La magia del Polo Norte

Lucía Álvaro
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Los Amigos del Carnaval vuelven a comunicarse con Laponia para que Papá Noel y sus elfos hagan parada en Cuenca y entreguen a los niños cartas donde anotar sus deseos

La magia del Polo Norte - Foto: LT

Hay una luz inconfundible que se cuela por la ventana la mañana de Navidad, una luz que tiene un tono distinto entre la ilusión y los restos de la magia de Papá Noel, que hacen que una especie de polvo dorado flote en el ambiente. En Cuenca no hay auroras boreales y la nieve es cada vez menos común, pero el tintineo de los cascabeles acaba encontrando el camino guiado por la luz de la nariz roja de Rudolph. Son precisamente los Amigos del Carnaval, quienes preparan con mimo cada detalle para que a la llegada de todo el equipo del Polo Norte encuentren todo en perfecto estado de revista para que los niños de la ciudad disfruten de cada momento a su lado. 

Entre estos elfos ayudantes encontramos a Manolo Lozano, el presidente de la asociación. Él comenta cómo de los 200 miembros que hay actualmente en la asociación, 32 participaron en el desfile de bienvenida a la Navidad para sembrar la ilusión en los corazones de todos los conquenses y que empezaran a sentir la magia de las fiestas. Joanna Plaza es la ayudante más especial de los elfos, la encargada de prepararles prendas de abrigo para que los días que pasan en Cuenca no tengan frío, añade los detalles en las chaquetas con mimo, en los trajes cose los botones de caramelo a mano para que no se rompan y unos pequeños cascabeles para que se escuche cuando hacen sus travesuras. 

Para que los más pequeños recuerden que tienen que ayudar en casa, comportarse bien y pensar en los demás, Plaza se une a los elfos en una misión muy especial. Durante meses prepara junto a ellos las piruletas que reparten con el sello inconfundible de Papá Noel en el momento en que los elfos invaden las calles de Cuenca con las cartas que han llegado desde el mismísimo Polo Norte diseñadas por la asociación conquense.

En un trabajo que se adivina titánico y que lleva meses de laboriosa preparación, viendo a estos ayudantes secretos de San Nicolás y sus elfos se adivina que la Navidad es en parte posible gracias a la colaboración desinteresada y desde el amor incondicional hacia las familias de la ciudad que profesan los Amigos del Carnaval. En un rincón del edificio Iberia puede verse a Mónica López y Naiara Zafra dándoles a los elfos polvos mágicos para resaltar aún más la mirada de emoción al recorrer las calles, dibujándoles pecas blancas que recuerdan a los copos de nieve. Tamara Gómez es el espíritu de las fiestas, anima a los ayudantes de Santa Claus y es una de esas personas capaz de sacar lo positivo de lo negativo, siempre con soluciones para cualquier inconveniente de última hora que pueda darse entre bambalinas.

Para los Amigos del Carnaval, que tantos momentos comparten junto a los personajes míticos del polo norte, cada año hay momentos especiales que viven con ellos. López, Zafra, Gómez y Plaza coinciden y recuerdan la ilusión en la mirada, las largas colas soportando el frío sin perder ni un instante la sonrisa, los niños que van a ver a Papá Noel y regresan con sus amigos y, por supuesto, el papel esencial que las familias juegan en la magia de la Navidad, apoyando a sus pequeños para que no pierdan la oportunidad de compartir momentos que quedan grabados en el corazón para siempre. 

Como sucede con todo en la vida y especialmente con lo que requiere de corazón y emoción, hay situaciones que es imposible calificar, que no caen en el olvido y es el caso de dos pequeños que las navidades pasadas hicieron cola para disfrutar de unos momentos junto a Santa. Joanna, la ayudante mayor de los elfos, comenta que un niño que se sentó en las rodillas de Papá Noel le dijo que no podía pedirle como deseo de Navidad lo que más quería ya que «sus papás no le dejaban pedírselo». 

La ilusión en una carta. Los elfos y Santa, con comprensión y cariño averiguaron que la ilusión de aquel pequeño era un vestido de princesa de color azul. Los Amigos del Carnaval aseguran que «de haber sabido la dirección de aquel niño la mañana de Navidad habíamos llevado a los elfos con el vestido de princesa azul a la puerta de casa» obrando uno de esos milagros navideños tan escasos y necesarios. La Asociación y los del Polo Norte también viven momentos en los que son los pequeños quienes dan ejemplo. Es el caso de un niño que en la cola para ver a Papá Noel no llevaba carta e insistió en que no necesitaba una porque su único deseo en Navidad era recibir un abrazo de Santa Claus y lo iba a cumplir.

En un momento en que tanta gente lo ha perdido todo, en el que hay quienes vivirán unas navidades muy difíciles los elfos, Papá Noel y los Amigos del Carnaval tratan más que nunca de sembrar conciencia en los más pequeños. En cada encuentro los instan a pedir regalos que no son materiales, a darse a los demás, ayudar en casa y cuidar de los mayores y de aquellos que más lo necesitan. 

Aunque cada persona viva las navidades de un modo diferente los Amigos del Carnaval ya están preparando los actos para 2025 porque la magia, la ilusión y los deseos de los niños de Cuenca son un ejemplo y, aseguran, que es el trabajo más gratificante de todos y sus sonrisas el adorno más bonito que hay en Navidad.

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