Los talleres de la Escuela de Salud y Cuidados de Castilla-La Mancha dirigidos a las personas diagnosticadas de Cáncer de Mama han atendido desde su inicio en 2018 más de 160 pacientes en Cuenca. La peculiaridad es que quienes imparten estos talleres son trabajadoras del Sescam que han superado la enfermedad y trasladan su experiencia y apoyo a quienes les acaban de notificar que padecen esta enfermedad.
Teresa Torrijos (fisioterapeuta), Arminda Rodríguez (enfermera) y Carmen Melgarejo (auxiliar administrativa) son las «pacientes expertas» que, tutorizadas por la enfermera Coral Olmo se encargan de la formación de estas pacientes con una fórmula de educación entre iguales durante la cual todas aprenden de todas las demás.
Carmen Melgarejo destaca que «la base es que somos pacientes para pacientes. Eso es lo fundamental y lo que nos diferencia de muchos otros talleres. Ayudamos desde el punto de vista de que hemos pasado por ahí y nos ha ido bien». Arminda Rodríguez pone de relieve que este matiz resulta muy importante para las destinatarias que se enfrentan a una enfermedad oncológica.
Unidas contra el cáncer de mama - Foto: Sescam«Se abren mucho más porque los formadores hemos pasado por ello. Se exponen emociones y sensaciones, que tienen la función de ir adaptarnos poco poco a la enfermedad, ya que son muchos cambios difíciles en un corto periodo de tiempo, tanto por los tratamientos como por las cirugías». En cualquier caso, ponen de relieve que «nunca sustituimos a la consulta de otros profesionales, somos un complemento».
Aportaciones. En la mayoría de los casos, las pacientes llegan «con miedos e incertidumbres a los tratamientos. Intentamos resolver dudas, transmitimos calma, mejoramos y aumentamos la autoestima, intentamos mejorar el estado de ánimo, reducimos en la medida que podemos el estrés y trasladamos que la vida sigue después del cáncer de mama».
Las sesiones se desarrollan en el Centro de Especialidades, una decisión que no es casual. «Queríamos un lugar que no fuese el hospital porque allí ya pasan mucho tiempo para tratamientos, sesiones...así que queríamos un sitio que estuviera fuera del hospital. Es muy importante escuchar sin juzgar porque no existe una forma correcta de reaccionar del diagnóstico».
Arminda Rodríguez resalta que gracias a los cribados de prevención del cáncer de mama, de 45 a 69 años, las mamografías detectan tumores muy precoces con elevadas tasas de curación y tratamientos menos agresivos, aumentando de forma notable la supervivencia.
«Ante el impacto que genera el diagnóstico de un cáncer la mayoría de los pacientes sienten incredulidad, ansiedad, insomnio, incertidumbre y hay una extrema vulnerabilidad física y psíquica. Hay que tener en cuenta que la palabra cáncer siempre está relacionada con la muerte y el sufrimiento y que nuestra vida puede estar limitada en el tiempo».