El juguete tradicional, un objeto de deseo

Lucía Álvaro
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Frente a los trastornos de conducta derivados del uso excesivo y poco cuidado de las pantallas, el juguete clásico favorece el desarrollo infantil

El juguete tradicional, un objeto de deseo - Foto: Reyes Martínez

Hay ciertos momentos irrepetibles que se viven en familia y muchos de esos recuerdos se dibujan en la infancia, durante los juegos. Una partida a un juego de mesa como el parchís o el Monopoly, simular una tienda, una visita al doctor e incluso una cena en un restaurante o crear historias dignas de Goya con muñecas, coches y animales son vivencias que las generaciones más mayores atesoran y que les han permitido potenciar la imaginación, la autosuficiencia y recrear situaciones de la vida cotidiana que atravesarían como adultos. Las pantallas han marcado un antes y un después a nivel social, un boom que se ha acentuado más si cabe en los niños. Aunque bien utilizadas las pantallas son una herramienta potente que puede resultar muy beneficiosa, el desconocimiento ante estas nuevas realidades ha desembocado en que los problemas para mantener la concentración, la agresividad y una baja tolerancia a la frustración y al fracaso sean algunos de la larga lista de problemas que han traído estas herramientas. Ante estos indicios, el juguete tradicional ha ido cogiendo cada vez más fuerza.

Consuelo Úbeda es la propietaria de 'Jugamos' una tienda que desde su apertura en 2012 ha marcado el precedente de los juguetes educativos, con materiales nobles y de calidad similares a los que utilizaron las generaciones más mayores. Con una trayectoria de 12 años a sus espaldas 'Jugamos' evidencia que en Cuenca hay una conciencia cada vez mayor del impacto que tienen los juguetes en los más pequeños. Y es que, aunque así lo parezca, el uso de materiales respetuosos en juguetes que potencien la imaginación no es una novedad, sino una carrera de fondo que artesanos y marcas jugueteras de toda Europa llevan más de 50 años recorriendo. Úbeda señala que este tipo de juguetes destacan por su calidad, porque duran años y años. En cuanto al público al que se dirige, Úbeda apunta que «se trata de personas muy concienciadas, muy especiales, que buscan no sólo un entretenimiento, si no que aporte algo al desarrollo del niño, como coordinación, orientación espacial, observación, asociación lógica». Y es que hay múltiples evidencias científicas que respaldan que una estimulación de los más pequeños tiene su efecto a largo plazo que suele evidenciarse cuando empiezan el colegio, ejemplo de ello es el uso de los cuentos que puede llegar a desarrollar un vocabulario superior de más de mil palabras frente a los pequeños que nunca han escuchado un cuento. 

En Cuenca, con una tradición artesana larga y exitosa, son muchos los pequeños emprendedores que llevan toda su trayectoria apostando por los juguetes tradicionales de materiales nobles, como es el caso de Miguel Ángel de la Torre. Este juguetero, a través del oficio tradicional de la carpintería y siguiendo el legado de su maestro, Pedro Molina, se especializó en los juguetes. De la Torre es firme defensor del uso de los juguetes tradicionales y apunta a que «es necesario que los padres tengan una concienciación mayor sobre lo que les están haciendo a sus hijos cuando les dan una pantalla con seis o siete años». El juguetero señala que con piezas como las que él realiza, como el tangram, uno de sus top ventas, no solo pueden hacerse miles de figuras, si no que también pueden ser útiles de cara al colegio en geometría o matemáticas. De la Torre se muestra optimista y señala que cada vez más las familias están tomando conciencia sobre este asunto y que «parece que estamos reconduciendo las nuevas infancias hacia la imaginación de nuevo». Julián Soria es un ingeniero industrial que transformó su vida,

enamorado de su ciudad, gracias al proyecto de UFIL. Muy en línea con los valores de las infancias respetuosas fundó 'Most Deco', una empresa de muebles en la que todos los productos infantiles trabajan con la filosofía de aprendizaje Montessori «que potencia la independencia, el autodescubrimiento y favorece la autoestima de los más pequeños», explica Soria. Dentro de su catálogo se encuentra un abecedario que favorece la acción y la escritura y que resulta tremendamente útil para aprender jugando. 

Los tres empresarios coinciden en que los juguetes tradicionales no suponen un aumento de precio, porque hay juguetes de plástico poco beneficiosos para los niños o incluso consolas que en comparación son muchísimo más caros que un juguete clásico, además de ser más dañinos. Sin embargo, es importante señalar que los juguetes tradicionales, sobre todo en etapas tempranas del desarrollo suelen requerir una implicación mayor por parte de los padres, incorporándose a las rutinas de juego. Aunque a priori para algunas personas este pueda ser un problema, los juguetes tradicionales permiten generar vínculos seguros y apegos sanos con los padres y generan los recuerdos en familia que tantas generaciones atesoran, convirtiéndolos en un regalo estrella para estas navidades.