase tanto en su sociedad que ahora se siente «uno más». Desde pequeño, la familia de Chumillas ha estado muy involucrada con la Semana Santa: «Mi abuelo, mi madre, mis hermanos... están muy arraigados en la cultura de esta festividad». En su ciudad natal aún es hermano de las hermandades de la Virgen de las Angustias y de El Descendimiento. El destino lo condujo, tras terminar sus estudios, hasta Tarancón donde, sin saberlo entonces, «echaría raíces».
Tras su formación, la oposición le llevó a comenzar su vida laboral en esta ciudad en la que conocería a la que a día de hoy es su mujer y madre de sus hijos. «Por suerte, o por casualidad, su familia era nazarena de toda la vida; el abuelo de mi mujer ya fue nazareno». Como nuevo miembro de la familia, la suegra de Rafael decidió apuntarlo a la Hermandad a la que pertenecían, la de Nuestro Padre Jesús Nazareno. «Esto sucedió en 1990, cuando mi suegro era parte de la directiva», comenta. Permaneció 10 años como miembro compaginándolo con su pasión que era «participar de manera activa y no solo como un mero espectador en la Semana Santa de Cuenca».
Rafael comenzó a formar parte de manera activa en la hermandad a partir del año 2000
A pesar de no ser miembro de la directiva, Rafael echaba una mano siempre que podía ayudando a su suegro y en todo lo necesario. Finalmente, en el año 2000, los hermanos le propusieron que diera un paso más y les acompañara al mando de esta hermandad. «Sabiendo que mi vida y mi familia estaban ahora en Tarancón, decidí participar de manera activa». Esta nueva etapa trajo mucho trabajo, pero también mucha satisfacción a la vida de Chumillas. «En mis primeros años me ocupé sobre todo de los proyectos del Nazareno, como los nuevos estandartes o los nuevos pasos», explica este cofrade.
Hace nueve años, tomó el relevo de Vicente Martínez, el goloso, como presidente de los nazarenos, y desde entonces, la directiva formada por 22 hermanos «trabajamos para que esta agrupación sea un referente». Rafael destaca que «hemos conseguido aumentar en un centenar de miembros, también que nuestra actividad no solo se concentre en la Cuaresma, sino que se extienda a lo largo del año». Ilusionado habla sobre «el desarrollo cultural de la ciudad al que estamos contribuyendo, a través de las propuestas que llevamos a cabo como conciertos, exposiciones, o el salto en calidad y cantidad en cuanto a los pasos que poseemos». Y es que uno de sus deseos era que las imágenes fueran «de talla y de la mano de escultores reconocidos, pues son verdaderas obras de arte».
Rafael, como presidente de esta hermandad, tiene claro que «queremos seguir siendo parte de la comunidad de Tarancón y para ello continuaremos proponiendo actividades y eventos para lograr que los vecinos se involucren». Algo que Chumillas defiende es que «no hay que ser hermano para poder participar, y eso es algo que hacemos para que vean que estamos abiertos a todo el mundo».
El cofrade preside a casi 850 hermanos y ha conseguido que procesionen hasta seis pasos
Con sus ideas, con sus años de experiencia y, como él mismo afirma, «rodeado de muy buenos hermanos», ha aplicado lo que su trabajo en la Guardia Civil le ha aportado y ha conseguido preservar y ensalzar todavía más este colectivo y, con ello, la celebración de la Semana Santa en Tarancón. Rafael Chumillas lidera ahora mismo una agrupación con casi 850 hermanos, con seis pasos que ya procesionan y que continúan completando con imágenes creadas por artistas reconocidos.
Este conquense adoptado se emociona al pensar la buena acogida que ha tenido en esta ciudad por la familia de su mujer, por los taranconeros y por la comunidad semanasantera. Rafael puede decir orgulloso que es uno de los pocos presidentes en los más de 300 años de historia de los Nazarenos en Tarancón. Afirma que toda su labor es desinteresada, fruto de su pasión y de la sangre cofrade que corre por sus venas, heredada de su madre y de su abuelo Mauricio, al que le emociona recordar: «Espero que esté orgulloso de todo lo que estoy haciendo». Seguro que sí...