Como cada martes, los conquenses tienen una cita con el mercadillo. Es una gran oportunidad para llenar el carro de la compra en unos cuantos metros cuadrados y adquirir todo aquello que hace falta en casa. La oferta es bastante amplia porque hay una larga lista de puestos que permiten tener todo al alcance de la mano. Sin embargo, en estas fechas veraniegas, con las altas temperaturas sin apenas dar respiro, los consumidores tienen que cambiar la hoja de ruta. Y es normal, vaya, porque el calor es un mal enemigo.
Una de las opciones más habituales es adelantar la hora de acudir al Serranía. Es una recomendación «para evitar las horas de mayor repunte de calor y las altas temperaturas, así como el bochorno en el ambiente», tal y como subraya Rosario Serrano, que no falle nunca a su cita cada segundo día de la semana. En este caso, esta conquense explica que «madrugo más para venir antes, aprovechando así las horas de más fresco». La idea es «comprar todo cuanto antes y no entretenerse mucho porque las temperaturas ascienden poco a poco y enseguida llega el calor». Esta época del año le obliga a visitar los puestos con «más prisa» y también acudir a las ocho en punto, que es cuando todos los comerciantes alzan en telón de su escaparate móvil.
Marcos Ruiz es otro de los consumidores que suele frecuentar esta localización de venta ambulante. Pero lo tiene muy claro, tanto como para «ir siempre a tiro hecho y comprar solo lo que necesito, con tal no de no perder tiempo y no estar mucho tiempo aquí». Y es que «si no sabes lo que vas a comprar, sueles estar más tiempo de lo que a priori piensas». Marcos no suele superar los tres cuartos de hora entre pasillo y pasillo, y cuando ya tiene todo lo que ha apuntado en su hoja de la compra, regresa a casa a «refugiarme, que es donde uno mejor puede estar teniendo en cuenta que hace bastante calor».
En la misma situación se encuentra Pedro Fuentes. Y es que es una tónica habitual en la inmensa mayoría, totalmente entendible porque las radiaciones solares no dan tregua. Este conquense detalla que, junto a su mujer, «procuramos bajar a primera hora de la mañana con el fin de evitar las horas de mayor calor». Toman las bolsas en mano y parten hacia el Serranía «sin gastar mucho tiempo». En este caso, Pedro reconoce que «procuramos refugiarnos bajo los toldos para descansar un poco en la sombra, porque también hay que tener cuidado de exponerte mucho tiempo ante el sol». También «viene muy bien llevar una botella de agua». Y es que cualquier acción que ayude a combatir este fenómeno natural siempre es positivo. Además, este consumidor recuerda que «como todos aprovechamos para bajar a primera hora, nos juntamos al final aquí mucha gente, que eso también agobia un poco, pero bueno, es lo que hay».
El calor también pasa factura a aquellos que se ganan la vida detrás del escaparate. Joaquín Moreno, gerente de Aceitunas y Salazones Yolanda, es otro fijo en el mercadillo de los martes. Pero desde hace unas semanas y con la bienvenida del verano, «venimos antes para tener todo preparado con antelación y empezar a vender a las ocho de la mañana». A esa hora «ya hay mucha gente esperando para hacer sus compras». A partir de ahí y «hasta las once, el flujo de personas es constante porque todos quieren hacer la compra cuanto antes».
Cuando el sol hace acto de presencia de manera palpable en el ambiente, justo a media mañana, «las ventas caen e incluso empezamos a recoger a la una de la tarde, cuando en invierno lo solemos hacer sobre las dos y media o tres». Pero es que «es que hace mucho calor y es normal que ocurra esta situación». Este fenómeno no hace temblar su economía en estos meses calurosos, pero «sí que se vende menos que en otras épocas porque hay muchos clientes que se van a los pueblos en estos meses y no vienen». Las cuentas se resienten, contando además que muchos vecinos están fuera por vacaciones.
Encuentro social. El mercadillo es también un punto de encuentro social para muchas personas. De hecho, un elevado porcentaje de conquenses tienen como habitual acudir cada martes al Serranía para encontrarse con amigas, familiares y conocidos, aprovechando el buen ambiente que se genera. Sin embargo, el calor trunca en gran medida esta quedada, reduciéndola a hacerla a primera hora o a paso firme por los pasillos, ya que el tiempo apremia y el calor, mucho más.